miércoles, 31 de diciembre de 2014

Evangelio 31 de Diciembre de 2014

  • Primera Lectura: I Juan 2,18-21
    "Estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis"
    Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.
  • Salmo Responsorial: 95
    "Alégrese el cielo, goce la tierra."
    Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra; / cantad al Señor, bendecid su nombre, / proclamad día tras día su victoria. R. Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque. R. Delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad. R.
  • Evangelio: Juan 1,1-18
    "La Palabra se hizo carne"
    En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."" Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer

Las riquezas baratas

Me pregunto si unos ciertos grados de estrechez no serán un don para el mundo...


Por: José Luis Martín Descalzo | Fuente: Razones para la Alegría




Supongo que a estas alturas ya nadie duda de que vamos hacia un mundo de estrecheces. Las vacas gordas pasaron a la historia y parece que para todos llegó el tiempo de apretarse el cinturón (aunque los pobres se quedaron sin agujeros que apretar hace mucho tiempo). Primero le llegó el agua al cuello a las clases medias; hoy, hasta los más derrochones se ven obligados a mirar la peseta.

¿Es esto una desgracia? Lo es, desde luego, para cuantos pasan hambre. Pero yo me pregunto si unos ciertos grados de estrechez no serán un don para el mundo y no nos empujarán a descubrir todas esas otras fortunas baratísimas que hoy tenemos medio olvidadas.

Porque -aunque de esto apenas se hable- hay riquezas carísimas y riquezas baratas. Y sería dramático que mientras la gente se pasa la vida llorando por no poder alcanzar los bienes caros, se dejasen de cultivador los que tenemos al alcance de la mano.

La más grande y barata de las riquezas es, por ejemplo, la amistad. Un buen amigo vale más que una mina de oro. Sentirte comprendido y acompañado es mayor capital que dar la vuelta al mundo. Un corazón abierto es espectáculo más apasionante que las cataratas del Niágara. Alguien que nos ayude a sonreír cuando estamos tristes es más sólido que mil acciones en bolsa. ¡Y qué barato es tener un buen amigo! Cuesta menos que una caña de cerveza, menos que una barra de pan. ¡Y es más sabroso! Lo pueden tener los pobres y los ricos y casi les es más fácil a los primeros. Hay amigos en todas partes, de todas las edades, de mil ideologías, de muy diversos niveles culturales. Quién sabe si cuando todos vayamos siendo pobres descubriremos mejor esa propiedad milagrosa de la amistad con la que no contábamos.

También se puede ser gratuitamente millonarios de sol, de aire limpio, de paisajes. Hace falta dinero para hacer un safari por Africa Central, pero no hace falta una sola moneda para acariciar la cabeza de un perro y ver cómo levanta hacia nosotros sus ojos agradecidos. ¿Recuerdan a aquel grupo de pobres que en "Milagro en Milán" se sentaban cada tarde a disfrutar del maravilloso y baratísimo espectáculo de una puesta de sol? Jamás compañía teatral alguna alcanzó mayor belleza, nunca pintor alguno mezcló mejor los colores. ¿Y quién podría asegurar que una cena de gala en el Waldorf Astoria produce mayor gozo que una tarde de primavera bajo la sombra de un sauce?

Y el placer milagroso y baratísimo de la música. Lo que más agradezco yo a nuestra civilización es esta posibilidad de que un pequeño aparato de poco más de medio kilo de peso te conceda algo que hubiera enloquecido a Beethoven: poder disfrutar de todas las orquestas del mundo con sólo ir movimiento suavemente el mando de una aguja. Lo que en el siglo XVIII no podían permitirse ni los emperadores lo tengo yo ahora a diario. ¿Y qué mina de diamantes me haría tan fabulosamente rico como el poder tener en mi oído y en mi alma el concierto de violoncello de Schuman o las vísperas de Monteverdi? No cambiaría yo, verdaderamente, un pequeño transistor por un palacio en Arabia. Porque aun cuando la charlatanería está invadiendo a no pocas emisoras, aún queda casi siempre la posibilidad de encontrar entre ellas la mina de diamantes de una buena música.

Y ahora pido a mis lectores que griten unánimes un ¡ooooh! larguísimo porque aquí llega el superpremio baratísimo de la noche: su majestad el libro, con cuarenta caballos, carrocería en oro vivo, acelerador del alma, ruedas irrompibles, cristales de aumento para entender la vida motor multiplicador de la existencia. Yo me imagino a veces a mi buen amigo Ibáñez Serrador poniendo entre sus premios media docena de libros de poesía para ver con qué ¡uf! se sentían liberados los concursantes que de tal nimiedad se librasen. Y, sin embargo, ¿desde cuándo un coche, un apartamento, una vuelta al mundo, un abrigo de visón pueden producir la centésima de placer verdaderamente humano que aportaría un solo buen poema?

