sábado, 25 de septiembre de 2010

Evangelio 26 de Septiembre de 2010

  • Primera Lectura: Amós 6, 1a. 4-7
    "Los disolutos encabezarán la cuerda de cautivos"

    Así dice el Señor todopoderoso: "¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria!

    Os acostáis en lechos de marfil; arrellanados en divanes,

    coméis carneros del rebaño

    y terneras del establo;

    canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales;

    bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José.

    Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos."

  • Salmo Responsorial: 145
    "Alaba, alma mía, al Señor."

    Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos, él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R.

    El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R.

    Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

  • Segunda Lectura: I Timoteo 6, 11-16
    "Guarda el mandamiento hasta la manifestación del Señor"

    Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza.

    Combate el buen combate de la fe.

    Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos.

    En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver.

    A él honor e imperio eterno. Amén.

  • Evangelio: Lucas 16, 19-31
    "Recibiste bienes y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces"

    En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de purpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.

    Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.

    Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.

    Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.

    Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. "

    Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.

    Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."

    El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento."

    Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen."

    El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.

    Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""

viernes, 24 de septiembre de 2010

Ayunar para preparar la visita del Papa, propone el arzobispo de Santiago

SANTIAGO DE COMPOSTELA, jueves 23 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, ha propuesto ayunar el día anterior a la visita del Papa para prepararse interiormente y ayudar al mismo tiempo a los más necesitados.

Su propuesta aparece en una carta pastoral que el prelado acaba de enviar a las parroquias y casas religiosas de la diócesis, en la que invita a todos los diocesanos a participar en la peregrinación de Benedicto XVI a Santiago de Benedicto XVI.

“Con el ánimo de preparación espiritual, os animo a ayunar el día 5 de noviembre, ofreciendo una aportación económica a Caritas diocesana para que con lo recaudado se pueda ayudar a las personas más necesitadas”, señala la misiva.

El arzobispo también propone otras iniciativas espirituales y pastorales para preparar el viaje: formación en las catequesis y encuentros pastorales, celebración semanal de un acto eucarístico en la catedral, parroquias y casas religiosas de Santiago y rezo del rosario encomendando los frutos espirituales y pastorales de la peregrinación.

“Os ruego que se celebren según las posibilidades de la Liturgia Santas Misas por las intenciones del Papa”, añade.

Monseñor Barrio también invita a sus diocesanos a acompañar a Benedicto XVI en el recorrido que hará en papamóvil desde el aeropuerto a la plaza del Obradoiro.

“La peregrinación del Papa es un gesto que hemos de agradecerle vivamente acompañándole con nuestra oración y con nuestra presencia”, destaca.

“Es posible pensar que las condiciones meteorológicas en ese día no sean las que nosotros desearíamos pero, en todo caso, esto no debe ser un obstáculo para no participar personalmente en este acontecimiento”, afirma.

Y añade: “Hemos de acompañar al Papa desde el aeropuerto hasta la Catedral, recorrido en el que todas las personas que lo deseen podrán verle”.

En la carta, el arzobispo de Santiago recuerda que “es la primera vez que un Papa en la historia de los Años Santos Compostelanos ha querido venir expresamente para hacerse peregrino con los numerosos peregrinos que están llegando para participar en las gracias jubilares”.

“Sin duda es un acontecimiento de gracia y una oportunidad histórica en el peregrinar de nuestra Archidiócesis para manifestar personalmente nuestra comunión con el Sucesor de Pedro y nuestra adhesión a él”, afirma.

La visita de Benedicto XVI a Santiago constará de tres actos públicos. Llegará el sábado 6 de noviembre a media mañana al aeropuerto de Lavacolla, informó el arzobispado.

Allí será recibido oficialmente por miembros de la Casa Real y autoridades eclesiásticas y civiles, nacionales, autonómicas y locales.

Tras desplazarse en papamóvil desde el aeropuerto hasta la ciudad, y entrará en la catedral por la puerta de Azabachería, como peregrino de la fe y testigo de Cristo Resucitado.

Tendrá oportunidad de rezar en la Capilla de la Comunión, contemplar el Pórtico de la Gloria, rezar ante la Tumba del Apóstol Santiago, pasar por la Puerta Santa, abrazar al Apóstol, dirigir unas palabras a los asistentes y disfrutar del Botafumeiro.

Enfermos, niños y ancianos serán los asistentes a este acto que se desarrollará en el interior de la Basílica Compostelana.

Después de comer y descansar en el palacio arzobispal, presidirá una misa en la plaza de la catedral.

Y a última hora de la tarde, se dirigirá a Lavacolla, donde será despedido por un reducido número de autoridades y viajará hasta Barcelona.

Colaboración material

Al aeropuerto de la Ciudad Condal tiene previsto llegar a las 21 horas de ese mismo sábado.

También el arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach, ha pedido que se participe personalmente en la dedicación del templo de la Sagrada Familia y se salude al Papa por los calles y plazas por los que pase.

