domingo, 8 de mayo de 2011

Evangelio 9 de Mayo de 2011

  • Primera Lectura: Hechos 6, 8-15
    "No podían refutar la sabiduría inspirada con que hablaba Esteban"

    En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes signos y prodigios en medio del pueblo. Algunos de la sinagoga llamada “de los Libertos”, a la que pertenecían cirenenses y alejandrinos, y algunos de Cilicia y de la provincia de Asia, se pusieron a discutir con él; pero al no poder contradecir la sabiduría y el espíritu con que hablaba, sobornaron a unos hombres para que dijeran:
    «Hemos oído a éste blasfemar contra Moisés y contra Dios».
    De este modo amotinaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas. Luego, llegando de improviso, lo arrestaron, lo llevaron al Consejo y presentaron testigos falsos, que decían:
    «Este hombre no cesa de hablar contra el templo y contra la ley. Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar santo y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés».
    Todos los que estaban en el Consejo lo miraron con atención, y les pareció que su rostro era como el de un ángel.

  • Salmo Responsorial: 118
    "Dichosos los que siguen la ley del Señor."

    Aunque los poderosos conspiren contra mí, medito tus normas. Pues mis delicias son tus preceptos; tus normas, mis consejeros.
    R. Dichosos los que siguen la ley del Señor.

    Yo te expongo mi camino y tú me escuchas, enséñame tus normas. Enséñame la senda de tus decretos, y meditaré en tus maravillas.
    R. Dichosos los que siguen la ley del Señor.

    Apártame del camino falso, dame el gusto por tu ley. He elegido el camino verdadero, he deseado tus mandamientos.
    R. Dichosos los que siguen la ley del Señor.

  • Evangelio: Juan 6, 22-29
    "No trabajen por el alimento que se acaba, sino por el que dura para la vida eterna"

    Al día siguiente, la gente continuaba en la otra orilla del lago. Se habían dado cuenta de que allí solamente había una barca y sabían que Jesús no había embarcado en ella con sus discípulos, sino que éstos habían partido solos.
    Otras barcas llegaron de Tiberíades, y se detuvieron cerca del lugar donde la gente había comido el pan, después que el Señor había dado gracias a Dios. Cuando se dieron cuenta de que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús. Lo encontraron en la otra orilla y le dijeron:
    «Maestro, ¿cuándo has llegado aquí?»
    Jesús les contestó:
    «Les aseguro que no me buscan por los signos que vieron, sino porque comieron pan hasta saciarse. Esfuércense por conseguir no el alimento transitorio, sino el permanente, el que da la vida eterna. Este es el alimento que les dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, lo ha acreditado con su sello».
    Ellos le preguntaron:
    «¿Qué debemos hacer para actuar como Dios quiere?»
    Respondió Jesús:
    «Esto es lo que Dios espera de ustedes: que crean en aquél que él envió».

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