Nos han engañado, amigos. Nos han estafado acostumbrándonos a creer que es el estiércol del dinero y del lujo la verdadera moneda de la felicidad. Nos han empobrecido diciéndonos que el mundo sería menos mundo cuando estuvieran más flacas nuestras cuentas en el banco. Nos han conducido a equivocarnos de piso, a dejar en las arcas del olvido las riquezas de primera, creyendo que existen sólo las riquezas digestibles. Hay tesoros baratos y casi nadie lo sabe.

Hay multimillonarios que gastan la vida en llorar por creerse pobres. Y yo me pregunto si un poco de estrechez no serviría para abrirnos los ojos. Y, la verdad, no me preocuparía que en el mundo que viene tuviéramos que apretarnos un poco el cinto a cambio de que aprendiéramos a estirar el alma.

martes, 30 de diciembre de 2014

Evangelio 30 de Diciembre de 2014

  • Primera Lectura: I Juan 2,12-17
    "El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre"
    Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo -las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero-, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
  • Salmo Responsorial: 95
    "Alégrese el cielo, goce la tierra."
    Familias de los pueblos, aclamad al Señor, / aclamad la gloria y el poder del Señor, / aclamad la gloria del nombre del Señor. R. Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, / postraos ante el Señor en el atrio sagrado, / tiemble en su presencia la tierra toda. R. Decid a los pueblos: "El Señor es rey, / él afianzó el orbe, y no se moverá; / él gobierna a los pueblos rectamente." R.
  • Evangelio: Lucas 2,36-40
    "Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén"
    En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Se termina el año

Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios.


Por: P. Jorge Loring SJ | Fuente: Catholic.net




El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí.

El día de hoy podríamos considerar tres cosas:
a) El tiempo pasa.
b) La muerte se acerca.
c) La eternidad nos espera.

El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí.

La muerte se acerca. Cada día que pasa estoy más cerca de ella. Es necio no querer pensar esto. Muchos de los que murieron el año pasado se creían que iban a seguir vivos en éste, pero se equivocaron. Puede que este año sea el último de nuestra vida. No es probable, pero sí posible. Debo tenerlo en cuenta. En ese momento trascendental, ¿qué querré haber hecho? ¿Qué NO querré haber hecho? Conviene hacer ahora lo que entonces me alegraré de haber hecho, y no lo que me pesará haber hecho.

La eternidad nos espera. Nos preocupamos mucho de lo terrenal que va durar muy poco. Nos preocupamos de la salud, del dinero, del éxito, de nuestra imagen, etc. Todo esto es transitorio. Lo único que va a perdurar es lo espiritual. El cuerpo se lo van a comer los gusanos. Lo único que va a quedar de nosotros es el alma espiritual e inmortal.

Con la muerte no termina la vida del hombre: se transforma, como dice el Prefacio de Difuntos. Palabras de Santo Tomás Moro sobre la morada en el cambio de destino.

Los que niegan la vida eterna es porque no les conviene. Pero negarla no es destruirla. La verdad es lo que Dios nos ha revelado.

Hoy es el momento de hacer balance. No sólo económico, sino también espiritual y moral.

Hagamos examen del año que termina.

Sin duda que habrá páginas maravillosas, que besaremos con alegría.

Pero también puede haber páginas negras que desearíamos arrancar. Pero eso ya no es posible. Lo escrito, escrito está.

Hoy abrimos un libro nuevo que tiene todas las páginas en blanco. ¿Qué vamos a escribir en él?

Que al finalizar este año que hoy comienza, podamos besar con alegría cada una de sus páginas.

Que no haya páginas negras que deseemos arrancar.

Puede que en ese libro haya cosas desagradables que no dependen de nosotros.

Lo importante es que todo lo que dependa de nosotros sea bueno.

Pidamos a Dios que dirija nuestra mano para que a fin de año podamos besar con alegría todo lo que hemos escrito.

También es el momento de examinar todas las ocasiones perdidas de hacer el bien.

Ocasiones irrecuperables. Pueden venir otras; pero las perdidas, no se recuperarán.

Finalmente, demos gracias a Dios de todo lo bueno recibido en el año que termina.

De la paciencia que Dios a tenido con nosotros.