En una exhortación pastoral titulada Con el Papa empezamos un nuevo curso, señala que “el Santo Padre dejará el Vaticano para venir a visitarnos” y “nosotros tenemos que acogerlo saliendo de nuestra casa, dejando nuestros pueblos y nuestras ciudades”.

El purpurado pide que se rece la oración y se trabajen las catequesis preparadas para la visita, así como que “las parroquias y comunidades tengan muy presente la visita del Papa en la oración, especialmente en las eucaristías dominicales”.

Para preparar el acontecimiento desde un punto de vista más material, el arzobispado ha abierto una cuenta corriente para recoger donativos para los gastos de la visita y ha pedido voluntarios, como también lo ha hecho el arzobispado de Santiago, para colaborar en la organización.


Evangelio 25 de Septiembre de 2010

  • Primera Lectura: Eclesiastés 11, 9-12, 8
    "Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud,"

    Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón, de lo que atrae a los ojos; y sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo.

    Rechaza las penas del corazón y rehuye los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras.

    Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud, antes de que lleguen los días aciagos

    y alcances los años en que dirás: "No les saco gusto."

    Antes de que se oscurezca la luz del sol, la luna y las estrellas, y a la lluvia siga el nublado.

    Ese día temblarán los guardianes de casa y los robustos se encorvarán, las que muelen serán pocas y se pararán, las que miran por las ventanas se ofuscarán, las puertas de la calle se cerrarán y el ruido del molino se apagará, se debilitará el canto de los pájaros, las canciones se Irán callando, darán miedo las alturas y rondarán los terrores.

    Cuando florezca el almendro, y se arrastre la langosta, y no dé gusto la alcaparra, porque el hombre marcha a la morada eterna, y el cortejo fúnebre recorre las calles.

    Antes de que se rompa el hilo de planta, y se destroce la copa de oro, y se quiebre el cántaro en la fuente, y se raje la polea del pozo, y el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio.

    Vanidad de vanidades, dice Qohelet, todo es vanidad.

  • Salmo Responsorial: 89
    "Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación."

    Tú reduces el hombre a polvo, / diciendo: "Retornad, hijos de Adán." / Mil años en tu presencia / son un ayer, que pasó; / una vela nocturna. R.

    Los siembras año por año, / como hierba que se renueva: / que florece y se renueva por la mañana, / y por la tarde la siegan y se seca. R.

    Enséñanos a calcular nuestros años / para que adquiramos un corazón sensato. / Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? / Ten compasión de tus siervos. R.

    Por la mañana sácianos de tu misericordia, / y toda nuestra vida será alegría y júbilo. / Baje a nosotros la bondad del Señor / y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.

  • Evangelio: Lucas 9, 43b-45
    "Al Hijo del hombre lo van a entregar. Les daba miedo preguntarle sobre el asunto"

    En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto".

jueves, 23 de septiembre de 2010

Evangelio 24 de Septiembre de 2010

  • Primera Lectura: Eclesiastés 3, 1-11
    "Todas las tareas bajo el sol tienen su sazón"

    Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de derruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de desechar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.

  • Salmo Responsorial: 143
    "Bendito el Señor, mi Roca."

    Bendito el Señor, mi Roca, / mi bienhechor, mi alcázar, / baluarte donde me pongo a salvo, / mi escudo y mi refugio. R.

    Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?; / ¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos? / El hombre es igual que un soplo; / sus días, una sombra que pasa. R.

  • Evangelio: Lucas 9, 18-22
    "Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho"

    Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas". El les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios". El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar el tercer día".

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Benedicto XVI: he hablado al corazón de todos los ingleses

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la intervención del Papa Benedicto XVI durante la Audiencia General, celebrada en la Plaza de San Pedro, con los miles de peregrinos procedentes de todo el mundo.

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Queridos hermanos y hermanas

Hoy quisiera detenerme a hablar del viaje apostólico en el Reino Unido, que Dios me ha concedido realizar en estos días pasados. Ha sido una visita oficial y, al mismo tiempo, una peregrinación al corazón de la historia y del hoy de un pueblo rico de cultura y de fe, como lo es el británico. Se ha tratado de un acontecimiento histórico, que ha marcado una nueva fase importante en la larga y compleja historia de las relaciones entre esas poblaciones y la Santa Sede. El objetivo principal d la visita era el de proclamar beato al cardenal John Henry Newman, uno de los ingleses más grandes de los tiempos recientes, insigne teólogo y hombre de Iglesia. En efecto, la ceremonia de beatificación representó el momento principal del viaje apostólico, cuyo tema estaba inspirado en el lema de la insignia cardenalicia del beato Newman: “El corazón habla al corazón”. Y en las cuatro intensas y bellísimas jornadas transcurridas en esa noble tierra tuve la gran alegría de hablar al corazón de los habitantes del Reino Unido, y ellos han hablado al mío, especialmente con su presencia y con el testimonio de su fe. Pude de hecho constatar cómo la herencia cristiana es aún fuerte e incluso activa en todos los estratos de la vida social. El corazón de los británicos y su existencia están abiertos a la realidad de Dios y hay numerosas expresiones de religiosidad que esta visita mía ha puesto aún más en evidencia.

