En la homilía de la Misa que presidió este domingo en el Parque San Giuliano en Venecia (Italia), el Papa Benedicto XVI exhortó a "no ceder jamás a las recurrentes tentaciones de la cultura hedonística y a los llamados del consumismo materialista" ante la inmensa tarea de anunciar con esperanza a Cristo a todo el mundo. En su reflexión sobre el Evangelio de los discípulos de Emáus, el Santo Padre explicó que este episodio "muestra las consecuencias que Jesús resucitado realiza en los discípulos: conversión de la desesperación a la esperanza; conversión de la tristeza a la alegría; y también conversión a la vida comunitaria".
"A veces, cuando se habla de conversión, se piensa únicamente a su aspecto fatigoso, de desapego y de renuncia. En cambio, la conversión cristiana es también y sobre todo fuente de gozo, de esperanza y de amor. Ella es siempre obra de Jesús resucitado, Señor de la vida, que nos ha obtenido esta gracia por medio de su pasión y que nos la comunica con la fuerza de su resurrección".
Según informa Radio Vaticana, el Papa recordó que como en el pasado, "también hoy es necesario promover y defender con valor la verdad y la unidad de la fe. Es necesario dar cuenta de la esperanza cristiana al hombre moderno, agobiado por vastas e inquietantes problemáticas que ponen en crisis las bases mismas de su ser y actuar".
Benedicto XVI alertó luego que el "ser de Cristo" corre actualmente el riesgo de "vaciarse de su verdad y de sus contenidos más profundos; arriesga con convertirse en un horizonte que sólo superficialmente –y en los aspectos más bien sociales y culturales–, abraza la vida; arriesga con reducirse a un cristianismo en el que la experiencia de fe en Jesús crucificado y resucitado no ilumina el camino de la existencia".
Ante el "problema del mal, del dolor y del sufrimiento, el problema de la injusticia y del atropello, el miedo a los otros, a los extraños y a los que desde lejos llegan hasta nuestras tierras y parecen atentar contra aquello que somos" debe hacer que cada uno se deje "instruir por Jesús: ante todo escuchando y amando la Palabra de Dios, leída en el Misterio Pascual, para que inflame nuestro corazón e ilumine nuestra mente, nos ayude a interpretar los acontecimientos de la vida y a darles un sentido".
"Luego es necesario sentarse a la mesa con el Señor, convertirse en sus comensales, para que su presencia humilde en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre nos restituya la mirada de la fe, para mirar todo y a todos con los ojos de Dios, y la luz de su amor. Permanecer con Jesús que permaneció con nosotros, asimilar su estilo de vida entregada, escoger con él la lógica de la comunión entre nosotros, de la solidaridad y del compartir".
Tras destacar que los discípulos de Emaús luego de reconocer al Señor sienten la necesidad de anunciarlo y luego de alentar los esfuerzos por la nueva evangelización y el testimonio de Cristo que deben hacer los católicos, el Papa advirtió de los desafíos que los pueblos tradicionalmente católicos enfrentan.
"Sé cuanto haya sido y cuanto continúe siendo grande vuestro compromiso en el defender los perennes valores de la fe cristiana. Os aliento a no ceder jamás a las recurrentes tentaciones de la cultura hedonística y a los llamados del consumismo materialista".
"Acoged la invitación del apóstol Pedro, contenida en la segunda lectura de hoy, a comportaros ‘con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación’: invitación que se concreta en una vida vivida intensamente en las calles de nuestro mundo, en la conciencia de la meta a alcanzar: la unidad con Dios, en Cristo crucificado y resucitado".
El Papa resaltó que "nuestra fe y nuestra esperanza están dirigidas hacia Dios: dirigidas a Dios porque radicadas en El, fundadas sobre su amor y sobre su fidelidad. En los siglos pasados, vuestras Iglesias han conocido una rica tradición de santidad y de generoso servicio a los hermanos gracias a la obra de vigorosos sacerdotes, religiosos y religiosas de vida activa y contemplativa".
"Si queremos ponernos en escucha de su enseñanza espiritual, no nos es difícil reconocer la llamada personal e inconfundible que ellos nos dirigen: ¡Sed santos! ¡Colocad al centro de vuestra vida a Cristo! Construid sobre él el edificio de vuestra existencia. En Jesús encontraréis la fuerza para abriros a los otros y para hacer de vosotros mismos, con su ejemplo, un don para la entera humanidad".
Tras alentar a proseguir los esfuerzos de solidaridad para con los inmigrantes, el Papa recordó los testimonios de diversos santos venecianos como San Pío X y el Beato Juan XXIII.
"Estos luminosos testimonios del Evangelio son la más grande riqueza de vuestro territorio: seguid sus ejemplos y sus enseñanzas, conjugándolas con las exigencias actuales. Tened confianza: el Señor resucitado camina con vosotros ayer hoy y siempre", concluyó.