jueves, 30 de diciembre de 2010

Horario de Misas para 31 de Diciembre de 2010


Todos son bienvenidos para asistir a la sagrada ecucaristía a realizarse a las 7:00 p.m. en la parroquia Sagrado Corazón y a las 11:00 p.m. en la Iglesia Nuestra señora de la Paz

El Papa en Nochebuena: El hombre no puede redimirse a sí mismo

Compone una oración para que termine el tiempo de las “túnicas ensangrentadas”

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI refutó en la Misa del Gallo de esta Nochebuena el falso moralismo, según el cual el hombre piensa que puede redimirse a sí mismo, y mostró cómo Dios al hacerse Niño ha salido su encuentro para que pueda descubrir el Amor.

La celebración, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, en una noche de lluvia, comenzó con la proclamación de las kalendas, el antiguo escrito que anuncia el nacimiento de Cristo, cantado en latín por un cantor de la Capilla Sixtina.

En la homilía de la celebración, que comenzó dos horas antes de la medianoche, el Papa explicó el sentido de la Navidad al constatar que en ella "ha quedado superada la distancia infinita entre Dios y el hombre" y compuso una oración para pedir que acabe el tiempo de la tiranía de la violencia y de las "túnicas ensangrentadas".

Falso espiritualismo y moralismo

Al explicar el misterio de Navidad y de la acción de Dios, el pontífice invitó a superar dos extremos en la vida espiritual. En primer lugar el de quien reconoce "solamente el obrar exclusivo de Dios, como si Él no hubiera llamado al hombre a una libre respuesta de amor".

"Pero sería también errónea una interpretación moralizadora, según la cual, por decirlo así, el hombre podría con su buena voluntad redimirse a sí mismo", subrayó.

"Ambas cosas van juntas: gracia y libertad --aclaró--; el amor de Dios, que nos precede, y sin el cual no podríamos amarlo, y nuestra respuesta, que Él espera y que incluso nos ruega en el nacimiento de su Hijo".

"Dios nos ha precedido con el don de su Hijo. Una y otra vez, nos precede de manera inesperada. No deja de buscarnos, de levantarnos cada vez que lo necesitamos. No abandona a la oveja extraviada en el desierto en que se ha perdido. Dios no se deja confundir por nuestro pecado. Él siempre vuelve a comenzar con nosotros".

"No obstante, espera que amemos con Él. Él nos ama para que nosotros podamos convertirnos en personas que aman junto con Él y así haya paz en la tierra", afirmó.

Una oración de Navidad

El Papa afirmó que si bien, con la encarnación del Hijo de Dios han surgido "islas de paz" --"en cualquier lugar que se celebra hay una isla de paz, de esa paz que es propia de Dios"-- también "es cierto que no se ha roto la 'vara del opresor'" de la que hablaba el profeta Isaías.

"También hoy siguen marchando con estruendo las botas de los soldados y todavía hoy, una y otra vez, queda la 'túnica empapada de sangre'", a la que hacía alusión el profeta del Antiguo Testamento.

Por eso, el sucesor del apóstol Pedro compuso esta oración para la Navidad: "Señor, cumple por entero tu promesa. Quiebra las varas de los opresores. Quema las botas resonantes. Haz que termine el tiempo de las túnicas ensangrentadas. Cumple la promesa: 'La paz no tendrá fin' (Isaías 9, 6)".

Y concluyó: "Te damos gracias por tu bondad, pero también te pedimos: Muestra tu poder. Erige en el mundo el dominio de tu verdad, de tu amor; el 'reino de justicia, de amor y de paz'".

Al final de la misa, unos niños llevaron la imagen del Niño Jesús al portal de Belén realizado dentro de la Basílica Vaticana. El Papa se recogió en oración silenciosa ante la artística representación.

Evangelio 31 de Diciembre de 2010

  • Primera Lectura: I Juan 2, 18-21
    "Han recibido ustedes la unción del Espíritu Santo"

    Hijos míos: Esta es la última hora. Han oído ustedes que iba a venir el anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido ya, por lo cual nos damos cuenta de que es la última hora.
    De entre ustedes salieron, pero no eran de los nuestros; si hubieran sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para que se pusiera de manifiesto que ninguno de ellos es de los nuestros.
    Por lo que a ustedes toca, han recibido la unción del Espíritu Santo y tienen así el verdadero conocimiento. Les he escrito, no porque ignoren la verdad, sino porque la conocen y porque
    ninguna mentira viene de la verdad.

