sábado, 4 de abril de 2009

Evangelio 5 de Abril 2009

  • Primera Lectura: Isaías 50,4-7
    "No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado"

    Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabilaba el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

  • Salmo Responsorial: 21
    "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"

    Al verme, se burlan de mí,
    hacen visajes, menean la cabeza:

    "Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
    que lo libre, si tanto le quiere." R.

    Me acorrala una jauría de mastines,
    me cerca una banda de malhechores;
    me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. R.

    Se reparten mi ropa,
    echan a suertes mi túnica.
    Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
    fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.

    Contaré tu fama a mis hermanos,
    en medio de la asamblea te alabaré.
    Fieles del Señor, alabadlo;
    linaje de Jacob, glorificadlo;
    temedlo, linaje de Israel. R.

  • Segunda Lectura: Filipenses 2,6-11
    "Se rebajo, por eso Dios lo levantó sobre todo"

    Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

  • Evangelio: Marcos 14,1-15,47
    "Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte"

    [C. Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían:

    S. "No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo."

    Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura

    C. Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y lo derramó en la cabeza de Jesús. Algunos comentaban indignados:

    S. "¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres."

    C. Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:

    +. "Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho ésta."

    Prometieron dinero a Judas Iscariote

    C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. Él andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

    ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?

    C. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:

    S. "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?"

    C. Él envió a dos discípulos, diciéndoles:

    +. "Id a la cuidad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena."

    C. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

    Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo

    C. Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo, dijo Jesús:

    +. "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo."

    C. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:

    S. "¿Seré yo?"

    C. Respondió:

    +. "Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!"

    Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre, sangre de la alianza

    C. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:

    +. "Tomad, esto es mi cuerpo."

    C. Cogiendo la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo:

    +. "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios."

    Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres

    C. Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos. Jesús les dijo:

    +. Todos vais a caer, como está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas." Pero, cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea."

    C. Pedro replicó:

    S. "Aunque todos caigan, yo no."

    C. Jesús le contestó:

    +. "Te aseguro que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres."

    C. Pero él insistía:

    S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré."

    C. Y los demás decían lo mismo.

    Empezó a sentir terror y angustia

    C. Fueron a un huerto, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos:

    +. "Sentaos aquí mientras voy a orar."

    C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:

    +. "Me muero de tristeza; quedaos aquí velando."

    C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:

    +. "¡Abba! (Padre), tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres."

    C. Volvió y, al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:

    +. "Simón, ¿duermes?; ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil."

    C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió por tercera vez y les dijo:

    +. "Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega."

    Prendedlo y conducidlo bien sujeto

    C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:

    S. "Al que yo bese, ése es; prendedlo y conducidlo bien sujeto."

    C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:

    S. "¡Maestro!"

    C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:

    +. "¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras."

    C. Y todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto sólo en una sábana, y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.

    ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

    C. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumo sacerdotes y los ancianos y los escribas. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del palacio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra él, diciendo:

    S. "Nosotros le hemos oído decir: "Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres."

    C. Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:

    S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"

    C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo, preguntándole:

    S. "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?..."

    C. Jesús contestó:

    +. "Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo."

    C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo:

    S. "¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decís?"

    C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:

    S. "Haz de profeta.

    C. Y los criados le daban bofetadas.

    No conozco a este hombre que decís

    C. Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo:

    S. "También tú andabas con Jesús, el Nazareno."

    C. Él lo negó, diciendo:

    S. "Ni sé ni entiendo lo que quieres decir."

    C. Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:

    S. "Éste es uno de ellos."

    C. Y él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro:

    S. "Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo."

    C. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:

    S. "No conozco a ese hombre que decís."

    C. Y en seguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: "Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres", y rompió a llorar.]

    ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?

    C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le pregunto:

    S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"

    C. Él respondió:

    +. "Tú lo dices."

    C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato pregunto de nuevo:

    S. "¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti."

    C. Jesús no contesto más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:

    S. "¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?"

    C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:

    S. "¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?"

    C. Ellos gritaron de nuevo:

    S. "¡Crucifícalo!"

    C. Pilato les dijo:

    S. "Pues, ¿qué mal ha hecho?"

    C. Ellos gritaron más fuerte:

    S. "¡Crucifícalo!"

    C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

    Le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado

    C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio -al pretorio- y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:

    S. "¡Salve, rey de los judíos!

    C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo.