Y de su gran misericordia.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Evangelio 29 de Diciembre de 2014

  • Primera Lectura: I Juan 2,3-11
    "Quien ama a su hermano permanece en la luz"
    Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: "Yo le conozco", y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
  • Salmo Responsorial: 95
    "Alégrese el cielo, goce la tierra."
    Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra; / cantad al Señor, bendecid su nombre. R. Proclamad día tras día su victoria. / Contad a los pueblos su gloria, / sus maravillas a todas las naciones. R. El Señor ha hecho el cielo; / honor y majestad lo preceden, / fuerza y esplendor están en su templo. R.
  • Evangelio: Lucas 2,22-35
    "Luz para alumbrar a las naciones"
    Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones." Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma."

Evangelio meditado

¡El Dios escondido!
Adviento
Lucas 2, 22-35. Navidad. Simeón y Ana esperaron toda la vida para verte y yo te tengo presente en la Eucaristía.


Por: Lucas Ongaro Arcie, L.C. | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-35
Cuando se cumplieron los días de la purificación de María, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, y una espada te atravesará el alma a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones. 


Oración introductoria
Señor, quiero tomar conciencia de tu presencia y cercanía junto a mí. Señor, cambia mi corazón frío de piedra por un corazón caliente de carne, que sepa descubrirte y ver tu Amor en mis hermanos, en la eucaristía, en un nuevo amanecer, en la brisa suave… que en todo lo que me rodea, me asombre de tu Amor.

Petición
Niño Jesús, ayúdame a encontrarte en los demás, en la Eucaristía. Y concédeme ser consciente de tu presencia en mi corazón.

Meditación del Papa Benedicto XVI
Es interesante observar de cerca esta entrada del niño Jesús en la solemnidad del templo, en medio de un gran ir y venir de numerosas personas, ocupadas en sus asuntos: los sacerdotes y los levitas con sus turnos de servicio, los numerosos devotos y peregrinos, deseosos de encontrarse con el Dios santo de Israel. Pero ninguno de ellos se entera de nada. Jesús es un niño como los demás, hijo primogénito de dos padres muy sencillos. Incluso los sacerdotes son incapaces de captar los signos de la nueva y particular presencia del Mesías y Salvador. Sólo dos ancianos, Simeón y Ana, descubren la gran novedad. Guiados por el Espíritu Santo, encuentran en ese Niño el cumplimiento de su larga espera y vigilancia. Ambos contemplan la luz de Dios, que viene para iluminar el mundo, y su mirada profética se abre al futuro, como anuncio del Mesías: «Lumen ad revelationem gentium!» (Lc 2, 32). En la actitud profética de los dos ancianos está toda la Antigua Alianza que expresa la alegría del encuentro con el Redentor. A la vista del Niño, Simeón y Ana intuyen que precisamente Él es el Esperado. (Benedicto XVI Basílica Vaticana, Martes 2 de febrero de 2011)

Reflexión 
Muchas veces, con la agitación del día, no percibo la presencia de Cristo, olvido que Él está siempre a mi lado. Vivo la vida pensando en mis problemas, dificultades, responsabilidades… es decir, en mi egoísmo; no me doy cuenta de que Él quiso permanecer en la eucaristía por amor a mí, y que tengo el mayor tesoro: ¡la vida de gracia y su permanencia fiel en mi corazón!

Cristo escogió la forma más sencilla y necesaria para hacerse sacramentalmente presente. Un simple pedazo de pan que es su cuerpo, comida y bebida para mi peregrinar rumbo al cielo.

Propósito
Hoy haré una visita a Cristo Eucaristía o una comunión espiritual durante algunos instantes de silencio.

Diálogo con Cristo
Señor, Simeón y Ana esperaron toda la vida para verte y yo te tengo presente en la Eucaristía y en mi corazón por la vida de gracia. Ayúdame a valorar la eucaristía, mi amistad contigo, y a estar decidido a morir antes que ofenderte.


"Pidámosle que nos atraiga cada vez más hacia sí mismo con la sagrada Comunión. Pidámosle que nos ayude a no tener nuestra vida sólo para nosotros mismos, sino a entregársela a él y así actuar junto con él, a fin de que los hombres encuentren la vida, la vida verdadera, que sólo puede venir de quien es el camino, la verdad y la vida. Amén." (Benedicto XVI, Basílica de San Juan de Letrán, Jueves Santo, 5 de abril de 2007 )

Evangelio 28 de Diciembre de 2014

  • Primera Lectura: Eclesiástico 3,2-6.12.14
    "El que teme al Señor honra a sus padres"
    Dios hace al padre más responsable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
  • Salmo Responsorial: 127
    "Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos."
    Dichoso el que teme al Señor / y sigue sus caminos. / Comerás del fruto de tu trabajo, / serás dichoso, te irá bien. R. Tu mujer, como parra fecunda, / en medio de tu casa; / tus hijos, como renuevos de olivo, / alrededor de tu mesa. R. Ésta es la bendición del hombre / que teme al Señor. / Que el Señor te bendiga desde Sión, / que veas la prosperidad de Jerusalén / todos los días de tu vida. R.
  • Segunda Lectura: Colosenses 3,12-21
    "La vida de familia vivida en el Señor"
    Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
  • Evangelio: Lucas 2,22-40
    "El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría"
    Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, [de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones." Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma." Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.] Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Evangelio 27 de Diciembre de 2014