  • Salmo Responsorial: 95
    "Alégrense los cielos y la tierra."

    Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo, proclamen su amor día tras día.
    R. Alégrense los cielos y la tierra.

    Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena. Salten de gozo los campos y cuanto hay en ellos, manifiesten los bosques regocijo.
    R. Alégrense los cielos y la tierra.

    Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar e orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija todas las naciones.
    R. Alégrense los cielos y la tierra.

  • Evangelio: Juan 1, 1-18
    "La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros"

    En el principio ya existía Aquél que es la Palabra, y Aquél que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. El era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron. Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino testigo de la luz.
    Aquél que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.
    Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.
    Y Aquél que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
    Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando:
    «A éste me refería
    cuando dije: “El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes
    que yo”».
    De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Evangelio 30 de Diciembre de 2010

  • Primera Lectura: I Juan 2, 12-17
    "El que hace la voluntad de Dios tiene vida eterna"

    Les escribo a ustedes, hijos, porque les han sido perdonados sus pecados por el poder de su nombre.
    Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio.
    Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al maligno. Les escribo a ustedes, hijos, porque han conocido al Padre.
    Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio.
    Les escribo a ustedes, jóvenes, porque son fuertes y la palabra de Dios permanece en ustedes y han vencido al maligno.
    No amen al mundo ni lo que hay en él. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no habita en él. Porque todo lo que hay en el mundo –los apetitos desordenados, la codicia de los ojos y el afán de la riqueza humana– no viene del Padre, sino del mundo. El mundo y todos sus atractivos pasan. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

  • Salmo Responsorial: 25
    "Alégrese el cielo y goce la tierra."

    Pueblos todos de la tierra, reconozcan la gloria y el poder del Señor; reconozcan que su nombre es glorioso.
    R. Alégrese el cielo y goce la tierra.

    Entren en su templo trayéndole ofrendas: adoren al Señor en su templo, tiemble en su presencia la tierra entera.
    R. Alégrese el cielo y goce la tierra.

    Digan a las naciones: «El Señor es Rey, él aseguró el mundo para que permanezca firme; él gobierna a los pueblos con rectitud».
    R. Alégrese el cielo y goce la tierra.

  • Evangelio: Lucas 2, 36-40
    "Ana hablaba del niño a los que aguardaban la liberación de Israel"

    En aquel tiempo había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que era ya muy anciana. Había estado casada siete años, siendo aún muy joven, y después había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, dando culto al Señor día y noche con ayunos y oraciones. Se presentó en aquel momento y se puso a dar gloria a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Israel.
    Cuando cumplieron todas las cosas prescritas por la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
    El niño crecía y se fortalecía llenándose de sabiduría, y contaba con la gracia de Dios.

La situación de América Latina preocupa al Papa

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI confesó en su mensaje para esta Navidad que sigue con preocupación los dramas humanitarios que vive en estos momentos América Latina y el Caribe, así como las tensiones entre Nicaragua y Costa Rica.

Antes de impartir su bendición "Urbi et Orbi", el pontífice dirigió en Mundovisión felicitación navideña haciendo un apremiante llamamiento a la solidaridad a favor de las comunidades necesitadas del subcontinente americano.

Como era lógico, comenzó pidiendo ayuda a favor "de los que todavía sufren por las consecuencias del terremoto devastador y la reciente epidemia de cólera en Haití".

Lugo pidió que no se olvide "a los que en Colombia y en Venezuela, como también en Guatemala y Costa Rica, han sido afectados por recientes calamidades naturales".

Por último, pidió que se impulse "el diálogo entre Nicaragua y Costa Rica", en referencia a la disputa fronteriza entre Costa Rica y Nicaragua, surgida en octubre, por las tareas de dragado que se llevan a cabo en el Río San Juan y el reclamo territorial de ambos países sobre Isla Calero.

En su felicitación en español, el Papa dijo: "¡Feliz Navidad! Que la Paz de Cristo reine en vuestros corazones, en la familias y en todos los pueblos".