    Llevaron a Jesús al Gólgota y los crucificaron

    C. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de "la Calavera"), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.

    A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar

    C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:

    S. "¡Anda!, tú que destruías el templo y lo construías en tres días sálvate a ti mismo bajando de la cruz."

    C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:

    S. "A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos."

    C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.

    Jesús, dando un fuerte grito, expiró

    C. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:

    +. "Eloí, Eloí, lamá sabktaní."

    C. Que significa:

    +. "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"

    C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:

    S. "Mira, está llamando a Elías."

    C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:

    S. "Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo."

    C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

    * Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

    C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:

    S. "Realmente este hombre era Hijo de Dios."

    [C. Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.

    José rodó una piedra a la entrada del sepulcro

    C. Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble senador, que también aguardaba el reino de Dios; armándose de valor, se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Éste compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra en la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían.]

viernes, 3 de abril de 2009

Evangelio 4 de Abril de 2009

  • Primera Lectura: Ezequiel 37,21-28
    "Los haré un solo pueblo"

    Así dice el Señor: "Yo voy a recoger a los israelitas por las naciones adonde marcharon, voy a congregarlos de todas partes y los voy a repatriar. Los haré un solo pueblo en su país, en los montes de Israel, y un solo rey reinará sobre todos ellos. No volverán a ser dos naciones ni a desmembrarse en dos monarquías. No volverán a contaminarse con sus ídolos y fetiches y con todos sus crímenes. Los libraré de sus pecados y prevaricaciones, los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis mandatos y cumplirán mis preceptos, poniéndolos por obra.

    Habitarán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, en la que habitaron vuestros padres; allí vivirán para siempre, ellos y sus hijos y sus nietos; y mi siervo David será su príncipe para siempre. Haré con ellos una alianza de paz, alianza eterna pactaré con ellos. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté entre ellos mi santuario para siempre."

  • Salmo Responsorial: 31
    "El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
    Jeremías"

    Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
    anunciadla en las islas remotas:

    "El que dispersó a Israel lo reunirá,
    lo guardará como un pastor a su rebaño." R.

    Porque el Señor redimió a Jacob,
    lo rescató de una mano más fuerte.
    Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
    afluirán hacia los bienes del Señor. R.

    Entonces se alegrará la doncella en la danza,
    gozarán los jóvenes y los viejos;
    convertiré su tristeza en gozo,
    los alegraré y aliviaré sus penas. R.

  • Evangelio: Juan 11,45-57
    "Para reunir a los hijos de Dios dispersos"

    En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: "¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación." Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera." Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.

    Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: "¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?" Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Aviso de Via Crucis

Este Viernes a las 7:40 p.m. los esperamos en las instalaciones de la parroquia Nuestra Señora de la Paz, en Jardines de la Hacienda, para que nos acompañe una vez mas en el penultimo Via crucis, pues la semana que viene es Semana Santa.
Los esperamos con toda su familia.

jueves, 2 de abril de 2009

Evangelio 3 de Abril de 2009

  • Primera Lectura: Jeremías 20, 10-13
    "El Señor está conmigo, como fuerte soldado"

    Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié: "A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él."

    Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.

  • Salmo Responsorial: 17
    "En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó."

    Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;

    Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R.

    Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
    mi fuerza salvadora, mi baluarte.
    Invoco al Señor de mi alabanza
    y quedo libre de mis enemigos. R.

    Me cercaban olas mortales,
    torrentes destructores me aterraban,
    me envolvían las redes del abismo,
    me alcanzaban los lazos de la muerte. R.

    En el peligro invoqué al Señor,
    grité a mi Dios:
    desde su templo él escuchó mi voz,
    y mi grito llegó a sus oídos. R.

  • Evangelio: Juan 10, 31-42
    "Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos"

    En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: "Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?" Los judíos le contestaron: "No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios." Jesús les replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre."

    Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: "Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad." Y muchos creyeron en él allí.

miércoles, 1 de abril de 2009

Eangelio 2 de Abril de 2009

  • Primera Lectura: Génesis 17,3-9
    "Serás padre de muchedumbre de pueblos"

    En aquellos días, Abrán cayó de bruces, y Dios le dijo: "Mira, éste es mi pacto contigo: Serás padre de muchedumbre de pueblos. Ya no te llamarás Abrán, sino que te llamarás Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré crecer sin medida, sacando pueblos de ti, y reyes nacerán de ti. Mantendré mi pacto contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como pacto perpetuo. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios."

    Dios añadió a Abrahán: "Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones."

  • Salmo Responsorial: 104
    "El Señor se acuerda de su alianza eternamente."

    Recurrid al Señor y a su poder,
    buscad continuamente su rostro.
    Recordad las maravillas que hizo,
    sus prodigios, las sentencias de su boca. R.

    ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
    hijos de Jacob, su elegido!
    El Señor es nuestro Dios,
    él gobierna toda la tierra. R.

    Se acuerda de su alianza eternamente,
    de la palabra dada, por mil generaciones;
    de la alianza sellada con Abrahán,
    del juramento hecho a Isaac. R.

  • Evangelio: Juan 8,51-59
    "Si alguno guardare mi palabra, no verá jamás la muerte"

    En verdad, en verdad, os digo, si alguno guardare mi palabra, no verá jamás la muerte".
    Respondiéronle los judíos: "Ahora sabemos que estás endemoniado. Abrahán murió, los profetas también; y tú dices: "Si alguno guardare mi palabra no gustará jamás la muerte".
    ¿Eres tú, pues, más grande que nuestro padre Abrahán, el cual murió? Y los profetas también murieron; ¿quién te haces a Ti mismo?".
    Jesús respondió: "Si Yo me glorifico a Mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es quien me glorifica: Aquel de quien vosotros decís que es vuestro Dios;
    mas vosotros no lo conocéis. Yo sí que lo conozco, y si dijera que no lo conozco, sería mentiroso como vosotros, pero lo conozco y conservo su palabra.
    Abrahán, vuestro padre, exultó por ver mi día; y lo vió y se llenó de gozo".
    Dijéronle, pues, los judíos: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?"
    Díjoles Jesús: "En verdad, en verdad os digo: Antes que Abrahán existiera, Yo soy".
    Entonces tomaron piedras para arrojarlas sobre Él. Pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

Evangelio 1 de Abril de 2009

  • Primera Lectura: Daniel 3,14-20.91-92.95
    "Envió un ángel a salvar a sus siervos"

    En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo: "¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no respetáis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados al punto al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?" Sidrac, Misac y Abdénago contestaron: "Majestad, a eso no tenemos por qué responder. El Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido."

    Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido. El rey los oyó cantar himnos; extrañado, se levantó y, al verlos vivos, preguntó, estupefacto, a sus consejeros: "¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?" Le respondieron: "Así es, majestad." Preguntó: "¿Entonces, cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir nada? Y el cuarto parece un ser divino."

    Nabucodonosor entonces dijo: "Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo."

  • Interleccional: A ti gloria y alabanza por los siglos.
    Daniel 3

    Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, / bendito tu nombre santo y glorioso. R.

    Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.

    Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

    Bendito eres tú, que sentado sobre querubines / sondeas los abismos. R.

    Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

  • Evangelio: Juan 8,31-42
    "Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres"

    En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Le replicaron: "Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?" Jesús les contestó: "Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre."

    Ellos replicaron: "Nuestro padre es Abrahán." Jesús les dijo: "Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre." Le replicaron: "Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios." Jesús les contestó: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió."

lunes, 30 de marzo de 2009

Evangelio 31 de Marzo de 2009

  • Primera Lectura: Números 21,4-9
    "Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la serpiente de bronce"

    En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edom. El pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo." El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes." Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: "Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla." Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

  • Salmo Responsorial: 101
    "Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti"

    Señor, escucha mi oración, / que mi grito llegue hasta ti; / no me escondas tu rostro / el día de la desgracia. / Inclina tu oído hacia mí; / cuando te invoco, escúchame en seguida. R.

    Los gentiles temerán tu nombre, / los reyes del mundo, tu gloria. / Cuando el Señor reconstruya Sión / y aparezca en su gloria, / y se vuelva a las súplicas de los indefensos, / y no desprecie sus peticiones. R.

    Quede esto escrito para la generación futura, / y el pueblo que será creado alabará al Señor. / Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, / desde el cielo se ha fijado en la tierra, / para escuchar los gemidos de los cautivos / y librar a los condenados a muerte. R.

  • Evangelio: Juan 8,21-30
    "Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy"

    En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros." Y los judíos comentaban: "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?" Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados."

    Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les contestó: "Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él." Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Evangelio 30 de Marzo de 2009

  • Primera Lectura: Génesis 13,1-9.15-17.19-30.33-62
    "Ahora tengo que morir, siendo inocente"

    En aquellos días, [vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella y religiosa. Sus padres eran honrados y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un parque junto a su casa; como era el más respetado de todos, los judíos solían reunirse allí. Aquel año fueron designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia diciendo: "En Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que pasan por guías del pueblo." Solían ir a casa de Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver acudían a ellos. A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana salía a pasear por el parque de su marido. Los dos ancianos la veían a diario, cuando salía a pasear en el parque, y se enamoraron de ella. Pervirtieron su corazón y desviaron los ojos, para no mirar a Dios ni acordarse de sus justas leyes.

    Un día, mientras acechaban ellos el momento oportuno, salió ella como de ordinario, sola con dos criadas, y tuvo ganas de bañarse en el parque, porque hacía mucho calor. Y no había nadie allí, fuera de los dos ancianos escondidos y acechándola. Susana dijo a las criadas: "Traedme el perfume y las cremas y cerrad la puerta del parque mientras me baño." Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia ella y le dijeron: "Las puertas del parque están cerradas, nadie nos ve, y nosotros estamos enamorados de ti; consiente y acuéstate con nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías despachado a las criadas." Susana lanzó un gemido y dijo: "No tengo salida: si hago eso, seré rea de muerte; si no lo hago, no escaparé de vuestras manos. Pero prefiero no hacerlo y caer en vuestras manos antes que pecar contra Dios." Susana se puso a gritar, y los ancianos, por su parte, se pusieron también a gritar. Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del parque. Al oír los gritos en el parque, la servidumbre vino corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado. Y cuando los ancianos contaron su historia, los criados quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado que hablar.

    Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos con el propósito criminal de hacer morir a Susana. En presencia del pueblo ordenaron: "Id a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín." Fueron a buscarla y vino ella con sus padres, hijos y parientes. Toda su familia y cuantos la veían lloraban. Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana. Ella, llorando, levantó la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los ancianos declararon: "Mientras paseábamos nosotros solos por el parque, salió ésta con dos criadas, cerró la puerta del parque y despidió a las criadas. Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros estábamos en un rincón del parque y, al ver aquella maldad, corrimos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros y, abriendo la puerta, salió corriendo. En cambio, a ésta le echamos mano y le preguntamos quién era el joven, pero no quiso decírnoslo. Damos testimonio de ello." Como eran ancianos del pueblo y jueces,] la asamblea [los creyó y] condenó a muerte a Susana. Ella dijo gritando: "Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí."

    El Señor la escuchó. Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un muchacho llamado Daniel; éste dio una gran voz: "¡No soy responsable de ese homicidio!" Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron: "¿Qué pasa, qué estás diciendo?" Él, plantado en medio de ellos, les contestó: "Pero, ¿estáis locos, israelitas? ¿Conque, sin discutir la causa ni apurar los hechos condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella."

    La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron: "Ven, siéntate con nosotros y explícate, porque Dios mismo te ha nombrado anciano." Daniel les dijo: "Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo." Los apartaron, él llamó a uno y le dijo: "¡Envejecido en años y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: "No matarás al inocente ni al justo." Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados." El respondió: "Debajo de una acacia." Respondió Daniel: "Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios ha recibido la sentencia divina y te va a partir por medio." Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo: "¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?" Él contestó: "Debajo de una encina." Replicó Daniel: "Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros."

    Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión. Según la ley de Moisés, les aplicaron la pena que ellos habían tramado contra su prójimo y los ajusticiaron. Aquel día se salvó una vida inocente.

  • Salmo Responsorial: 22
    "Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo"

    El Señor es mi pastor, nada me falta: / en verdes praderas me hace recostar; / me conduce hacia fuentes tranquilas / y repara mis fuerzas. R.

    Me guía por el sendero justo, / por el honor de su nombre. / Aunque camine por cañadas oscuras, / nada temo, porque tú vas conmigo: / tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

    Preparas una mesa ante mí, / enfrente de mis enemigos; / me unges la cabeza con perfume, / y mi copa rebosa. R.

    Tu bondad y tu misericordia me acompañan / todos los días de mi vida, / y habitaré en la casa del Señor / por años sin término. R.

  • Evangelio: Juan 8,1-11
    "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra"

    En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor." Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."