
Todos son bienvenidos para asistir a la sagrada ecucaristía a realizarse a las 7:00 p.m. en la parroquia Sagrado Corazón y a las 11:00 p.m. en la Iglesia Nuestra señora de la Paz
Calle L- 6, Jardines de Cuscatlan, Ciudad Merliot, Antiguo Cuscatlan, El Salvador, CentroAmerica
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI refutó en la Misa del Gallo de esta Nochebuena el falso moralismo, según el cual el hombre piensa que puede redimirse a sí mismo, y mostró cómo Dios al hacerse Niño ha salido su encuentro para que pueda descubrir el Amor.
La celebración, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, en una noche de lluvia, comenzó con la proclamación de las kalendas, el antiguo escrito que anuncia el nacimiento de Cristo, cantado en latín por un cantor de la Capilla Sixtina.
En la homilía de la celebración, que comenzó dos horas antes de la medianoche, el Papa explicó el sentido de la Navidad al constatar que en ella "ha quedado superada la distancia infinita entre Dios y el hombre" y compuso una oración para pedir que acabe el tiempo de la tiranía de la violencia y de las "túnicas ensangrentadas".
Falso espiritualismo y moralismo
Al explicar el misterio de Navidad y de la acción de Dios, el pontífice invitó a superar dos extremos en la vida espiritual. En primer lugar el de quien reconoce "solamente el obrar exclusivo de Dios, como si Él no hubiera llamado al hombre a una libre respuesta de amor".
"Pero sería también errónea una interpretación moralizadora, según la cual, por decirlo así, el hombre podría con su buena voluntad redimirse a sí mismo", subrayó.
"Ambas cosas van juntas: gracia y libertad --aclaró--; el amor de Dios, que nos precede, y sin el cual no podríamos amarlo, y nuestra respuesta, que Él espera y que incluso nos ruega en el nacimiento de su Hijo".
"Dios nos ha precedido con el don de su Hijo. Una y otra vez, nos precede de manera inesperada. No deja de buscarnos, de levantarnos cada vez que lo necesitamos. No abandona a la oveja extraviada en el desierto en que se ha perdido. Dios no se deja confundir por nuestro pecado. Él siempre vuelve a comenzar con nosotros".
"No obstante, espera que amemos con Él. Él nos ama para que nosotros podamos convertirnos en personas que aman junto con Él y así haya paz en la tierra", afirmó.
Una oración de Navidad
El Papa afirmó que si bien, con la encarnación del Hijo de Dios han surgido "islas de paz" --"en cualquier lugar que se celebra hay una isla de paz, de esa paz que es propia de Dios"-- también "es cierto que no se ha roto la 'vara del opresor'" de la que hablaba el profeta Isaías.
"También hoy siguen marchando con estruendo las botas de los soldados y todavía hoy, una y otra vez, queda la 'túnica empapada de sangre'", a la que hacía alusión el profeta del Antiguo Testamento.
Por eso, el sucesor del apóstol Pedro compuso esta oración para la Navidad: "Señor, cumple por entero tu promesa. Quiebra las varas de los opresores. Quema las botas resonantes. Haz que termine el tiempo de las túnicas ensangrentadas. Cumple la promesa: 'La paz no tendrá fin' (Isaías 9, 6)".
Y concluyó: "Te damos gracias por tu bondad, pero también te pedimos: Muestra tu poder. Erige en el mundo el dominio de tu verdad, de tu amor; el 'reino de justicia, de amor y de paz'".
Al final de la misa, unos niños llevaron la imagen del Niño Jesús al portal de Belén realizado dentro de la Basílica Vaticana. El Papa se recogió en oración silenciosa ante la artística representación.
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI confesó en su mensaje para esta Navidad que sigue con preocupación los dramas humanitarios que vive en estos momentos América Latina y el Caribe, así como las tensiones entre Nicaragua y Costa Rica.
Antes de impartir su bendición "Urbi et Orbi", el pontífice dirigió en Mundovisión felicitación navideña haciendo un apremiante llamamiento a la solidaridad a favor de las comunidades necesitadas del subcontinente americano.
Como era lógico, comenzó pidiendo ayuda a favor "de los que todavía sufren por las consecuencias del terremoto devastador y la reciente epidemia de cólera en Haití".
Lugo pidió que no se olvide "a los que en Colombia y en Venezuela, como también en Guatemala y Costa Rica, han sido afectados por recientes calamidades naturales".
Por último, pidió que se impulse "el diálogo entre Nicaragua y Costa Rica", en referencia a la disputa fronteriza entre Costa Rica y Nicaragua, surgida en octubre, por las tareas de dragado que se llevan a cabo en el Río San Juan y el reclamo territorial de ambos países sobre Isla Calero.
En su felicitación en español, el Papa dijo: "¡Feliz Navidad! Que la Paz de Cristo reine en vuestros corazones, en la familias y en todos los pueblos".
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje navideño que dirigió a mediodía Benedicto XVI desde el balcón de la fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano antes de impartir la bendición "Urbi et Orbi".
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"Verbum caro factum est" - "El Verbo se hizo carne" (Jn 1,14).
Queridos hermanos y hermanas que me escucháis en Roma y en el mundo entero, os anuncio con gozo el mensaje de la Navidad: Dios se ha hecho hombre, ha venido a habitar entre nosotros. Dios no está lejano: está cerca, más aún, es el "Emmanuel", el Dios-con-nosotros. No es un desconocido: tiene un rostro, el de Jesús.
Es un mensaje siempre nuevo, siempre sorprendente, porque supera nuestras más audaces esperanzas. Especialmente porque no es sólo un anuncio: es un acontecimiento, un suceso, que testigos fiables han visto, oído y tocado en la persona de Jesús de Nazaret. Al estar con Él, observando lo que hace y escuchando sus palabras, han reconocido en Jesús al Mesías; y, viéndolo resucitado después de haber sido crucificado, han tenido la certeza de que Él, verdadero hombre, era al mismo tiempo verdadero Dios, el Hijo unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad (cf. Jn1,14).
"El Verbo se hizo carne". Ante esta revelación, vuelve a surgir una vez más en nosotros la pregunta: ¿Cómo es posible? El Verbo y la carne son realidades opuestas; ¿cómo puede convertirse la Palabra eterna y omnipotente en un hombre frágil y mortal? No hay más que una respuesta: el Amor. El que ama quiere compartir con el amado, quiere estar unido a él, y la Sagrada Escritura nos presenta precisamente la gran historia del amor de Dios por su pueblo, que culmina en Jesucristo.
En realidad, Dios no cambia: es fiel a sí mismo. El que ha creado el mundo es el mismo que ha llamado a Abraham y que ha revelado el propio Nombre a Moisés: Yo soy el que soy... el Dios de Abraham, Isaac y Jacob... Dios misericordioso y piadoso, rico en amor y fidelidad (cf. Ex 3,14-15; 34,6). Dios no cambia, desde siempre y por siempre es Amor. Es en sí mismo comunión, unidad en la Trinidad, y cada una de sus obras y palabras tienden a la comunión. La encarnación es la cumbre de la creación. Cuando, por la voluntad del Padre y la acción del Espíritu Santo, se formó en el regazo de María Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, la creación alcanzó su cima. El principio ordenador del universo, el Logos, comenzó a existir en el mundo, en un tiempo y en un lugar.