  • Primera Lectura: I Juan 1,1-4
    "Os anunciamos lo que hemos visto y oído"
    Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.
  • Salmo Responsorial: 96
    "Alegraos, justos, con el Señor."
    El Señor reina, la tierra goza, / se alegran las islas innumerables. / Tiniebla y nube lo rodean, / justicia y derecho sostienen su trono. R. Los montes se derriten como cera / ante el dueño de toda la tierra; / los cielos pregonan su justicia, / y todos los pueblos contemplan su gloria. R. Amanece la luz para el justo, / y la alegría para los rectos de corazón. / Alegraos, justos, con el Señor, / celebrad su santo nombre. R.
  • Evangelio: Juan 20,2-8
    "El otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro"
    El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

El Evangelio meditado

Pedro y Juan en el sepulcro
Navidad
Juan 20, 2-9. Fiesta de San Juan apóstol y evangelista. ¡Jesús está vivo! Es la certeza de la fe.


Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 20, 2-9
El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto". Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Observó los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vió y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Oración introductoria
Señor Jesús, creo, espero y te amo. Quiero en esta oración recostarme espiritualmente sobre tu pecho, como lo hizo el apóstol san Juan y hablar contigo durante estos momentos de corazón a corazón.

Petición
Señor, dame el don de conocerte para que pueda amarte más y así pueda seguirte mejor.

Meditación del Papa Francisco
San Pedro fue rápido al sepulcro y pensaba que lo habían robado. Al igual que María Magdalena, no entraba en su cabeza una resurrección real. Ellos no conseguían entender ese paso nuestro de la muerte a la vida a través de la resurrección. Han aceptado la de Jesús porque la han visto, pero la de los cristianos no era entendida así.
Cuando san Pablo habló de la resurrección, los griegos sabios y filósofos se asustaban. La resurrección de los cristianos es un escándalo, no pueden entenderlo. Y por esto Pablo hace este razonamiento: Si Cristo ha resucitado, también los muertos resucitarán. Hay una resistencia a la obra del Espíritu, que hemos recibido en el Bautismo, nos transforme en la resurrección. (Cf. Papa Francisco, homilía en santa Marta, 19 de septiembre de 2014)
Reflexión
El texto evangélico relata una de las experiencias que los discípulos tuvieron con el Cristo Resucitado. No se trata de un aparición, sino literalmente de una de las "etapas que los discípulos han tenido que recorrer" para comenzar a vislumbrar los nuevos horizontes de esperanza que el hecho de la Resurrección abriría en sus vidas. El acontecimiento se insinuaba ya en la tumba vacía, en las vendas que yacían en el suelo y en el sudario plegado en un lugar aparte. Ante estos hechos San Juan sentía que una certeza se fue apoderando de su corazón, la certeza de la fe: "Jesús está vivo".

"Jesús está vivo", esta convicción llena el corazón de todo creyente cristiano. La fe en la Persona viva de Jesucristo tiene el poder de abrir nuestros ojos para reconocerlo operante y presente en los sacramentos de la Iglesia, en los demás hombres, sobre todo en los que sufren y en nosotros mismos. Cristo, a través de su Iglesia, "está vivo" y pone su tienda en medio de nosotros.

Pero así como Jesucristo nació primero en el seno del Padre Eterno y luego en el seno de la Virgen María, así también tiene que nacer en nuestro corazón. Esto es lo que sucede en cada acto de fe.

Por eso tiene también sentido volver a celebrar su nacimiento en estas fechas. Sí, Belén fue un acontecimiento único, que ocurrió hace más de 2000 años, cuando, en un momento histórico concreto, el Hijo de Dios tomó nuestra carne y nació de la Virgen María. Pero este acontecimiento va teniendo sus repercusiones en la historia de los hombres como una piedra lanzada al centro de un lago, cuyo impacto va provocando ondas que se perciben hasta en los rincones más remotos del lago.

Por eso, Belén no es un acontecimiento aislado. A todas horas Cristo puede nacer en el corazón de cada hombre dispuesto a acogerlo. Con Él nuestro interior se alumbra y esto siempre nos da la certeza de que "está vivo".

Propósito
Ser testimonio de alegría cristiana y esperanza en mi entorno social y familiar.

Diálogo con Cristo
Gracias, Padre, por estos minutos de oración, quiero salir de esta meditación decidido a trabajar para que muchos otros tengan la dicha de experimentar tu amor. Me has llamado a ser tu discípulo y misionero, con tu gracia, Señor, lo podré lograr.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Evangelio 26 de Diciembre de 2014

  • Primera Lectura: Hechos 6,8-10;7,54-60
    "Veo el cielo abierto"
    En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios." Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: "Señor Jesús, recibe mi espíritu." Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado." Y, con estas palabras, expiró.
  • Salmo Responsorial: 30
    "A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu."
    Sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R. A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás. / Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. / Te has fijado en mi aflicción. R. Líbrame de los enemigos que me persiguen; / haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / sálvame por tu misericordia. R.
  • Evangelio: Mateo 10,17-22
    "No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre"
    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará."

Evangelio meditado

"No se preocupen por lo que les pueda pasar"
Solemnidades y fiestas
Mateo 10, 17-22. Fiesta San Esteban. Perseveren en el testimonio de los valores humanos y cristianos tan profundamente radicados en la fe.


Por: José Rodrigo Escorza | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuidense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes. El hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará.

Oración introductoria
Gracias, Señor, por este momento de oración. Te doy gracias también por las cruces que pones en mi camino, porque sé que en ellas te puedo encontrar. Guía mi oración para que sepa perseverar en tu amor.

Petición
Jesús, convénceme de que la cruz es el único camino para llegar a la salvación, y la oración el medio para poder aceptarla y vivirla con plenitud.

Meditación del Papa Benedicto XVI
Debemos prestar atención a lo que los evangelistas nos relatan sobre la actitud de Jesús durante su oración. Mateo y Marcos dicen que "cayó rostro en tierra"; asume por consiguiente la actitud de total sumisión, que ha sido conservada en la liturgia romana del Viernes Santo. Lucas, en cambio, afirma que Jesús oraba arrodillado. En los Hechos de los Apóstoles, habla de los santos, que oraban de rodillas: Esteban durante su lapidación, Pedro en el contexto de la resurrección de un muerto, Pablo en el camino hacia el martirio. Así, Lucas ha trazado una pequeña historia del orar arrodillados de la Iglesia naciente. Los cristianos con su arrodillarse, se ponen en comunión con la oración de Jesús en el Monte de los Olivos. En la amenaza del poder del mal, ellos, en cuanto arrodillados, están de pie ante el mundo, pero, en cuanto hijos, están de rodillas ante el Padre. Ante la gloria de Dios, los cristianos nos arrodillamos y reconocemos su divinidad, pero expresando también en este gesto nuestra confianza en que él triunfe. Benedicto XVI, 5 de abril de 2012.

Reflexión
La advertencia del Señor de guardarnos de los hombres está precedida en el Evangelio por la invitación de ser "prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas". Nuestro Señor Jesucristo no se hacía ilusiones acerca de los hombres. Conociendo lo que había en el hombre (Jn 2, 25), sólo se confiaba a aquellos, que buscaban ante todo la mayor gloria de Dios, no sus propios intereses.

La prudencia y la sencillez no son virtudes que se excluyen mutuamente, sino que pueden complementarse, llegando a formar en el hombre un hermoso equilibrio.

La serpiente y la paloma tienen cada una su propio hábitat. Mientras que la serpiente se desliza en el suelo, la paloma se lanza por los aires. Así también el seguidor de Jesucristo debe tener los pies firmemente puestos sobre la tierra, pero su corazón debe aspirar siempre hacia lo alto.
Al encontrar apoyo en el suelo, la serpiente nunca cae. Así el cristiano también está prevenido para no exponerse al peligro, sobre todo evitando el pecado y la tibieza. Además, la serpiente no tiene brazos, así se convierte en imagen del hombre que no se apega a nada, porque usa las cosas como si no le pertenecieran, precisamente "deslizándose" entre ellas, palpándolo todo y refiriéndolo a Dios.

En tiempos antiguos los hombres se servían de las palomas para enviar correo de un lugar a otro. Así, la paloma es símbolo del que tiene una misión, un mensaje, del cristiano que debe poseer una familiaridad profunda con las cosas de Dios, para poder dar testimonio de ellas ante los demás.