Evangelio 29 de Diciembre de 2010

  • Primera Lectura: I Juan 2, 3-11
    "Quien ama a su hermano permanece en la luz"

    Hermanos queridos: Sabemos que conocemos a Dios, si cumplimos sus mandamientos. El que dice: «Yo lo conozco», pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. En cambio, el amor de Dios llega verdaderamente a su plenitud en aquel que cumple su palabra. Esta es la prueba de que estamos en él, pues el que dice que permanece en él, tiene que vivir como vivió él.
    Hermanos míos, el mandamiento acerca del que les escribo no es nuevo, sino un mandamiento antiguo, que tenían desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que oyeron. Sin embargo, el mandamiento acerca del que les escribo –que se realiza en él y en ustedes– es nuevo, en el sentido de que la oscuridad pasa y ya brilla la luz verdadera.
    Quien dice que habita en la luz y odia a su hermano, todavía habita en la oscuridad. Quien ama a su hermano, permanece en la luz y nada lo hará tropezar. Sin embargo, el que odia a su hermano habita en la oscuridad, camina en la oscuridad y no sabe adónde va, porque la oscuridad cegó sus ojos.

  • Salmo Responsorial: 95
    "Alégrese el cielo y goce la tierra."

    Canten al Señor un canto nuevo, que toda la tierra cante al Señor; canten al Señor, bendigan su nombre.
    R. Alégrese el cielo y goce la tierra.

    Celebren día tras día su victoria, propaguen su grandeza entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos.
    R. Alégrese el cielo y goce la tierra.

    El Señor hizo los cielos; majestad y esplendor están en su presencia, poder y belleza en su templo.
    R. Alégrese el cielo y goce la tierra.

  • Evangelio: Lucas 2, 22-35
    "Cristo es la luz que alumbra a las naciones"

    Cuando se cumplieron los días de la purificación prescrita por la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como prescribe la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor. Ofrecieron también en sacrificio, como dice la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.
    Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías enviado por el Señor. Vino, pues, al templo movido por el Espíritu y, cuando sus padres entraban con el niño Jesús para cumplir lo que mandaba la ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo:
    «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar que tu siervo muera en paz. Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, como luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».
    Su padre y su madre estaban admirados de las cosas que se decían de él. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
    «Mira, este niño hará que muchos caigan o se levanten en Israel. Será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón; así quedarán al descubierto las intenciones de muchos».

martes, 28 de diciembre de 2010

Evangelio 28 de Diciembre de 2010

  • Primera Lectura: I Juan 1, 5-10; 2, 1-2
    "La sangre de Cristo nos purifica de todo pecado"

    Queridos hermanos: Este es el mensaje que le hemos oído a Jesucristo y les anunciamos: Dios es luz y no hay en él oscuridad alguna. Si decimos que estamos en comunión con él, y andamos en oscuridad, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si caminamos en la luz como él, que está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
    Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no habita en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, Dios, que es justo y fiel, perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda maldad.
    Si decimos que no hemos pecado, hacemos pasar a Dios por mentiroso, y su palabra no habita en nosotros.
    Hijos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre un abogado, Jesucristo, el Justo. El se ha entregado como víctima por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino por los del mundo entero.

  • Salmo Responsorial: 123
    "Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador."

    Si el Señor no hubiera estado a nuestro favor cuando nos atacaron los hombres, nos habrían devorado vivos en el volcán de su ira.
    R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

    Nos habrían tragado las aguas, un torrente habría pasado sobre nosotros; habrían pasado sobre nosotros las aguas turbulentas.
    R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

    La red se rompió y pudimos escapar. Nuestro auxilio es el Señor, que hizo el cielo y la tierra.
    R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

  • Evangelio: Mateo 2, 13-18
    "Herodes mandó matar a todos los niños en Belén"

    Después que los Magos se fueron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
    «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
    José se levantó de noche, tomó al niño y a su madre, y partió hacia Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por el profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
    Entonces Herodes, viéndose burlado por los Magos, se enfureció tanto que mandó matar a todos los niños de Belén y de todos sus alrededores que tuvieran menos de dos años, conforme a la información que había recibido de los Magos. Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías:
    Se ha escuchado en Ramá un clamor, un gran llanto y lamento: es Raquel que llora por sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Mensaje de Navidad de Benedicto XVI

“¿Qué busca nuestro corazón si no una Verdad que sea Amor?”