"El Verbo se hizo carne". La luz de esta verdad se manifiesta a quien la acoge con fe, porque es un misterio de amor. Sólo los que se abren al amor son cubiertos por la luz de la Navidad. Así fue en la noche de Belén, y así también es hoy. La encarnación del Hijo de Dios es un acontecimiento que ha ocurrido en la historia, pero que al mismo tiempo la supera. En la noche del mundo se enciende una nueva luz, que se deja ver por los ojos sencillos de la fe, del corazón manso y humilde de quien espera al Salvador. Si la verdad fuera sólo una fórmula matemática, en cierto sentido se impondría por sí misma. Pero si la Verdad es Amor, pide la fe, el 'sí' de nuestro corazón”
Y, en efecto, ¿qué busca nuestro corazón si no una Verdad que sea Amor? La busca el niño, con sus preguntas tan desarmantes y estimulantes; la busca el joven, necesitado de encontrar el sentido profundo de la propia vida; la busca el hombre y la mujer en su madurez, para orientar y apoyar el compromiso en la familia y en el trabajo; la busca la persona anciana, para dar cumplimiento a la existencia terrenal.
"El Verbo se hizo carne". El anuncio de la Navidad es también luz para los pueblos, para el camino conjunto de la humanidad. El "Emmanuel", el Dios-con-nosotros, ha venido como Rey de justicia y de paz. Su Reino -lo sabemos- no es de este mundo, sin embargo, es más importante que todos los reinos de este mundo. Es como la levadura de la humanidad: si faltara, desaparecería la fuerza que lleva adelante el verdadero desarrollo, el impulso a colaborar por el bien común, al servicio desinteresado del prójimo, a la lucha pacífica por la justicia. Creer en el Dios que ha querido compartir nuestra historia es un constante estímulo a comprometerse en ella, incluso entre sus contradicciones. Es motivo de esperanza para todos aquellos cuya dignidad es ofendida y violada, porque Aquel que ha nacido en Belén ha venido a liberar al hombre de la raíz de toda esclavitud.
Que la luz de la Navidad resplandezca de nuevo en aquella Tierra donde Jesús ha nacido e inspire a israelíes y palestinos a buscar una convivencia justa y pacífica. Que el anuncio consolador de la llegada del Emmanuel alivie el dolor y conforte en las pruebas a las queridas comunidades cristianas en Irak y en todo Oriente Medio, dándoles aliento y esperanza para el futuro, y animando a los responsables de las Naciones a una solidaridad efectiva para con ellas. Que se haga esto también en favor de los que todavía sufren por las consecuencias del terremoto devastador y la reciente epidemia de cólera en Haití. Y que tampoco se olvide a los que en Colombia y en Venezuela, como también en Guatemala y Costa Rica, han sido afectados por recientes calamidades naturales.
Que el nacimiento del Salvador abra perspectivas de paz duradera y de auténtico progreso a las poblaciones de Somalia, de Darfur y Costa de Marfil; que promueva la estabilidad política y social en Madagascar; que lleve seguridad y respeto de los derechos humanos en Afganistán y Pakistán; que impulse el diálogo entre Nicaragua y Costa Rica; que favorezca la reconciliación en la Península coreana.
Que la celebración del nacimiento del Redentor refuerce el espíritu de fe, paciencia y fortaleza en los fieles de la Iglesia en la China continental, para que no se desanimen por las limitaciones a su libertad de religión y conciencia y, perseverando en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, mantengan viva la llama de la esperanza. Que el amor del "Dios con nosotros" otorgue perseverancia a todas las comunidades cristianas que sufren discriminación y persecución, e inspire a los líderes políticos y religiosos a comprometerse por el pleno respeto de la libertad religiosa de todos.
Queridos hermanos y hermanas, "el Verbo se hizo carne", ha venido a habitar entre nosotros, es el Emmanuel, el Dios que se nos ha hecho cercano. Contemplemos juntos este gran misterio de amor, dejémonos iluminar el corazón por la luz que brilla en la gruta de Belén. ¡Feliz Navidad a todos!
© Libreria Editrice Vaticana]
Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida, –pues la vida se manifestó y nosotros la hemos visto y damos testimonio, y les anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó–; lo que hemos visto y oído, eso les anunciamos para que también ustedes estén en comunión con nosotros. Nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Les escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa.
El primer día después del sábado, María Magdalena regresó corriendo donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: |