Por eso, el verdadero cristiano no es ni soñador, ni terrenal, sino cándido y transparente en sus intenciones, práctico y realista al ponerlas por obra.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Evangelio 24 de Diciembre de 2014

  • Primera Lectura: II Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16
    "El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor"
    Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: "Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda." Natán respondió al rey: "Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo." Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: "Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los ariscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.""
  • Salmo Responsorial: 88
    "Cantaré eternamente tus misericordias, Señor."
    Cantaré eternamente las misericordias del Señor, / anunciaré tu fidelidad por todas las edades. / Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno, / más que el cielo has afianzado tu fidelidad." R. Sellé una alianza con mi elegido, / jurando a David, mi siervo: / "Te fundaré un linaje perpetuo, / edificaré tu trono para todas las edades." R. Él me invocará: "Tú eres mi padre, / mi Dios, mi Roca salvadora." / Le mantendré eternamente mi favor, / y mi alianza con él será estable. R.
  • Evangelio: Lucas 1,67-79
    "Nos visitará el sol que nace de lo alto"
    En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz."

Evangelio meditado

Dios ha redimido a su pueblo
Adviento
Lucas 1, 67-79. Navidad. Hemos llegado a la hora cero, la noche santa, la Nochebuena. Noche en la que todos nos hacemos niños, y dejamos que hable el corazón.


Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 1, 67-79
En aquel tiempo, Zacarias, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y ha hecho surgir en favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo. Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos aborrecen, para mostrar su misericordia a nuestros padres y acordarse de su santa alianza.
El Señor juró a nuestro padre Abraham concedernos que, libres ya de nuestros enemigos, lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia delante de él, todos los días de nuestra vida. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos y a anunciar a su pueblo la salvación, mediante el perdón de los pecados. Y por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en las tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz


Oración introductoria
Bendito seas, Señor, porque siendo Dios te abajas a mi humanidad para que pueda comprender la grandeza de tu amor. Permite que esta oración me prepare a celebrar santamente la Navidad, en el gozo de la fe y animado con el empeño de una conversión sincera.

Petición
Señor, haz que tu Encarnación me transforme en tu amor.

Meditación del Papa Francisco
En esta noche, como un haz de luz clarísima, resuena el anuncio del Apóstol: “Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres”.
La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para librarnos de las tinieblas y darnos la luz. En Él ha aparecido la gracia, la misericordia, la ternura del Padre: Jesús es el Amor hecho carne. […]
Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es la misericordia. Nuestro Padre nos perdona siempre. Y Él es nuestra paz.»(Papa Francisco, 24 de diciembre de 2013)
Reflexión
Hemos llegado a la hora cero, la noche santa, la Nochebuena. ¡Qué nombre tan bello se le ha puesto! Noche en la que todos nos hacemos niños, y dejamos que hable el corazón, qu e se haga villancico, luz, ternura, amor familiar, bondad e ingenuidad. Noche en la que sale fuera el niño que somos por dentro, y hablan el Niño del pesebre, la mula y el buey, los ángeles y los pastores....narraciones simbóloicas que revelan lo más hondo de nosotros mismos y del sentido de nuestra existencia.

Vivamos con intencidad estos días. Detengámonos -¡como sea!- para encontrar un tiempo de paz, de sabor, de oración ante el misterio: el misterio de Dios, el de Jesús, el de los seres humanos, el mio..

El tiempo de Navidad es un tiempo de amnesia. Se nos invita a olvidar todo aquello que nos disminuye y enferma. En toda comunidad hay roces y malos entendidos. Todospasamos por muy malos ratos, con reacciones tan injustas como crueles hacia los demás. Todos somos heridos y heridores. Todos necesitamos olvidar. No solo perdonar desde lo alto de nuestra dignidad herida, cuando alimentamos con el recuerdo de nuestro perdón el recuerdo de la ofensa. Hagamos en este tiempo un esfuerzo definido y sistemático para expulsar de nuestra memoria la convicción de que somos víctimas.

Todos nos regocijamos hoy por el nacimiento de Jesucristo en la tierra. "¡Un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado!" -canta alegremente la Iglesia en la misa de Nochebuena, con las palabras del profeta Isaías. Sí, Jesús ha nacido, y en Él "ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres" -nos dice san Pablo en la lectura de la carta a Tito-. Y en el Evangelio escuchamos el mensaje jubiloso que el ángel anuncia a los pastores: "Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: ¡el Mesías, el Señor! Y aquí tenéis la señal: encontraréis a un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre".

¡Dios se ha hecho hombre! ¡El Verbo eterno del Padre se ha hecho carne para redimirnos del pecado, para abrirnos las puertas del cielo y darnos la salvación! Es un misterio insondable, incapaz de ser abarcado ni comprendido suficientemente por nuestra pobre y oscura razón humana. El Dios infinito se hace un ser pequeñísimo; el Dios eterno se hace hombre temporal y mortal; el Dios omnipotente se hace un niño frágil, impotente e indefenso; el Dios creador de todo cuanto existe y a quien no puede contener el universo entero, se hace una creatura capaz de ser contenida en el vientre de María y luego envuelta en pañales... ¡Sí, este Niño es Dios! Y nace en la más absoluta pobreza, en la más profunda humildad, silencio, desprendimiento, obediencia al Padre... ¿Por qué? Por amor a cada uno de nosotros. ¿Para qué? Para darnos la vida eterna. Como bellamente nos dice san Ireneo, "el Hijo de Dios se hizo hijo del Hombre para que el hombre llegara a ser hijo de Dios".