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje navideño que dirigió a mediodía Benedicto XVI desde el balcón de la fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano antes de impartir la bendición "Urbi et Orbi".

* * *

"Verbum caro factum est" - "El Verbo se hizo carne" (Jn 1,14).

Queridos hermanos y hermanas que me escucháis en Roma y en el mundo entero, os anuncio con gozo el mensaje de la Navidad: Dios se ha hecho hombre, ha venido a habitar entre nosotros. Dios no está lejano: está cerca, más aún, es el "Emmanuel", el Dios-con-nosotros. No es un desconocido: tiene un rostro, el de Jesús.

Es un mensaje siempre nuevo, siempre sorprendente, porque supera nuestras más audaces esperanzas. Especialmente porque no es sólo un anuncio: es un acontecimiento, un suceso, que testigos fiables han visto, oído y tocado en la persona de Jesús de Nazaret. Al estar con Él, observando lo que hace y escuchando sus palabras, han reconocido en Jesús al Mesías; y, viéndolo resucitado después de haber sido crucificado, han tenido la certeza de que Él, verdadero hombre, era al mismo tiempo verdadero Dios, el Hijo unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad (cf. Jn1,14).

"El Verbo se hizo carne". Ante esta revelación, vuelve a surgir una vez más en nosotros la pregunta: ¿Cómo es posible? El Verbo y la carne son realidades opuestas; ¿cómo puede convertirse la Palabra eterna y omnipotente en un hombre frágil y mortal? No hay más que una respuesta: el Amor. El que ama quiere compartir con el amado, quiere estar unido a él, y la Sagrada Escritura nos presenta precisamente la gran historia del amor de Dios por su pueblo, que culmina en Jesucristo.

En realidad, Dios no cambia: es fiel a sí mismo. El que ha creado el mundo es el mismo que ha llamado a Abraham y que ha revelado el propio Nombre a Moisés: Yo soy el que soy... el Dios de Abraham, Isaac y Jacob... Dios misericordioso y piadoso, rico en amor y fidelidad (cf. Ex 3,14-15; 34,6). Dios no cambia, desde siempre y por siempre es Amor. Es en sí mismo comunión, unidad en la Trinidad, y cada una de sus obras y palabras tienden a la comunión. La encarnación es la cumbre de la creación. Cuando, por la voluntad del Padre y la acción del Espíritu Santo, se formó en el regazo de María Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, la creación alcanzó su cima. El principio ordenador del universo, el Logos, comenzó a existir en el mundo, en un tiempo y en un lugar.

"El Verbo se hizo carne". La luz de esta verdad se manifiesta a quien la acoge con fe, porque es un misterio de amor. Sólo los que se abren al amor son cubiertos por la luz de la Navidad. Así fue en la noche de Belén, y así también es hoy. La encarnación del Hijo de Dios es un acontecimiento que ha ocurrido en la historia, pero que al mismo tiempo la supera. En la noche del mundo se enciende una nueva luz, que se deja ver por los ojos sencillos de la fe, del corazón manso y humilde de quien espera al Salvador. Si la verdad fuera sólo una fórmula matemática, en cierto sentido se impondría por sí misma. Pero si la Verdad es Amor, pide la fe, el 'sí' de nuestro corazón”

Y, en efecto, ¿qué busca nuestro corazón si no una Verdad que sea Amor? La busca el niño, con sus preguntas tan desarmantes y estimulantes; la busca el joven, necesitado de encontrar el sentido profundo de la propia vida; la busca el hombre y la mujer en su madurez, para orientar y apoyar el compromiso en la familia y en el trabajo; la busca la persona anciana, para dar cumplimiento a la existencia terrenal.

"El Verbo se hizo carne". El anuncio de la Navidad es también luz para los pueblos, para el camino conjunto de la humanidad. El "Emmanuel", el Dios-con-nosotros, ha venido como Rey de justicia y de paz. Su Reino -lo sabemos- no es de este mundo, sin embargo, es más importante que todos los reinos de este mundo. Es como la levadura de la humanidad: si faltara, desaparecería la fuerza que lleva adelante el verdadero desarrollo, el impulso a colaborar por el bien común, al servicio desinteresado del prójimo, a la lucha pacífica por la justicia. Creer en el Dios que ha querido compartir nuestra historia es un constante estímulo a comprometerse en ella, incluso entre sus contradicciones. Es motivo de esperanza para todos aquellos cuya dignidad es ofendida y violada, porque Aquel que ha nacido en Belén ha venido a liberar al hombre de la raíz de toda esclavitud.

