Lecturas del día:
Primera lectura
Jeremías 1:17-1917 Por tu parte, te apretarás la cintura, te alzarás y les dirás todo lo que yo te mande. No desmayes ante ellos, y no te haré yo demayar delante de ellos;18 pues, por mi parte, mira que hoy te he convertido en plaza fuerte, en pilar de hierro, en muralla de bronce frente a toda esta tierra, así se trate de los reyes de Judá como de sus jefes, de sus sacerdotes o del pueblo de la tierra.19 Te harán la guerra, mas no podrán contigo, pues contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte.»Salmo responsorial
Salmo 71:1-6, 15, 171 A ti, Yahveh, me acojo, ¡no sea confundido jamás!2 ¡Por tu justicia sálvame, libérame! tiende hacia mí tu oído y sálvame!3 ¡Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve, pues mi roca eres tú y mi fortaleza.4 ¡Dios mío, líbrame de la mano del impío, de las garras del perverso y del violento!5 Pues tú eres mi esperanza, Señor, Yahveh, mi confianza desde mi juventud.6 En ti tengo mi apoyo desde el seno, tú mi porción desde las entrañas de mi madre; ¡en ti sin cesar mi alabanza!15 publicará mi boca tu justicia, todo el día tu salvación.17 ¡Oh Dios, desde mi juventud me has instruido, y yo he anunciado hasta hoy tus maravillas!Evangelio
Marcos 6:17-2917 Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»19 Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,20 pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.21 Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.22 Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»23 Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»24 Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»25 Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»26 El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.27 Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.29 Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.