Ojalá que en esta Navidad meditemos hondamente en el significado y en el sentido profundo de lo que estamos celebrando.

Propósito
Celebrar con un espíritu auténticamente cristiano esta Noche Buena y que meditemos hondamente en el significado y en el sentido profundo de lo que estamos celebrando.

Diálogo con Cristo
Hoy es 24 de diciembre, me he preocupado para que esté lista y preparada la fiesta de convivencia familiar, pero ¿me he preparado espiritualmente para recibirte en la intimidad de mi corazón? Señor, esta Nochebuena quiero humildemente darte el regalo de mi libertad, no te merezco pero no puedo vivir sin tu amor, sin tu gracia, ven, Señor Jesús.

Y se hizo hombre

Navidad es el nacimiento más conmovedor de un niño sobre el que gravita el abisal misterio


Por: Roberto Esteban Duque | Fuente: www.revistaecclesia.com




Mis recuerdos de navidad más persistentes (los más humanos y profundos) son relativos a las raíces, al lugar de nacimiento, donde el pueblo sustenta con esperanza y sabiduría bellas tradiciones religiosas, preparando así el auténtico porvenir, manteniendo al hombre al servicio de una causa mayor y vinculando la vida a su verdadero origen y destino, haciendo el tiempo permeable a lo eterno, renovando la alianza de lo humano y lo divino, de la historia y de Dios presente en ella.

Cuando llega la Nochebuena, en Mira -una delicia de pueblo enclavado en la Sierra baja de Cuenca, vertiginoso en sus calles empinadas y sereno en su dilatada vega- irrumpe con gozo, finalizada “la Misa del Gallo”, la costumbre de cantar la “albá” a la Virgen, unos sencillos y dignos versos donde los más jóvenes (los extinguidos “quintos”) reconocen y adoran con sus voces, acompañadas de guitarras y bandurrias, el misterio celebrado ante el asombro y la alegría de todos.

Si le preguntamos a cualquier hombre sensato sobre el motivo por el que en navidad se imponen desde el interior los sentimientos enterrados durante largo tiempo, experimentando una poderosa atracción hacia el bien en una ternura que se quiere eterna; si le decimos al hombre cabal cuál es la causa por la que ahora se abren las puertas que permanecían selladas con obstinación de espanto y brota como un fuego místico antes apagado; si solicitamos su humana respuesta para encontrar una razón por la que se busca a la familia, como si lo externo apenas importase al descubrir el valor de lo interior, como si el cielo fuese lo más parecido a un hogar, ese hombre exclamaría con la espontaneidad propia de la infancia que se trata de un tiempo de fraternidad fundado en la filiación, de alegría por tener entre nosotros a Aquel que, en expresión de San Atanasio, “se hizo hombre para que nosotros llegáramos a ser Dios”.

Navidad es el nacimiento más conmovedor de un niño sobre el que gravita el abisal misterio y donde confluyen la omnipotencia y la indefensión, la fuerza de un Dios que nace en la debilidad y la dependencia de su madre. Navidad es la creciente vigilancia del amor de un hombre y una mujer cuyo gozo, circundado por la pobreza y las dificultades, descansa en la presencia de un niño donde cristaliza el cumplimiento de las promesas de Dios para todos los hombres. Navidad es una cueva utilizada como establo por los montañeros de Belén; un lugar oscuro, apenas reconocible; el santuario de Dios donde la Sagrada Familia se hace acreedora del carácter sagrado de la vida al poner su morada un Dios cercano entre nosotros. Navidad es el gesto del don tan absoluto como escandaloso: “Tanto amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo” (Jn 3, 16), la celebración de la infinita dignidad del hombre, llamado a la alianza y comunión divinas, en permanente éxodo y acogida de todo hombre.

Tras el pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva, Dios no abandonó al hombre, sino que les prometió un Salvador (Gn 3,15), cuyo nacimiento tendría lugar en Belén (Mi 5,1), de la estirpe de David (Is 11,1), que se le pondría por nombre “Emmanuel”, que significa Dios con nosotros (Is 7,14).

Descendiente de David, su misión será redentora. Toda la vida de Cristo es redentora, cualquier acto de Jesús posee un valor trascendente de salvación, porque son actos del Verbo encarnado. Su vida cotidiana en familia, su trabajo en Nazaret, su entera vida oculta, creciendo y viviendo como uno de nosotros, nos revelan, como afirma San Josemaría, que la existencia humana, el quehacer corriente y ordinario, tiene un sentido divino.

La encarnación hace que todas las cosas asuman un carácter sagrado. Dios se hace hombre, entra en la historia y la “deifica”; el hombre deviene así signo sacramental del Dios encarnado. Para Chesterton, desde la encarnación, cada cosa material es un signo sagrado. La representación del Belén, el árbol de Navidad, la cena de Nochebuena en familia, los regalos de Navidad…tienen un sentido profundo que nace de la realidad misma de la encarnación: “La idea de corporizar el afecto, esto es, de ponerlo en un cuerpo, es la enorme y primigenia idea de la encarnación”.

La misma paz entre los hombres sólo es posible desde la encarnación. Nos lo recuerda Benedicto XVI en su Mensaje con motivo de la celebración de la XLVI Jornada Mundial de la Paz: “Dios mismo, mediante la encarnación del Hijo, y la redención que él llevó a cabo, ha entrado en la historia, haciendo surgir una nueva creación y una alianza nueva entre Dios y el hombre (cfr. Jr 31, 31-34), y dándonos la posibilidad de tener “un corazón nuevo” y “un espíritu nuevo” (Ez 36, 26).

A esta exaltación de la naturaleza humana, sacralizada porque el Verbo se hizo carne, se unirá como consecuencia de la encarnación la adopción de hijos (Gá 4, 4-5): somos hijos en el Hijo; el alimento para el alma: “echado en un pesebre” (Lc 2, 12) para saciarnos con el trigo de su carne; así como alcanzar una mayor bienaventuranza: “quien por mí entrare será salvo, y entrará y saldrá, y hallará pastos” (Jn 10,9).

El tiempo de navidad nos revela una verdad esencial, incomprensible para un hombre empeñado en asirse a honores y poderosos medios, cautivo y enemigo de sí mismo: lo grande sucede en lo pequeño. La historia es el formidable drama de una alegría que, en medio de dificultades, concibe fraternidad. Dios desciende y se acerca a los hombres por el camino de hacerse pequeño. Desprovisto de todo, en la soledad y el abandono de los hombres, revestido de la fragilidad y humildad de la carne humana de un niño, desapercibido y carente de dignidades humanas, el escándalo de la Palabra hecha carne será el de un Dios que nos da al Hijo, para que éste a su vez, amante del cuidado y del amor por lo débil, dando fruto a través de una vida entregada, dé la vida a quienes creen en él.

Esta verdad debe aplicarse al cristiano de nuestros días, envuelto también en debilidad, pero portador de una promesa de vida y esperanza para el mundo en la persona de un niño esperado con amor. El cristiano, convencido de ser una minoría, será capaz de crecer y transformarlo todo, sin renunciar a su fe y a la fidelidad del don recibido. Atento siempre a lo pequeño y pobre, al amor por los pequeños, construirá algo nuevo por medio de una entrega generosa, de un camino de amor concreto en el que transmitir un cuidado humano y divino.

Con motivo de la encarnación, en ninguna persona como en la Virgen –nos recuerda Santo Tomás de Aquino-, las tres divinas personas encuentran alegría en vivir en su alma llena de gracia. A ella, la “albá” de mi pueblo, y también a San José el olvidado, el hombre justo, con una justicia más parecida a la divina que a la humana. Y todas las “albás” del alma en honor al Dios que se hizo hombre -como afirma el Credo- “por nosotros los hombres y por nuestra salvación”, para salvarnos reconciliándonos con Dios y para que conociésemos así el amor de Dios, para ser nuestro modelo de santidad y hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2 P 1,6).

martes, 23 de diciembre de 2014

Evangelio 23 de Diciembre de 2014

  • Primera Lectura: Malaquías 3,1-4.23-24
    "Os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor"
    Así dice el Señor: "Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos. Mirad: os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la tierra."
  • Salmo Responsorial: 24
    "Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación."
    Señor, enséñame tus caminos, / instrúyeme en tus sendas: / haz que camine con lealtad; / enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R. El Señor es bueno y es recto, / y enseña el camino a los pecadores; / hace caminar a los humildes con rectitud, / enseña su camino a los humildes. R. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad / para los que guardan su alianza y sus mandatos. / El Señor se confía con sus fieles / y les da a conocer su alianza. R.
  • Evangelio: Lucas 1,57-66
    "El nacimiento de Juan Bautista"
    A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va a ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él.