Desde el primer día de mi permanencia en el Reino Unido, y durante todo el periodo de mi estancia, he recibido en todas partes una calurosa acogida por parte de las Autoridades, de los representantes de las diversas realidades sociales, de los representantes de las diversas Confesiones religiosas y especialmente de la gente común. Pienso de modo particular en los fieles de la Comunidad católica y en sus Pastores que, aún siendo minoría en el país, son muy apreciados y considerados, comprometidos en el anuncio gozoso de Jesucristo, haciendo resplandecer al Señor y haciéndose su voz especialmente entre los últimos. A todos renuevo la expresión de mi profunda gratitud, por el entusiasmo demostrado y por la encomiable diligencia con la que han trabajado por el éxito de esta visita mía, cuyo recuerdo conservaré para siempre en mi corazón.

La primera cita fue en Edimburgo con Su Majestad la Reina Isabel II, que juntamente con su Consorte, el Duque de Edimburgo, me acogió con gran cortesía en nombre de todo el pueblo británico. Se trató de un encuentro muy cordial, caracterizado por compartir algunas profundas preocupaciones por el bienestar de los pueblos del mundo y por el papel de los valores cristianos en la sociedad. En la histórica capital de Escocia pude admirar las bellezas artísticas, testimonio de una rica tradición y de profundas raíces cristianas. Hice referencia a esto en el discurso a Su Majestad y a las Autoridades presentes, recordando que el mensaje cristiano se ha convertido en parte integrante de la lengua, del pensamiento y de la cultura de los pueblos de esas Islas. Hablé también del papel que Gran Bretaña ha tenido y sigue teniendo en el panorama internacional, mencionando la importancia de los pasos llevados a cabo para una pacificación justa y duradera en Irlanda del Norte.

La atmósfera de fiesta y de alegría creada por los jóvenes y por los niños alegró la etapa de Edimburgo. Al llegar después a Glasgow, ciudad embellecida por encantadores parques, presidí la primera Santa Misa del viaje precisamente en el Bellahouston Park. Fue un momento de intensa espiritualidad, muy importante para los católicos del país, también considerando el hecho de que en aquel día se celebraba la fiesta litúrgica de san Ninian, primer evangelizador de Escocia. En esa asamblea litúrgica reunida en oración atenta y compartida, hecha aún más solemne por las melodías tradicionales y los cantos pegadizos, recordé la importancia de la evangelización de la cultura, especialmente en nuestra época en la que un relativismo penetrante amenaza con oscurecer la inmutable verdad sobre la naturaleza del hombre.

En la segunda jornada comencé la visita a Londres. Allí encontré en primer lugar al mundo de la educación católica, que tiene un papel relevante en el sistema de instrucción de ese país. En un autentico clima de familia hablé a los educadores, recordando la importancia de la fe en la formación de ciudadanos maduros y responsables. A los numerosos adolescentes y jóvenes, que me acogieron con alegría y entusiasmo, les propuse que no persigan objetivos limitados, contentándose con elecciones cómodas, sino de apuntar hacia algo más grande, es decir, la búsqueda de la verdadera felicidad que se encuentra sólo en Dios. En la cita siguiente con los responsables de las demás religiones mayormente presentes en el Reino Unido, recordé la ineludible necesidad de un diálogo sincero, que necesita el respeto del principio de reciprocidad para que sea plenamente fructífero. Al mismo tiempo, puse de manifiesto la búsqueda de lo sagrado como terreno común a todas las religiones sobre el que reforzar la amistad, la confianza y la colaboración.

La visita fraternal al Arzobispo de Canterbury fue la ocasión para reafirmar el compromiso común de dar testimonio del mensaje cristiano que une a católicos y anglicanos. Fue seguido por uno de los momentos más significativos del viaje apostólico: el encuentro en el gran salón del Parlamento británico con personalidades institucionales, políticas, diplomáticas, académicas, religiosas, representantes del mundo cultural y empresarial. En ese lugar tan prestigioso subrayé que la religión, para los legisladores, no debe representar un problema que resolver, sino un factor que contribuye de forma vital al camino histórico y al debate público de la nación, en particular al recordar la importancia esencial del fundamento ético para las decisiones en los diversos sectores de la vida social.