Que la luz de la Navidad resplandezca de nuevo en aquella Tierra donde Jesús ha nacido e inspire a israelíes y palestinos a buscar una convivencia justa y pacífica. Que el anuncio consolador de la llegada del Emmanuel alivie el dolor y conforte en las pruebas a las queridas comunidades cristianas en Irak y en todo Oriente Medio, dándoles aliento y esperanza para el futuro, y animando a los responsables de las Naciones a una solidaridad efectiva para con ellas. Que se haga esto también en favor de los que todavía sufren por las consecuencias del terremoto devastador y la reciente epidemia de cólera en Haití. Y que tampoco se olvide a los que en Colombia y en Venezuela, como también en Guatemala y Costa Rica, han sido afectados por recientes calamidades naturales.

Que el nacimiento del Salvador abra perspectivas de paz duradera y de auténtico progreso a las poblaciones de Somalia, de Darfur y Costa de Marfil; que promueva la estabilidad política y social en Madagascar; que lleve seguridad y respeto de los derechos humanos en Afganistán y Pakistán; que impulse el diálogo entre Nicaragua y Costa Rica; que favorezca la reconciliación en la Península coreana.

Que la celebración del nacimiento del Redentor refuerce el espíritu de fe, paciencia y fortaleza en los fieles de la Iglesia en la China continental, para que no se desanimen por las limitaciones a su libertad de religión y conciencia y, perseverando en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, mantengan viva la llama de la esperanza. Que el amor del "Dios con nosotros" otorgue perseverancia a todas las comunidades cristianas que sufren discriminación y persecución, e inspire a los líderes políticos y religiosos a comprometerse por el pleno respeto de la libertad religiosa de todos.

Queridos hermanos y hermanas, "el Verbo se hizo carne", ha venido a habitar entre nosotros, es el Emmanuel, el Dios que se nos ha hecho cercano. Contemplemos juntos este gran misterio de amor, dejémonos iluminar el corazón por la luz que brilla en la gruta de Belén. ¡Feliz Navidad a todos!


[Traducción distribuida por la Santa Sede

© Libreria Editrice Vaticana]

Evangelio 27 de Diciembre de 2010

  • Primera Lectura: I Juan 1,1-4
    "Les anunciamos lo que hemos visto y oído"

    Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida, –pues la vida se manifestó y nosotros la hemos visto y damos testimonio, y les anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó–; lo que hemos visto y oído, eso les anunciamos para que también ustedes estén en comunión con nosotros. Nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Les escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa.

  • Salmo Responsorial: 96
    "Alégrense, justos, con el Señor"

    El Señor es rey: ¡que se alegre la tierra y salten de gozo los innumerables pueblos lejanos! Está rodeado de nubes y bruma, la justicia y el derecho son la base de su trono.
    R. Alégrense, justos, con el Señor.

    Las montañas se derriten como cera en presencia del Señor, en presencia del dueño de toda la tierra. Los cielos pregonan su fuerza salvadora y todos los pueblos ven su grandeza.
    R. Alégrense, justos, con el Señor.

    Una luz amanece para el justo, la alegría para los hombres honrados. Alégrense, justos, con el Señor; alaben su santo nombre.
    R. Alégrense, justos, con el Señor.

  • Evangelio: Juan 20, 2-8
    "El otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro"

    El primer día después del sábado, María Magdalena regresó corriendo donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
    «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
    Pedro y el otro discípulo fueron rápidamente al sepulcro. Salieron corriendo los dos juntos, pero el otro discípulo se adelantó a Pedro y llegó antes que él. Al asomarse al interior comprobó que las vendas estaban allí; pero no entró. Siguiéndole los pasos llegó Simón Pedro que entró en el sepulcro, y observó que las vendas de lino estaban allí. Estaba también el lienzo que habían colocado sobre la cabeza de Jesús, pero no estaba con las vendas, sino doblado y colocado aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó.