sábado, 6 de febrero de 2010

Evangelio del domingo: Pescadores de hombres

ROMA, viernes 5 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la meditación que ha escrito el padre Pedro García, misionero claretiano, conocido evangelizador en América Central, sobre el Evangelio de este domingo (San Lucas 5,1-11), quinto del Tiempo Ordinario.

Pocas escenas del Evangelio serán hoy tan leídas, comentadas, cantadas o pintadas como aquélla de las orillas del lago. Porque es mucho lo que inspira. Ahí tenemos la incansable canción: Tú has venido a la orilla... Lucas nos cuenta el hecho con pinceladas maestras.

Jesús, ante la imposibilidad de hablar a la gente que se le agolpa alrededor, tiene que subirse a la barca, para adoctrinar desde allí a la multitud. Y acabada la instrucción de la turba, le pide a Pedro:

- Tira con la barca mar adentro, y echa las redes para pescar.

Pedro y sus compañeros conocen muy bien el lago, y saben que es inútil querer pescar hoy. Por eso, le responde a Jesús:

- Maestro, nos hemos pasado la noche tratando de pescar algo y ha sido inútil. Hoy no cae nada. Pero, fiado en tu palabra, voy a lanzar las redes.

Las hunden en el agua, y los pescadores empiezan al cabo de poco a hacer esfuerzos enormes para mantenerlas y sacarlas a flote, pues se rompen casi con tanto peso. Tan cargadas están, que gritan a los compañeros de la otra barca:

- ¡Eh, Santiago! ¡Eh, Juan!... ¡Venid a echarnos una mano, que no podemos con tantos peces como han caído!

Llenan las dos barcas a más no poder, de modo que casi se hunden, y con esfuerzo llegan sanos y salvos hasta la orilla. Son gentes del lago, que conocen su oficio, y no salen de su asombro. Jesús les sonríe satisfecho, y les anima y les promete:

- ¡Venga! ¡No tengáis miedo! Desde hoy vais a ser pescadores de hombres. ¡Veníos conmigo!

Ellos dejan las redes. Santiago y Juan se despiden de su padre y de los jornaleros. Y sin pensárselo más, se lanzan en seguimiento de Jesús, lo mismo que Pedro y Andrés, para no abandonarlo ya nunca. Serán los apóstoles más fieles y los más queridos de Jesús.

Hay un detalle que Lucas cuida muy bien de recalcar: la barca es de Pedro, los otros son llamados a aliviar la barca de Pedro con la misma pesca, y seguirán el mismo llamamiento que Jesús dirige ante todo a Pedro:

- Tú serás pescador de hombres.

No ver en esto la intención de Lucas en recalcar el primado de Pedro, y de su sucesor el Papa, es querer cerrarse voluntariamente los ojos.

Jesús nos habla aquí más con gestos que con palabras. Usa un lenguaje que todos entendemos.

¡Lo que son nuestros pastores!

¡Y lo que somos los que oímos la palabra de Jesús, y le seguimos!

¡Y cómo echamos las redes, cuando trabajamos por los demás!

¡Y los incontables hermanos que ganamos para Cristo!...

La misión de pescar compromete, por llamamiento expreso del Señor, a los Pastores de la Iglesia, al Papa, Obispos y Sacerdotes, a los misioneros y misioneras que llevan el Evangelio a todas partes...

¿Y a nosotros, laicos? ¿Qué nos toca a nosotros? ¿Estamos los seglares privados, por nuestra condición de laicos, de la gloria misionera de la Iglesia?... ¡Oh, no, mil veces no!...

Nosotros estamos llamados a ser, podemos ser, y lo somos si queremos, apóstoles de primera calidad. En nuestro puesto. Sin movernos de nuestra casa y sin dejar una sola de nuestras obligaciones.

Por fortuna, hoy se ha despertado muy viva entre nosotros la conciencia de que Jesucristo nos llama a todos los bautizados a responsabilizarnos de la Iglesia, cada uno en su puesto.