En ese mismo clima solemne, me dirigí después a la Abadía de Westminster: por primera vez un Sucesor de Pedro en el lugar de culto símbolo de las antiquísimas raíces cristianas del país. El rezo de la oración de las Vísperas, junto a las diversas comunidades cristianas del Reino Unido, representó un momento importante en las relaciones entre la Comunidad católica y la Comunión anglicana. Cuando veneramos juntos la tumba de san Eduardo el confesor, mientras el coro cantaba: Congregavit nos in unum Christi amor, alabó a Dios, que nos conduce en el camino de la unidad plena.

En la mañana del sábado, la cita con el Primer Ministro abrió la serie de encuentros con los mayores representantes del mundo político británico. Fue seguida de la celebración eucarística en la catedral de Westminster, dedicada a la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor. Fue un extraordinario momento de fe y de oración – que puso de manifiesto la rica y preciosa tradición de música litúrgica “romana” e “inglesa” – a la que tomaron parte los diversos componentes eclesiales, espiritualmente unidas a las multitudes de creyentes de la larga historia cristiana de esa tierra. Es grande mi alegría por haber encontrado un gran número de jóvenes que participaban en la Santa Misa desde el exterior de la catedral. Con su presencia llena de entusiasmo y a la vez atenta y ansiosa, demostraron querer ser los protagonistas de una nueva etapa de valiente testimonio, de solidaridad con los hechos, de generoso compromiso al servicio del Evangelio.

En la Nunciatura Apostólica me encontré con algunas víctimas de abusos por parte de miembros del clero y de religiosos. Fue un momento intenso de conmoción y de oración. Poco después, me encontré también con un grupo de profesionales y voluntarios responsables de la protección de los niños y de los jóvenes en los ambientes eclesiales, un aspecto particularmente importante y presente en el compromiso pastoral de la Iglesia. Les di las gracias y les animé a continuar su trabajo, que se inserta en la larga tradición de la Iglesia de cuidado por el respeto, la educación y la formación de las nuevas generaciones. Siempre en Londres, visité el asilo de ancianos que regentan las Hermanitas de los Pobres, con la preciosa aportación de numerosas enfermeras y voluntarios. Esta estructura de acogida es signo de la gran consideración que la Iglesia ha tenido siempre por el anciano, como también expresión del compromiso de los católicos británicos en el respeto a la vida sin tener en cuenta la edad o las condiciones.

Como decía, el culmen de mi visita al Reino Unido fue la beatificación del cardenal John Henry Newman, ilustre hijo de Inglaterra. Ésta fue precedida y preparada por una vigilia especial de oración que tuvo lugar el sábado por la noche en Londres, en el Hyde Park, en una atmósfera de profundo recogimiento. A la multitud de los fieles, especialmente los jóvenes, quise volver a proponer la luminosa figura del cardenal Newman, intelectual y creyente, cuyo mensaje espiritual se puede resumir en el testimonio de que el camino del conocimiento no es cerrazón en el propio “yo”, sino que es apertura, conversión y obediencia a Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida. El rito de beatificación tuvo lugar en Birmingham, durante la solemne Celebración eucarística dominical, con la presencia de una gran muchedumbre procedente de toda Gran Bretaña y de Irlanda, con representaciones de muchos otros países. Este impresionante acontecimiento ha puesto aún más de relieve a un erudito de gran talla, un insigne escritor y poeta, un sabio hombre de Dios, cuyo pensamiento iluminó muchas conciencias y que aún hoy ejerce una fascinación extraordinaria. Que en él, en particular, se inspiren los creyentes y las comunidades eclesiales del Reino Unido, para que también en nuestros días esa noble tierra siga produciendo frutos abundantes de vida evangélica.

El encuentro con la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales y con la de Escocia concluyó una jornada de gran fiesta y de intensa comunión de corazones para la comunidad católica en Gran Bretaña.

Queridos hermanos y hermanas, en esta visita mía al Reino Unido, como siempre quise sostener en primer lugar a la comunidad católica, animándola a trabajar sin descanso para defender las verdades morales inmutables que, retomadas, iluminadas y confirmadas por el Evangelio, están a la base de una sociedad verdaderamente humana, justa y libre. He querido también hablar al corazón de todos los habitantes del Reino Unido, sin excluir a nadie, de la verdadera realidad del hombre, de sus necesidades más profundas, de su destino último. Al dirigirme a los ciudadanos de ese país, encrucijada de la cultura y de la economía mundial, tuve presente a todo Occidente, dialogando con las razones de esta civilización y comunicando la perenne novedad del Evangelio, de la que ésta está impregnada. Este viaje apostólico ha confirmado en mí una convicción profunda: las antiguas naciones de Europa tienen un alma cristiana, que constituye una unidad con el “genio” y la historia de los respectivos pueblos, y la Iglesia no deja de trabajar para mantener continuamente en pie esta tradición espiritual y cultural.

El beato John Henry Newman, cuya figura y escritor conservan aún una actualidad extraordinaria, merece ser conocido por todos. Que él sostenga los propósitos y los esfuerzos de los cristianos para “difundir en todas partes el perfume de Cristo, para que toda su vida sea sólo una irradiación de la suya”, como escribía sabiamente en su libro Irradiar a Cristo.