Somos conscientes de que la salvación de los hombres, realizada y merecida por Jesucristo con su sacrificio redentor en la cruz, depende en su aplicación de nosotros, los bautizados, que prestamos nuestra colaboración a Jesucristo el Señor. Para ello, aunque tengamos iniciativa propia, nos ponemos a disposición de los Pastores de la Iglesia, desde el Papa hasta nuestro Párroco, para trabajar con seguridad plena, todos unidos, en la obra del Salvador.

Jesucristo llama voluntarios, y hoy los encuentra abundantes en su Iglesia.

Lo que importa es que sintamos celo abrasador por la salvación de los hermanos que nos necesitan.

Un celo como el de aquel gran Obispo del Gran Norte del Canadá. Cuando contemplaba la vida durísima que llevaban los mercaderes de pieles, exclamaba enardecido y triste a la vez:

- ¡Ah! En el inmenso país que me está encomendado, ni una sola cola de lobo se pierde. ¿Y habrían de perecer, cada día, almas que costaron la sangre de Jesucristo?... ¿Dudaría yo en sacrificarme?... ¡De ninguna manera!. (Mons. Grandin, en el Gran Norte del Canadá)

Somos pescadores de hombres y apóstoles cuando no nos negamos a trabajar por el Reino, por la Iglesia, allí donde estamos.

Y, si no llegamos a más, nuestra generosidad y nuestra oración son los instrumentos más fuertes de un apostolado callado, pero fecundísimo. El Papa Pío XI, llamado el Papa de las Misiones, decía con frase que se ha hecho famosa:

- No nos es posible ir a hablar de Dios a todos los hombres. Pero podemos hablar de todos los hombres a Dios.

Jesucristo llama voluntarios. Y nosotros sabemos contestarle que sí. Que cuente con nosotros. Que soñamos en una pesca inmensa. Que se sienta orgulloso de los que queremos hacer algo por El...

Evangelio 7 de Febrero de 2010

•Primera Lectura: Isaías 6, 1-2a. 3-8
"Aquí estoy, mándame"

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.

Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo: "¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!"

Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.

Yo dije: "¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos."

Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: "Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado."

Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: "¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?"

Contesté: "Aquí estoy, mándame."


•Salmo Responsorial: 137
"Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor."

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;

delante de los ángeles tañeré para ti,

me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande. R.

Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.


•Segunda Lectura: I Corintios 15, 1-11
"Esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído"

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.

Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los

apóstoles; por último, se me apareció también a mí.

Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he

sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo

esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.


•Evangelio: Lucas 5, 1-11
"Dejándolo todo, lo siguieron"

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro, y echad las redes para pescar."

Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes."

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador."

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres."

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Evangelio 6 de Febrero de 2010

•Primera Lectura: I Reyes 3,4-13
"Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo"

En aquellos días, Salomón fue a Gabaón a ofrecer allí sacrificios, pues allí estaba la ermita principal. En aquel altar ofreció Salomón mil holocaustos. En Gabaón el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: "Pídeme lo que quieras." Respondió Salomón: "Tú le hiciste una gran promesa a tu siervo, mi padre David, porque caminó en tu presencia con lealtad, justicia y rectitud de corazón; y le has cumplido esa gran promesa, dándole un hijo que se siente en su trono: es lo que sucede hoy. Pues bien, Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?"

Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: "Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. Y te daré también lo que no has pedido: riquezas y fama, mayores que las de rey alguno."


•Salmo Responsorial: 118
"Enséñame, Señor, tus leyes."

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras. R.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. R.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes. R.

Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca. R.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R.


•Evangelio: Marcos 6,30-34
"Andaban como ovejas sin pastor"

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco." Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma

viernes, 5 de febrero de 2010

Evangelio 5 de Febrero de 2010

•Primera Lectura: Eclesiástico 47,2-13
"De todo corazón amó David a su Creador, entonando salmos cada día"

Como la grasa es lo mejor del sacrificio, así David es el mejor de Israel. Jugaba con leones como con cabritos, y con osos como con corderillos; siendo un muchacho, mató a un gigante, removiendo la afrenta del pueblo, cuando su mano hizo girar la honda, y derribó el orgullo de Goliat. Invocó al Dios Altísimo, quien hizo fuerte su diestra para eliminar al hombre aguerrido y restaurar el honor de su pueblo. Por eso le cantaban las mozas, alabándolo por sus diez mil. Ya coronado, peleó y derrotó a sus enemigos vecinos, derrotó a los filisteos hostiles, quebrantando su poder hasta hoy.

De todas sus empresas daba gracias, alabando la gloria del Dios Altísimo; de todo corazón amó a su Creador, entonando salmos cada día; trajo instrumentos para servicio del altar y compuso música de acompañamiento; celebró solemnemente fiestas y ordenó el ciclo de las solemnidades; cuando alababa el nombre santo, de madrugada, resonaba el rito. El Señor perdonó su delito y exaltó su poder para siempre; le confirió el poder real y le dio un trono en Jerusalén.


•Salmo Responsorial: 17
"Bendito sea mi Dios y Salvador"

Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen. R.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor, / y tañeré en honor de tu nombre. R.

Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido,
de David y su linaje por siempre. R.


•Evangelio: Marcos 6,14-29
"Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado"

En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: "Juan Bautista ha resucitado, y por eso los poderes actúan en él." Otros decían: "Es Elías." Otros: "Es un profeta como los antiguos." Herodes, al oírlo, decía: "Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado." Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.

Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras, que te lo doy." Y le juró: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino." Ella salió a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" La madre le contestó: "La cabeza de Juan, el Bautista." Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista." El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

miércoles, 3 de febrero de 2010

El Papa previene contra la tentación de “hacer carrera” en la Iglesia

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 3 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- Siguiendo con su ciclo de catequesis sobre la historia de la teología en la Iglesia en la Edad Media, tras la catequesis sobre san Francisco de Asís, el Papa Benedicto XVI dedicó hoy su intervención a hablar sobre el otro gran fundador del siglo XIII, santo Domingo de Guzmán.

El Papa, explicando la historia del insigne fundador de la Orden de los Frailes Predicadores, le propuso como modelo de pobreza y consagración a la evangelización, alejado de los prestigios eclesiásticos.

“Este gran santo nos recuerda que en el corazón de la Iglesia debe arder siempre un fuego misionero, que empuja incesantemente a llevar el primer anuncio del Evangelio y, donde sea necesario, a una nueva evangelización”, explicó.

“¡Es Cristo, de hecho, el bien más precioso que los hombres y las mujeres de todo tiempo y de todo lugar tienen el derecho de conocer y amar!”

En este sentido, mostró su satisfacción por los “pastores y fieles laicos, miembros de antiguas órdenes religiosas y de nuevos movimientos eclesiales”, que “con alegría gastan su vida por este ideal supremo: anunciar y dar testimonio del Evangelio”, también en la Iglesia actual.

También destacó de santo Domingo su renuncia a los privilegios personales que podría haber conseguido de una prometedora carrera eclesiástica, sino más bien su dedicación humilde a las tareas que le fueron confiadas.

“¿No es quizás una tentación la de la carrera, del poder, una tentación de la que ni siquiera están inmunes aquellos que tienen un papel de animación y de gobierno en la Iglesia?”, afirmó el Papa, recordando sus propias palabras del pasado mes de septiembre, durante una consagración episcopal.

“No buscamos poder, prestigio, estima para nosotros mismos. Sabemos cómo las cosas en la sociedad civil, y no pocas veces en la Iglesia, sufren por el hecho de que muchos de aquellos a los que se les ha conferido una responsabilidad trabajan para sí mismos y no para la comunidad", decía en aquella ocasión.

Importancia del estudio

Tras fundar la orden de predicadores, que se distinguía por no tener bienes que administrar sino vivir mendigando, Domingo, “con un gesto valiente, quiso que sus seguidores adquiriesen una sólida formación teológica, y no dudó en enviarles a las universidades de la época”, explicó el Papa.

Precisamente la dedicación al estudio “como preparación al apostolado” es uno de los elementos que distingue a los dominicos: “Domingo quiso que sus frailes se dedicasen a él sin reserva, con diligencia y piedad”.

Se trata, añadió el Papa, de “un estudio fundado en el alma de cada saber teológico, es decir, en la Sagrada Escritura, y respetuoso con las preguntas planteadas por la razón”.

En este sentido, exhortó a los católicos, y especialmente a los sacerdotes, a cultivar esta "dimensión cultural" de la fe, “para que la belleza de la vida cristiana pueda ser mejor comprendida y la fe pueda ser verdaderamente nutrida, reforzada y también defendida”.

“El desarrollo de la cultura impone a aquellos que realizan el ministerio de la Palabra, a los distintos niveles, de estar bien preparados”, añadió, dirigiéndose en especial a sacerdotes y seminaristas, con motivo del Año Sacerdotal.

“Los sacerdotes, los consagrados y también todos los fieles pueden encontrar una profunda 'alegría interior' al contemplar la belleza de la verdad que viene de Dios, verdad siempre actual y siempre viva. El lema de los Frailes Predicadores – contemplata aliis tradere – nos ayuda a descubrir, además, un anhelo pastoral en el estudio contemplativo de estas verdades, por la exigencia de comunicar a los demás el fruto de la propia contemplación”, concluyó.

[Por Inma Álvarez]

Evangelio 4 de Febrero de 2010

•Primera Lectura: I Reyes 2,1-4.10-12
"Yo emprendo el viaje de todos. ¡Ánimo, Salomón, sé un hombre!"

Estando ya próximo a morir, David hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: "Yo emprendo el viaje de todos. ¡Ánimo, sé un hombre! Guarda las consignas del Señor, tu Dios, caminando por sus sendas, guardando sus preceptos, mandatos, decretos y normas, como están escritos en la ley de Moisés, para que tengas éxito en todas tus empresas, dondequiera que vayas; para que el Señor cumpla la promesa que me hizo: "Si tus hijos saben comportase, caminando sinceramente en mi presencia, con todo el corazón y con toda el alma, no te faltará un descendiente en el trono de Israel.""

David fue a reunirse con sus antepasados y lo enterraron en la Ciudad de David. Reinó en Israel cuarenta años: siete en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. Salomón le sucedió en el trono, y su reino se consolidó.


•Interleccional: Tú eres Señor del universo
1Crónicas 29,10-12

Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R.

Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria. R.

Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R.


•Evangelio: Marcos 6,7-13
"Los fue enviando"

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: "Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa." Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban

martes, 2 de febrero de 2010

Evangelio 3 de Febrero de 2010

•Primera Lectura: II Samuel 24,2.9-17
"Soy yo el que ha pecado, haciendo el censo de la población. ¿Qué han hecho estas ovejas?"

En aquellos días, el rey David ordenó a Joab y a los jefes del ejército que estaban con él: "Id por todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, a hacer el censo de la población, para que yo sepa cuánta gente tengo." Joab entregó al rey los resultados del censo: en Israel había ochocientos mil hombres aptos para el servicio militar, y en Judá quinientos mil. Pero, después de haber hecho el censo del pueblo, a David le remordió la conciencia y dijo al Señor: "He cometido un grave error. Ahora, Señor, perdona la culpa de tu siervo, porque ha hecho una locura."

Antes que David se levantase por la mañana, el profeta Gad, vidente de David, recibió la palabra del Señor: "Vete a decir a David: "Así dice el Señor: Te propongo tres castigos; elige uno, y yo lo ejecutaré."" Gad se presentó a David y le notificó: "¿Qué castigo escoges? Tres años de hambre en tu territorio, tres meses huyendo perseguido por tu enemigo, o tres días de peste en tu territorio. ¿Qué le respondo al Señor, que me ha enviado?" David contestó: "¡Estoy en un gran apuro! Mejor es caer en manos de Dios, que es compasivo, que caer en manos de hombres."

Y David escogió la peste. Eran los días de la recolección del trigo. El Señor mandó entonces la peste a Israel, desde la mañana hasta el tiempo señalado. Y desde Dan hasta Berseba, murieron setenta mil hombres del pueblo. El ángel extendió su mano hacia Jerusalén para asolarla. Entonces David, al ver al ángel que estaba hiriendo a la población, dijo al Señor: "¡Soy yo el que ha pecado! ¡Soy yo el culpable! ¿Qué han hecho estas ovejas? Carga la mano sobre mí y sobre mi familia." El Señor se arrepintió del castigo, y dijo al ángel, que estaba asolando a la población: "¡Basta! ¡Detén tu mano!"


•Salmo Responsorial: 31
"Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado"

Dichoso el que está absuelto de su culpa, / a quien le han sepultado su pecado; / dichoso el hombre a quien el Señor / no le apunta el delito. R.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: "Confesaré al Señor mi culpa",
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R.


•Evangelio: Marcos 6,1-6
"No desprecian a un profeta más que en su tierra"

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?" Y esto les resultaba escandaloso.

Jesús les decía: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa." No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando

lunes, 1 de febrero de 2010

Evangelio 2 de Febrero de 2010

•Primera Lectura: Malaquías 3,1-4
"Entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis"

Así dice el Señor: "Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos."


•Salmo Responsorial: 23
"El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria."

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

-¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

-¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R.


•Segunda Lectura: Hebreos 2,14-18
"Tenía que parecerse en todo a sus hermanos"

Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaba la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.


•Evangelio: Lucas 2,22-40
"Mis ojos han visto a tu Salvador"

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones."

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma."

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Evangelio 1 de Febrero de 2010

•Primera Lectura: II Samuel 15,13-14.30;16,5-13a
"Huyamos de Absalón. Dejad a Semeí que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor"

En aquellos días, uno llevó esta noticia a David: "Los israelitas se han puesto de parte de Absalón." Entonces David dijo a los cortesanos que estaban con él en Jerusalén: "¡Ea, huyamos! Que, si se presenta Absalón, no nos dejará escapar. Salgamos a toda prisa, no sea que él se adelante, nos alcance y precipite la ruina sobre nosotros, y pase a cuchillo la población." David subió la Cuesta de los Olivos; la subió llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todos sus compañeros llevaban cubierta la cabeza y subían llorando. Al llegar el rey David a Bajurín, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, insultándolo según venía. Y empezó a tirar piedras a David y a sus cortesanos -toda la gente y los militares iban a derecha e izquierda del rey-, y le maldecía: "¡Vete, vete, asesino, canalla! El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído en desgracia, porque eres un asesino."

Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: "Ese perro muerto, ¿se pone a maldecir a mi señor? ¡Déjame ir allá, y le corto la cabeza!" Pero el rey dijo: "¡No os metáis en mis asuntos, hijos de Seruyá! Déjale que maldiga, que, si el Señor le ha mandado que maldiga a David, ¿quién va a pedirle cuentas?" Luego dijo David a Abisay y a todos sus cortesanos: "Ya veis. Un hijo mío, salido de mis entrañas, intenta matarme, ¡y os extraña ese benjaminita! Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor. Quizás el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas maldiciones de hoy." David y los suyos siguieron su camino.


•Salmo Responsorial: 3
"Levántate, Señor, sálvame."

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
"Ya no lo protege Dios." R.

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito, invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R.


•Evangelio: Marcos 5,1-20
"Espíritu inmundo, sal de este hombre"

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes." Porque Jesús le estaba diciendo: "Espíritu inmundo, sal de este hombre." Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Él respondió: "Me llamo Legión, porque somos muchos." Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.

Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: "Déjanos ir y meternos en los cerdos." Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país.

Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia." El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban

domingo, 31 de enero de 2010

Evangelio 31 de Enero de 2010

  • Primera Lectura: Jeremías 1, 4-5. 17-19
    "Te nombré profeta de los gentiles"

    En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor: "Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré:

    te nombré profeta de los gentiles.

    Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando.

    No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos.

    Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país:

    frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo.

    Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte." Oráculo del Señor.

  • Salmo Responsorial: 70
    "Mi boca contará tu salvación, Señor."

    A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. R.

    Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

    Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. R.,

    Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R.

  • Segunda Lectura: I Corintios 12, 31-13, 13
    "Quedan la fe, la esperanza, el amor; la más grande es el amor"

    Hermanos: Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional.

    Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

    Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

    Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

    El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

    Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

    El amor no pasa nunca.

    ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará.

    Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.

    Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.

    Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce.

    En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

  • Evangelio: Lucas 4, 21-30
    "Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos"

    En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír."

    Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

    Y decían: "¿No es éste el hijo de José?"

    Y Jesús les dijo: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún."

    Y añadió: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, mas que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, mas que Naamán, el sirio."

    Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.

    Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.