Evangelio 23 de Septiembre de 2010

  • Primera Lectura: Eclesiastés 1, 2-11
    "Nada hay nuevo bajo el sol"

    ¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol? Una generación se va, otra generación viene, mientras la tierra siempre está quieta.

    Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de allí vuelve a salir. Camina al sur, gira al norte, gira y gira y camina el viento.

    Todos los ríos caminan al mar, y el mar no se llena; llegados al sitio adonde caminan, desde allí vuelven a caminar.

    Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír.

    Lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol.

    Si de algo se dice: "Mira, esto es nuevo", ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.

  • Salmo Responsorial: 89
    "Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación."

    Tú reduces el hombre a polvo, / diciendo: "Retornad, hijos de Adán." / Mil años en tu presencia / son un ayer, que pasó; / una vela nocturna. R.

    Los siembras año por año, / como hierba que se renueva: / que florece y se renueva por la mañana, / y por la tarde la siegan y se seca. R.

    Enséñanos a calcular nuestros años, / para que adquiramos un corazón sensato. / Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? / Ten compasión de tus siervos. R.

    Por la mañana sácianos de tu misericordia, / y toda nuestra vida será alegría y júbilo. / Baje a nosotros la bondad del Señor / y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.

  • Evangelio: Lucas 9, 7-9
    "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?"

    En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo.

martes, 21 de septiembre de 2010

Evangelio 22 de Septiembre de 2010

  • Primera Lectura: Proverbios 30, 5-9
    "No me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan"

    La palabra de Dios es acendrada, él es escudo para los que se refugian en él.

    No añadas nada a sus palabras, porque te replicará y quedarás por mentiroso.

    Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes de morir: aleja de mí falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: "¿Quién es el Señor?"; no sea que, necesitando, robe y blasfeme el nombre de mi Dios.

  • Salmo Responsorial: 118
    "Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor."

    Apártame del camino falso, / y dame la gracia de tu voluntad. R.

    Más estimo yo los preceptos de tu boca / que miles de monedas de oro y plata. R.

    Tu palabra, Señor, es eterna, / más estable que el cielo. R.

    Aparto mi pie de toda senda mala, / para guardar tu palabra. R.

    Considero tus decretos, / y odio el camino de la mentira. R.

    Detesto y aborrezco la mentira, / y amo tu voluntad. R.

  • Evangelio: Lucas 9, 1-6
    "Los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos"

    En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: "No llevéis nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa".

    Ellos de pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Evangelio 21 de Septiembre de 2010

  • Primera Lectura: Efesios 4,1-7.11-13
    "Él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, evangelizadores"

    Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.

    Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

  • Salmo Responsorial: 18
    "A toda la tierra alcanza su pregón."

    El cielo proclama la gloria de Dios, / el firmamento pregona la obra de sus manos: / el día al día le pasa el mensaje, / la noche a la noche se lo susurra. R.

    Sin que hablen, sin que pronuncien, / sin que resuene su voz, / a toda la tierra alcanza su pregón / y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.

  • Evangelio: Mateo 9,9-13
    "Sígueme. Él se levantó y lo siguió"

    En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."

domingo, 19 de septiembre de 2010

El Papa en Gran Bretaña: Despedida en el aeropuerto

BIRMINGHAM, domingo 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el último discurso del Papa Benedicto XVI en tierras británicas, al despedirse del Primer Ministro David Cameron y de las autoridades que le acompañaron al aeropuerto internacional de Birmingham.

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Señor Primer Ministro

Le agradezco sus cordiales palabras de despedida en nombre del Gobierno de Su Majestad y del pueblo del Reino Unido. Estoy muy agradecido por el intenso trabajo de preparación, tanto del Gobierno actual como del precedente, del servicio civil, de las autoridades locales y la policía, y de los numerosos voluntarios que pacientemente han ayudado a preparar los eventos de estos cuatro días. Gracias por vuestra calurosa acogida y por la hospitalidad que me habéis dispensado.

En el tiempo que he estado con vosotros, he encontrado a representantes de muchas comunidades, culturas, lenguas y religiones que componen la sociedad Británica. La gran diversidad de la moderna Gran Bretaña es un desafío para su Gobierno y su pueblo, pero también representa una gran oportunidad de mayor diálogo intercultural e interreligioso que enriquecerá a toda la comunidad.

En estos días, he agradecido la oportunidad de encontrarme con Su Majestad la Reina, así como con usted y otros líderes políticos, y hablar sobre cuestiones de mutuo interés, tanto internas como externas. Me he sentido particularmente honrado al recibir la invitación para dirigirme a las dos Cámaras del Parlamento en el histórico recinto de Westminster Hall. Deseo sinceramente que estos encuentros contribuyan a confirmar y fortalecer las excelentes relaciones entre la Santa Sede y el Reino Unido, especialmente en la cooperación para el desarrollo internacional, el cuidado del medio ambiente y la construcción de una sociedad civil con un renovado sentido de valores compartidos y metas comunes.

Fue asimismo una satisfacción visitar a Su Gracia, el Arzobispo de Canterbury, y a los Obispos de la Iglesia de Inglaterra, orando posteriormente con ellos y nuestros hermanos cristianos en los sugerentes alrededores de la Abadía de Westminster, un lugar que habla con mucha elocuencia de las tradiciones y cultura que compartimos. Puesto que Gran Bretaña acoge a muchas tradiciones religiosas, he agradecido la oportunidad de encontrar a sus representantes y compartir con ellos algunas ideas acerca de la contribución que las religiones pueden ofrecer al desarrollo de una sana sociedad plural.

Naturalmente, mi visita ha estado dirigida de un modo especial a los católicos del Reino Unido. Aprecio muchísimo el tiempo que he pasado con los Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, y con los profesores, alumnos y personas mayores. Ha sido especialmente conmovedor celebrar con ellos, aquí en Birmingham, la beatificación de un gran hijo de Inglaterra, el Cardenal John Henry Newman. Estoy convencido de que, con su vasto legado de escritos académicos y espirituales, tiene todavía mucho que enseñarnos sobre la vida y el testimonio cristiano en medio de los desafíos del mundo actual, desafíos que él previó con sorprendente claridad.

Al despedirme de vosotros, os aseguro una vez más mis mejores deseos y oraciones por la paz y prosperidad de Gran Bretaña. Muchísimas gracias y que Dios os bendiga a todos.

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Telegrama a la Reina en el momento de dejar Gran Bretaña



SU MAJESTAD LA REINA ISABEL II
Al salir de Reino Unido a la conclusión de mi visita apostólica renuevo mi profunda gratitud a Su Majestad por la acogida amable y las múltiples atenciones que usted, su Gobierno y el pueblo británico me han brindado durante mi estancia (.) Pido al Dios Altísimo que guíe a la nación de acuerdo con su voluntad y que la confirme siempre en los caminos de la justicia, la libertad y la paz (.) Sobre todos invoco de corazón las abundantes bendiciones del Señor.



BENEDICTUS PP. XVI

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El Papa en Gran Bretaña: La Eucaristía, corazón de la Iglesia

LONDRES, sábado 18 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que el Papa pronunció hoy durante la Misa en la catedral católica de Westminster, dedicada a la Preciosísima Sangre de Cristo.

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Queridos amigos en Cristo

Os saludo a todos con alegría en el Señor y os doy las gracias por vuestra calurosa acogida. Agradezco al Arzobispo Nichols sus palabras de bienvenida de vuestra parte. Verdaderamente, en este encuentro entre el Sucesor de Pedro y los fieles de Gran Bretaña, "el corazón habla al corazón", gozándonos en el amor de Cristo y en la común profesión de la fe católica que nos viene de los Apóstoles. Me alegra especialmente que nuestro encuentro tenga lugar en esta catedral dedicada a la Preciosísima Sangre, que es el signo de la misericordia redentora de Dios derramada en el mundo por la pasión, muerte y resurrección de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. De manera particular, saludo al Arzobispo de Canterbury, quien nos honra con su presencia.

Quien visita esta Catedral no puede dejar de sorprenderse por el gran crucifijo que domina la nave, que reproduce el cuerpo de Cristo, triturado por el sufrimiento, abrumado por la tristeza, víctima inocente cuya muerte nos ha reconciliado con el Padre y nos ha hecho partícipes en la vida misma de Dios. Los brazos extendidos del Señor parecen abrazar toda esta iglesia, elevando al Padre a todos los fieles que se reúnen en torno al altar del sacrificio eucarístico y que participan de sus frutos. El Señor crucificado está por encima y delante de nosotros como la fuente de nuestra vida y salvación, "sumo sacerdote de los bienes definitivos", como lo designa el autor de la Carta a los Hebreos en la primera lectura de hoy (Hb 9,11).

A la sombra, por decirlo así, de esta impactante imagen, deseo reflexionar sobre la palabra de Dios que se acaba de proclamar y profundizar en el misterio de la Preciosa Sangre. Porque ese misterio nos lleva a ver la unidad entre el sacrificio de Cristo en la cruz, el sacrificio eucarístico que ha entregado a su Iglesia y su sacerdocio eterno. Él, sentado a la derecha del Padre, intercede incesantemente por nosotros, los miembros de su cuerpo místico.

Comencemos con el sacrificio de la Cruz. La efusión de la sangre de Cristo es la fuente de la vida de la Iglesia. San Juan, como sabemos, ve en el agua y la sangre que manaba del cuerpo de nuestro Señor la fuente de esa vida divina, que otorga el Espíritu Santo y se nos comunica en los sacramentos (Jn 19,34; cf. 1 Jn 1,7; 5,6-7). La Carta a los Hebreos extrae, podríamos decir, las implicaciones litúrgicas de este misterio. Jesús, por su sufrimiento y muerte, con su entrega en virtud del Espíritu eterno, se ha convertido en nuestro sumo sacerdote y "mediador de una alianza nueva" (Hb 9,15). Estas palabras evocan las palabras de nuestro Señor en la Última Cena, cuando instituyó la Eucaristía como el sacramento de su cuerpo, entregado por nosotros, y su sangre, la sangre de la alianza nueva y eterna, derramada para el perdón de los pecados (cf. Mc 14,24; Mt 26,28; Lc 22,20).

Fiel al mandato de Cristo de "hacer esto en memoria mía" (Lc 22,19), la Iglesia en todo tiempo y lugar celebra la Eucaristía hasta que el Señor vuelva en la gloria, alegrándose de su presencia sacramental y aprovechando el poder de su sacrificio salvador para la redención del mundo. La realidad del sacrificio eucarístico ha estado siempre en el corazón de la fe católica; cuestionada en el siglo XVI, fue solemnemente reafirmada en el Concilio de Trento en el contexto de nuestra justificación en Cristo. Aquí en Inglaterra, como sabemos, hubo muchos que defendieron incondicionalmente la Misa, a menudo a un precio costoso, incrementando la devoción a la Santísima Eucaristía, que ha sido un sello distintivo del catolicismo en estas tierras.

El sacrificio eucarístico del Cuerpo y la Sangre de Cristo abraza a su vez el misterio de la pasión de nuestro Señor, que continúa en los miembros de su Cuerpo místico, en la Iglesia en cada época. El gran crucifijo que aquí se yergue sobre nosotros, nos recuerda que Cristo, nuestro sumo y eterno sacerdote, une cada día a los méritos infinitos de su sacrificio nuestros proprios sacrificios, sufrimientos, necesidades, esperanzas y aspiraciones. Por Cristo, con Él y en Él, presentamos nuestros cuerpos como sacrificio santo y agradable a Dios (cf. Rm 12,1). En este sentido, nos asociamos a su ofrenda eterna, completando, como dice San Pablo, en nuestra carne lo que falta a los dolores de Cristo en favor de su cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col 1,24). En la vida de la Iglesia, en sus pruebas y tribulaciones, Cristo continúa, según la expresión genial de Pascal, estando en agonía hasta el fin del mundo (Pensées, 553, ed. Brunschvicg).

Vemos este aspecto del misterio de la Sangre Preciosa de Cristo actualizado de forma elocuente por los mártires de todos los tiempos, que bebieron el cáliz que Cristo mismo bebió, y cuya propia sangre, derramada en unión con su sacrificio, da nueva vida a la Iglesia. También se refleja en nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo que aun hoy sufren discriminación y persecución por su fe cristiana. También está presente, con frecuencia de forma oculta, en el sufrimiento de cada cristiano que diariamente une sus sacrificios a los del Señor para la santificación de la Iglesia y la redención del mundo. Pienso ahora de manera especial en todos los que se unen espiritualmente a esta celebración eucarística y, en particular, en los enfermos, los ancianos, los discapacitados y los que sufren mental y espiritualmente.

Pienso también en el inmenso sufrimiento causado por el abuso de menores, especialmente por los ministros de la Iglesia. Por encima de todo, quiero manifestar mi profundo pesar a las víctimas inocentes de estos crímenes atroces, junto con mi esperanza de que el poder de la gracia de Cristo, su sacrificio de reconciliación, traerá la curación profunda y la paz a sus vidas. Asimismo, reconozco con vosotros la vergüenza y la humillación que todos hemos sufrido a causa de estos pecados; y os invito a presentarlas al Señor, confiando que este castigo contribuirá a la sanación de las víctimas, a la purificación de la Iglesia y a la renovación de su inveterado compromiso con la educación y la atención de los jóvenes. Agradezco los esfuerzos realizados para afrontar este problema de manera responsable, y os pido a todos que os preocupéis de las víctimas y os compadezcáis de vuestros sacerdotes.

Queridos amigos, volvamos a la contemplación del gran crucifijo que se alza por encima de nosotros. Las manos de Nuestro Señor, extendidas en la Cruz, nos invitan también a contemplar nuestra participación en su sacerdocio eterno y por lo tanto nuestra responsabilidad, como miembros de su cuerpo, para que la fuerza reconciliadora de su sacrificio llegue al mundo en que vivimos. El Concilio Vaticano II habló elocuentemente sobre el papel indispensable que los laicos deben desempeñar en la misión de la Iglesia, esforzándose por ser fermento del Evangelio en la sociedad y trabajar por el progreso del Reino de Dios en el mundo (cf. Lumen gentium, 31; Apostolicam actuositatem, 7). La exhortación conciliar a los laicos, para que, en virtud de su bautismo, participen en la misión de Cristo, se hizo eco de las intuiciones y enseñanzas de John Henry Newman. Que las profundas ideas de este gran inglés sigan inspirando a todos los seguidores de Cristo en esta tierra, para que configuren su pensamiento, palabra y obras con Cristo, y trabajen decididamente en la defensa de las verdades morales inmutables que, asumidas, iluminadas y confirmadas por el Evangelio, fundamentan una sociedad verdaderamente humana, justa y libre.

Cuánto necesita la sociedad contemporánea este testimonio. Cuánto necesitamos, en la Iglesia y en la sociedad, testigos de la belleza de la santidad, testigos del esplendor de la verdad, testigos de la alegría y libertad que nace de una relación viva con Cristo. Uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos hoy es cómo hablar de manera convincente de la sabiduría y del poder liberador de la Palabra de Dios a un mundo que, con demasiada frecuencia, considera el Evangelio como una constricción de la libertad humana, en lugar de la verdad que libera nuestra mente e ilumina nuestros esfuerzos para vivir correcta y sabiamente, como individuos y como miembros de la sociedad.

Oremos, pues, para que los católicos de esta tierra sean cada vez más conscientes de su dignidad como pueblo sacerdotal, llamados a consagrar el mundo a Dios a través de la vida de fe y de santidad. Y que este aumento de celo apostólico se vea acompañado de una oración más intensa por las vocaciones al orden sacerdotal, porque cuanto más crece el apostolado seglar, con mayor urgencia se percibe la necesidad de sacerdotes; y cuanto más profundizan los laicos en la propia vocación, más se subraya lo que es propio del sacerdote. Que muchos jóvenes en esta tierra encuentren la fuerza para responder a la llamada del Maestro al sacerdocio ministerial, dedicando sus vidas, sus energías y sus talentos a Dios, construyendo así un pueblo en unidad y fidelidad al Evangelio, especialmente a través de la celebración del sacrificio eucarístico.

Queridos amigos, en esta catedral de la Preciosísima Sangre, os invito una vez más a mirar a Cristo, que inicia y completa nuestra fe (cf. Hb 12,2). Os pido que os unáis cada vez más plenamente al Señor, participando en su sacrificio en la cruz y ofreciéndole un "culto espiritual" (Rm 12,1) que abrace todos los aspectos de nuestra vida y que se manifieste en nuestros esfuerzos por contribuir a la venida de su Reino. Ruego para que, al actuar así, os unáis a la hilera de los creyentes fieles que a lo largo de la historia del cristianismo en esta tierra han edificado una sociedad verdaderamente digna del hombre, digna de las más nobles tradiciones de vuestra nación.

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Evangelio 20 de Septiembre de 2010

  • Primera Lectura: Proverbios 3, 27-34
    "El Señor aborrece al perverso"

    Hijo mío, no niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo. Si tienes, no digas al prójimo: "Anda, vete; mañana te lo daré." No trames daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado contigo; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño; no envidies al violento, ni sigas su camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del honrado; se burla de los burlones y concede su favor a los humildes; otorga honores a los sensatos y reserva baldón para los necios.

  • Salmo Responsorial: 14
    "El justo habitará en tu monte santo, Señor."

    El que procede honradamente / y practica la justicia, / el que tiene intenciones leales / y no calumnia con su lengua. R.

    El que no hace mal a su prójimo / ni difama al vecino, / el que considera despreciable al impío / y honra a los que temen al Señor. R.

    El que no presta dinero a usura / ni acepta soborno contra el inocente. / El que así obra nunca fallará. R.

  • Evangelio: Lucas 8, 16-18
    "El candil se pone en el candelero para que los que entran tengan luz"

    En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener".

Evangelio 19 de Septiembre de 2010

  • Primera Lectura: Amós 8, 4-7
    "Contra los que "compran por dinero al pobre""

    Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: "¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?"

    Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa,

    compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo.

    Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.

  • Salmo Responsorial: 112
    "Alabad al Señor, que alza al pobre."

    Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. R.

    El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R.

    Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. R.

  • Segunda Lectura: I Timoteo 2, 1-8
    "Que se hagan oraciones por todos los hombres a Dios, que quiere que todos se salven"

    Querido hermano:

    Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro.

    Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

    Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: este es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol -digo la verdad, no miento-, maestro de los gentiles en fe y verdad.

    Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.

  • Evangelio: Lucas 16, 1-13
    "No podéis servir a Dios y al dinero"

    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.

    Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido."

    El administrador se puso a echar sus cálculos:

    "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. "

    Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?"

    Éste respondió: "Cien barriles de aceite."

    Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."

    Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?"

    Él contestó: "Cien fanegas de trigo."

    Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta."

    Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

    Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

    El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.

    Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?

    Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero."