jueves, 24 de marzo de 2016

Programacion Semana Santa

Jueves Santo

TEMPLO NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ
7 p.m. Santa eucaristia, lavatorio de los pies
9 p.m. Hora Santa
10 p.m. solemne procesion comunitaria del silencio

IGLESIA NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZON
5 p.m. Santa eucaristia, lavatorio de los pies


Viernes Santo

7:30 a.m. Santo viacrucis en vivo, salida templo Ntra Sra de la Paz
3 p.m. adoracion de la cruz
5:30 p.m. solemne procesion del Santo Entierro. Salida y llegada  templo Ntra Sra de la Paz


Sabado Santo

Vigilia pascual  templo Ntra Sra de la Paz 8;00 de la noche

Domingo de Resurreccion

TEMPLO NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ

11 a.m. Santa Misa solemne de Resurreccion


IGLESIA NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZON
5:30 p.m. Santa Misa solemne de Resurreccion
7:00 p.m. Santa Misa



Evangelio 24 de Marzo de 2016

Liturgia de las Horas: Propio del Salterio

Color: Blanco

Santos:

Lecturas del día:

  • Primera lectura

    Éxodo 12:1-8, 11-14
    1 Dijo Yahveh a Moisés y Aarón en el país de Egipto:
    2 «Este mes será para vosatros el comienzo de los meses; será el primero de los meses del año.
    3 Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El día diez de este mes tomará cada uno para sí una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa.
    4 Y si la familia fuese demasiado reducida para una res de ganado menor, traerá al vecino más cercano a su casa, según el número de personas y conforme a lo que cada cual pueda comer.
    5 El animal será sin defecto, macho, de un año. Lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.
    6 Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes; y toda la asamblea de la comunidad de los israelitas lo inmolará entre dos luces.
    7 Luego tomarán la sangre y untarán las dos jambas y el dintel de las casas donde lo coman.
    8 En aquella misma noche comerán la carne. La comerán asada al fuego, con ázimos y con hierbas amargas.
    11 Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo comeréis de prisa. Es Pascua de Yahveh.
    12 Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, Yahveh.
    13 La sangre será vuestra señal en las casas donde moráis. Cuando yo vea la sangre pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera el país de Egipto.
    14 Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahveh de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre».
  • Salmo responsorial

    Salmo 116:12-13, 15-18
    12 ¿Cómo a Yahveh podré pagar todo el bien que me ha hecho?
    13 La copa de salvación levantaré, e invocaré el nombre de Yahveh.
    15 Mucho cuesta a los ojos de Yahveh la muerte de los que le aman.
    16 ¡Ah, Yahveh, yo soy tu siervo, tu siervo, el hijo de tu esclava, tú has soltado mis cadenas!
    17 Sacrificio te ofreceré de acción de gracias, e invocaré el nombre de Yahveh.
    18 Cumpliré mis votos a Yahveh, sí, en presencia de todo su pueblo,
  • Segunda lectura

    I Corintios 11:23-26
    23 Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan,
    24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»
    25 Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bibiereis, hacedlo en recuerdo mío.»
    26 Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga.
  • Evangelio

    Juan 13:1-15
    1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
    2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle,
    3 sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía,
    4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.
    5 Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
    6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»
    7 Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.»
    8 Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.»
    9 Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.»
    10 Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
    11 Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos.»
    12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
    13 Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy.
    14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
    15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Especial de Semana Santa

Especial de Semana Santa
Explicación de la Semana Santa, Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo, Domingo de Resurrección, Recursos, Semana Santa para niños y mucho más


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net 



    La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año.
    A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.
    Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.
    "En el misterio pascual, Dios Padre, por medio del Hijo en el Espíritu Paráclito, se ha inclinado sobre cada hombre ofreciéndole la posibilidad de la redención del pecado y la liberación de la muerte". (Juan Pablo II)
    Te presentamos los siguientes artíulos para profundizar
    Especial de Pascua

    Visita el Especial de Pascua de Familia Católica que nos ofrece ideas para celebrar la fe en familia alrededor del Calendario Litúrgico

    Evangelio 23 de Marzo de 2016

    Liturgia de las Horas: 2da. Semana del Salterio

    Color: Morado

    Santos:

    Lecturas del día:

    • Primera lectura

      Isaías 50:4-9
      4 El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos;
      5 el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás.
      6 Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos.
      7 Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado.
      8 Cerca está el que me justifica: ¿quién disputará conmigo? Presentémonos juntos: ¿quién es mi demandante? ¡que se llegue a mí!
      9 He aquí que el Señor Yahveh me ayuda: ¿quién me condenará? Pues todos ellos como un vestido se gastarán, la polilla se los comerá.
    • Salmo responsorial

      Salmo 69:8-10, 21-22, 31, 33-34
      8 Pues por ti sufro el insulto, y la vergüenza cubre mi semblante;
      9 para mis hermanos soy un extranjero, un desconocido para los hijos de mi madre;
      10 pues me devora el celo de tu casa, y caen sobre mí los insultos de los que te insultan.
      21 El oprobio me ha roto el corazón y desfallezco. Espero compasión, y no la hay, consoladores, y no encuentro ninguno.
      22 Veneno me han dado por comida, en mi sed me han abrevado con vinagre.
      31 El nombre de Dios celebraré en un cántico, le ensalzaré con la acción de gracias;
      33 Lo han visto los humildes y se alegran; ¡viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios!
      34 Porque Yahveh escucha a los pobres, no desprecia a sus cautivos.
    • Evangelio

      Mateo 26:14-25
      14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes,
      15 y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata.
      16 Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.
      17 El primer día de los Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?»
      18 El les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos."»
      19 Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
      20 Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce.
      21 Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.»
      22 Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?»
      23 El respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará.
      24 El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»
      25 Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Sí, tú lo has dicho.»

    Evangelio meditado

    ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?
    Cuaresma y Semana Santa


    Mateo 26, 14-25. Miércoles Santo. La traición de una persona querida trae siempre un dolor muy profundo. Jesús ha vivido este dolor.


    Por: José Cisneros | Fuente: Catholic.net 



    Del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25
    Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes,
    y les dijo: ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré? Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua? El les dijo: Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos. Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? El respondió: El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: ¿Soy yo acaso, Rabbí? Dícele: Sí, tú lo has dicho. 


    Oración introductoria
    Jesús, el distintivo de tus discípulos y misioneros es el amor y la fidelidad. Sin embargo, la traición a tu amor continúa y es más dolorosa cuando proviene de quienes buscamos estar más cerca de Ti. Te suplico que me cuentes entre ésos que quieren ser fieles, entre los que te piden tu gracia para ser auténticos apóstoles de tu Reino.

    Petición
    Dame, Señor, la sabiduría y fortaleza para ser siempre fiel.

    Meditación del Papa Francisco
    Sino la síntesis de la Buena Noticia; es la opción de los que quieren tener los sentimientos del Corazón de Jesús.  «La expresión "Corazón de Jesús" nos hace pensar inmediatamente en la humanidad de Cristo, y subraya su riqueza de sentimientos, su compasión hacia los enfermos, su predilección por los pobres, su misericordia hacia los pecadores, su ternura hacia los niños, su fortaleza en la denuncia de la hipocresía, del orgullo y de la violencia, su mansedumbre frente a sus adversarios, su celo por la gloria del Padre y su júbilo por sus misteriosos y providentes planes de gracia... nos hace pensar también en la tristeza de Cristo por la traición de Judas, el desconsuelo por la soledad, la angustia ante la muerte, el abandono filial y obediente en las manos del Padre.
    Y nos habla sobre todo del amor que brota sin cesar de su interior: amor infinito hacia el Padre y amor sin límites hacia el hombre. (San Juan Pablo II, Ángelus, 9 julio 1989).

    Reflexión
    La traición de una persona querida trae siempre un dolor muy profundo. Jesús ha vivido este dolor sin una reacción irascible, sino que ha hecho todo lo posible por evitar la violencia con Judas de tal manera que, cuando éste llega a Getsemaní con una turba de gente armada, Jesús no rechaza el beso del traidor. Se limita a hacerle ver su error con los ojos de la conciencia y del corazón: "¿Con un beso traicionas al Hijo del Hombre?".

    Es paradójico que un beso, un gesto afectivo, llegue a ser un acto de traición. Existe una bella oración que se recita en la Iglesia Oriental tomada de la antigua liturgia de san Juan Crisóstomo. Dice así: "Hijo de Dios, hazme hoy partícipe de tu místico convite, porque no revelaré el Misterio a tus enemigos, ni te daré el beso de Judas. Más bien, como el buen ladrón, te pido que te acuerdes de mí, Señor, cuando estés en tu Reino".

    Pidamos hoy la gracia de ser siempre fieles al amor del maestro y busquemos en Él la luz para realizar la voluntad de Dios.

    Propósito
    Pedir al Espíritu Santo la sabiduría para comprender la grandeza de la Misericordia de Dios.

    Diálogo con Cristo
    Jesús, no permitas que abuse de tu misericordia. Que mi corazón no se endurezca sino que se llene de ese santo temor que lo encauce a nunca ofenderte conscientemente. Gracias por darme la luz para formar mi conciencia y la fuerza para luchar siempre contra toda forma de egoísmo o doblez. Sé que llegar a santidad es difícil, que no se logra de un día para otro, pero que nunca deje de esforzarme por conseguirla.

    martes, 22 de marzo de 2016

    Evangelio 22 de Marzo de 2016

    Liturgia de las Horas: 2da. Semana del Salterio

    Color: Morado

    Santos:

    Lecturas del día:

    • Primera lectura

      Isaías 49:1-6
      1 ¡Oídme, islas, atended, pueblos lejanos! Yahveh desde el seno materno me llamó; desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre.
      2 Hizo mi boca como espada afilada, en la sombra de su mano me escondió; hízome como saeta aguda, en su carcaj me guardó.
      3 Me dijo: «Tú eres mi siervo (Israel), en quien me gloriaré.»
      4 Pues yo decía: «Por poco me he fatigado, en vano e inútilmente mi vigor he gastado. ¿De veras que Yahveh se ocupa de mi causa, y mi Dios de mi trabajo?»
      5 Ahora, pues, dice Yahveh, el que me plasmó desde el seno materno para siervo suyo, para hacer que Jacob vuelva a él, y que Israel se le una. Mas yo era glorificado a los ojos de Yahveh, mi Dios era mi fuerza.
      6 «Poco es que seas mi siervo, en orden a levantar las tribus de Jacob, y de hacer volver los preservados de Israel. Te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.»
    • Salmo responsorial

      Salmo 71:1-6, 15, 17
      1 A ti, Yahveh, me acojo, ¡no sea confundido jamás!
      2 ¡Por tu justicia sálvame, libérame! tiende hacia mí tu oído y sálvame!
      3 ¡Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve, pues mi roca eres tú y mi fortaleza.
      4 ¡Dios mío, líbrame de la mano del impío, de las garras del perverso y del violento!
      5 Pues tú eres mi esperanza, Señor, Yahveh, mi confianza desde mi juventud.
      6 En ti tengo mi apoyo desde el seno, tú mi porción desde las entrañas de mi madre; ¡en ti sin cesar mi alabanza!
      15 publicará mi boca tu justicia, todo el día tu salvación.
      17 ¡Oh Dios, desde mi juventud me has instruido, y yo he anunciado hasta hoy tus maravillas!
    • Evangelio

      Juan 13:21-33, 36-38
      21 Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.»
      22 Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba.
      23 Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús.
      24 Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando.»
      25 El, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?»
      26 Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote.
      27 Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.»
      28 Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía.
      29 Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres.
      30 En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.
      31 Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él.
      32 Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto.»
      33 «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros.
      36 Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.»
      37 Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti.»
      38 Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.»

    Evangelio meditado

    Lo que vas a hacer, hazlo pronto
    Cuaresma y Semana Santa


    Juan 13, 21-33.36-38. Martes Santo. En nuestras manos está ser un discípulo fiel y generoso o ser otro Judas.


    Por: Miguel Ángel Andrés | Fuente: Catholic.net 



    Del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33.36-38
    Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando». El, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?» Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche. Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto». «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros. Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces».

    Oración introductoria
    Señor, ¿estoy realmente dispuesto a dar todo por Ti? Que ingenuo soy al pensar que podría renunciar a todo por tu amor sino logro serte fiel en el día a día. Permite que esta oración me lleve a crecer en el amor, en lo ordinario del día de hoy, para que así confíe auténticamente en tu gracia y pueda entregarte todo.

    Petición
    Dame la sabiduría para entender, Señor, que la fidelidad no es otra cosa que la obediencia pronta a tus inspiraciones.

    Meditación del Papa Francisco
    Hoy quiero invitaros a rezar por nosotros, obispos, porque también nosotros somos pecadores, también nosotros tenemos debilidades, también nosotros corremos el peligro de Judas: también él había sido elegido como columna.
    Sí, también nosotros corremos el peligro de no rezar, de hacer algo que no es anunciar el Evangelio y expulsar los demonios. Por  eso hay que rezar para que los obispos sean lo que Jesús quería, y que todos nosotros demos testimonio de la resurrección de Jesús.
    El pueblo de Dios reza por los obispos, en cada misa se reza por los obispos del lugar: se reza por Pedro, la cabeza del Colegio episcopal, y se reza por el obispo del lugar. Pero esto puede ser insuficiente: se dice el nombre por costumbre y se va adelante. Es importante rezar por el obispo con el corazón, pedir al Señor: «Señor, protege a mi obispo; protege a todos los obispos, y mándanos obispos que sean verdaderos testigos, obispos que recen y obispos que nos ayuden, con su predicación, a comprender el Evangelio, a estar seguros de que tú, Señor, estás vivo, estás entre nosotros».
    Rezar por nuestros obispos: es una tarea de los fieles. En efecto, la Iglesia sin obispo no puede ir adelante. Por eso, entonces, la oración de todos nosotros por nuestros obispos es una obligación, pero una obligación de amor, una obligación de hijos para con el Padre, una obligación de hermanos, para que la familia permanezca unida en la confesión de Jesucristo, vivo y resucitado. (Cf Homilía de S.S. Francisco,  22 de enero de 2016, en Santa Marta).


    Reflexión
    Cristo se turba. Y no era para menos. La situación era desconcertante. Había amado excepcionalmente a Judas, le permitió ver milagros, le reveló los secretos del cielo y le ofrecía el camino hacia el mismo, pero...

    Cristo se duele y se apena por el resultado de esa inversión de amor. Su gran corazón le llevó a darlo todo. Desde un inicio Él sabía que el material de Judas era difícil, poco prometedor, pero no por eso le despreció. Al contrario, le amó con más intensidad y muestra de ello es que, según las referencias de los evangelios, nadie fuera de aquél discípulo infiel besó con tanta confianza al maestro. Sin embargo, el corazón duro de aquel hombre no se abrió a su amor y por ello se duele.

    ¿Seguirá turbándose Cristo? Cristo es el mismo siempre. Sigue con ese corazón sin límites. Quiere lograr de nosotros un santo. Él nos conoce. Tiene en cuenta nuestras cualidades y defectos. Sabe que son muchos nuestro fallos para la obra que pretende lograr. Pero no nos preocupemos. Él dará, amará y perdonará todo lo que sea necesario. Lo que debemos hacer es abrir nuestro corazón y ser buen administrador de ese amor que tiene tantas esperanzas en nosotros. En nuestras manos está ser un discípulo fiel y generoso o ser otro Judas, traidor del plan y del amor del Dios.

    Propósito
    Ante las preocupaciones y los problemas del día, decir: Jesús en ti confío.

    Diálogo con Cristo
    Gracias, Padre mío, por recordarme lo frágil que puede ser mi voluntad. Quiero ser tu amigo fiel que nunca llegue a desconfiar de tu misericordia. Permite que mi servicio a los demás sea humilde y generoso, que no haya nunca un interés egoísta o fines utilitaristas en mis relaciones con los demás.

    lunes, 21 de marzo de 2016

    Evangelio 21 de Marzo de 2016

    Liturgia de las Horas: 2da. Semana del Salterio

    Color: Morado

    Santos:

    Lecturas del día:

    • Primera lectura

      Isaías 42:1-7
      1 He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él: dictará ley a las naciones.
      2 No vociferará ni alzará el tono, y no hará oír en la calle su voz.
      3 Caña quebrada no partirá, y mecha mortecina no apagará. Lealmente hará justicia;
      4 no desmayará ni se quebrará hasta implantar en la tierra el derecho, y su instrucción atenderán las islas.
      5 Así dice el Dios Yahveh, el que crea los cielos y los extiende, el que hace firme la tierra y lo que en ella brota, el que da aliento al pueblo que hay en ella, y espíritu a los que por ella andan.
      6 Yo, Yahveh, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé, y te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes,
      7 para abrir los ojos ciegos, para sacar del calabozo al preso, de la cárcel a los que viven en tinieblas.
    • Salmo responsorial

      Salmo 27:1-3, 13-14
      1 Yahveh es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Yahveh, el refugio de mi vida, ¿por quién he de temblar?
      2 Cuando se acercan contra mí los malhechores a devorar mi carne, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y sucumben.
      3 Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no teme; aunque estalle una guerra contra mí, estoy seguro en ella.
      13 ¡Ay, si estuviera seguro de ver la bondad de Yahveh en la tierra de los vivos!
      14 Espera en Yahveh, ten valor y firme corazón, espera en Yahveh.
    • Evangelio

      Juan 12:1-11
      1 Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos.
      2 Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
      3 Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.
      4 Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar:
      5 «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?»
      6 Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella.
      7 Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura.
      8 Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis.»
      9 Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.
      10 Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro,
      11 porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.

    Evangelio meditado

    María ungió los pies de Jesús en Betania
    Cuaresma y Semana Santa


    Juan 12, 1-11. Lunes Santo. Encontró verdaderamente al Señor. En el silencio, le abrió su corazón; en el dolor, le mostró el arrepentimiento. 


    Por: P. Juan Jesús Riveros | Fuente: Catholic.net 



    Del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11
    Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?» Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis». Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.

    Oración introductoria
    Dame, Señor, la sabiduría y fuerza de voluntad para saber dedicar el mejor tiempo de este día a la oración. Sé que vendrás a mi encuentro para transformarme. ¡Gracias por tu bondad y misericordia!

    Petición
    Señor, que no me ciegue como Judas. Tú eres lo mejor de mi vida, dame un corazón abierto a tu gracia y un alma generosa que sepa corresponder a tu infinito amor.

    Meditación del Papa Francisco
    Esta mujer encontró verdaderamente al Señor. En el silencio, le abrió su corazón; en el dolor, le mostró el arrepentimiento por sus pecados; con su llanto, hizo un llamamiento a la bondad divina para recibir el perdón. Para ella no habrá ningún juicio si no el que viene de Dios, y este es el juicio de la misericordia. El protagonista de este encuentro es ciertamente el amor, la misericordia que va más allá de la justicia.
    Simón, el dueño de casa, el fariseo, al contrario, no logra encontrar el camino del amor. Todo está calculado, todo pensado... Él permanece inmóvil en el umbral de la formalidad. Es algo feo el amor formal, no se entiende. No es capaz de dar el paso sucesivo para ir al encuentro de Jesús que le trae la salvación. Simón se limitó a invitar a Jesús a comer, pero no lo acogió verdaderamente. En sus pensamientos invoca sólo la justicia y obrando así se equivoca. Su juicio acerca de la mujer lo aleja de la verdad y no le permite ni siquiera comprender quién es su huésped. Se detuvo en la superficie —en la formalidad—, no fue capaz de mirar al corazón. Ante la parábola de Jesús y la pregunta sobre cuál de los servidores había amado más, el fariseo respondió correctamente: “Supongo que aquel a quien le perdonó más”. Y Jesús no deja de hacerle notar: “Has juzgado rectamente”. Sólo cuando el juicio de Simón se dirige al amor, entonces él está en lo correcto. (Homilía de S.S. Francisco,  13 de marzo de 2015).
    Reflexión
    Jesús se encuentra con sus amigos. Yo soy su amigo. Sale a mi encuentro.
    Es Él quien va a Betania y quien viene a tocar a mi puerta. Desea sentarse a mi mesa, partir el pan conmigo, hablar conmigo.

    Toca a la puerta de mi corazón para iluminarlo y consolarlo: "Sólo Él tiene palabras de vida eterna" No sólo está a mi lado: me lleva en sus brazos para que las asperezas, las piedras y el barro no me salpiquen y no me hagan tropezar y caer, si yo quiero.

    Y, aunque cayera, su amor no disminuiría, incluso me amaría más. Limpiaría mis heridas y manchas del camino. Él sería una María de Betania para con nosotros, nos perfumaría los pies y la cabeza. ¿No deberíamos nosotros hacer lo mismo?

    Ponernos a sus pies y llorar. Llorar por la tristeza de ofenderle y llorar por la alegría de su perdón. Las lágrimas son la mejor oración que podemos elevar a Dios. Y, también, perfumar sus pies; que el perfume de nuestras buenas obras y el ungüento de nuestro perdón sean dignos de un Dios tan misericordioso. Como Él perdona, así perdonar a quienes nos ofenden.

    No nos fijemos en el "derroche" de este caro perfume. Es un perfume que nunca se acaba si es a Cristo a quien lo ofrecemos. Obrando así prepararemos la sepultura del Señor, su resurrección y su permanencia entre nosotros.

    Propósito
    Si hoy tengo un pensamiento negativo sobre una persona, orar y buscar una cualidad de ella para alabarle.

    Diálogo con Cristo
    Jesús, esta Semana Santa es una excelente oportunidad para dedicar más tiempo a fijarme en los demás, como ha propuesto el Papa. Dame tu luz para emprender una labor de fermento en mi propia familia, en mi propio ambiente, para vivir un cristianismo más dinámico, más apasionado, que no mida el esfuerzo o sacrificio. Dame la generosidad de María, que supo escoger siempre la mejor parte.

    Evangelio 20 de Marzo de 2016

    Liturgia de las Horas: Propio del Salterio

    Color: Rojo

    Santos:

    Lecturas del día:

    • Primera lectura

      Isaías 50:4-7
      4 El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos;
      5 el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás.
      6 Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos.
      7 Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado.
    • Salmo responsorial

      Salmo 22:8-9, 17-20, 23-24
      8 todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza:
      9 «Se confió a Yahveh, ¡pues que él le libre, que le salve, puesto que le ama!»
      17 Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis manos y mis pies.
      18 Puedo contar todos mis huesos; ellos me observan y me miran,
      19 repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica.
      20 ¡Mas tú, Yahveh, no te estés lejos, corre en mi ayuda, oh fuerza mía,
      23 ¡Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré!:
      24 «Los que a Yahveh teméis, dadle alabanza, raza toda de Jacob, glorificadle, temedle, raza toda de Israel».
    • Segunda lectura

      Filipenses 2:6-11
      6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
      7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;
      8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
      9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
      10 Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,
      11 y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.
    • Evangelio

      Lucas 22:14--23:56
      14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles;
      15 y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer;
      16 porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.»
      17 Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros;
      18 porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»
      19 Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»
      20 De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.
      21 «Pero la mano del que me entrega está aquí conmigo sobre la mesa.
      22 Porque el Hijo del hombre se marcha según está determinado. Pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!»
      23 Entonces se pusieron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer aquello.
      24 Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor.
      25 El les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores;
      26 pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve.
      27 Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
      28 «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas;
      29 yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí,
      30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
      31 «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo;
      32 pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»
      33 El dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte.»
      34 Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces.»
      35 Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada.»
      36 Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada;
      37 porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: "Ha sido contado entre los malhechores." Porque lo mío toca a su fin.»
      38 Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas.» El les dijo: «Basta.»
      39 Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron.
      40 Llegado al lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.»
      41 Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba
      42 diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
      43 Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.
      44 Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.
      45 Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza;
      46 y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación.»
      47 Todavía estaba hablando, cuando se presentó un grupo; el llamado Judas, uno de los Doce, iba el primero, y se acercó a Jesús para darle un beso.
      48 Jesús le dijo: «¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!»
      49 Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿herimos a espada?»
      50 y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha.
      51 Pero Jesús dijo: «¡Dejad! ¡Basta ya!» Y tocando la oreja le curó.
      52 Dijo Jesús a los sumos sacerdotes, jefes de la guardia del Templo y ancianos que habían venido contra él: «¿Como contra un salteador habéis salido con espadas y palos?
      53 Estando yo todos los días en el Templo con vosotros, no me pusisteis las manos encima; pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.»
      54 Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos.
      55 Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos.
      56 Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él.»
      57 Pero él lo negó: «¡Mujer, no le conozco!»
      58 Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de ellos.» Pedro dijo: «Hombre, no lo soy!»
      59 Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo.»
      60 Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo,
      61 y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.»
      62 Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.
      63 Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban;
      64 y cubriéndole con un velo le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?»
      65 Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas.
      66 En cuanto se hizo de día, se reunió el Consejo de Ancianos del pueblo, sumos sacerdotes y escribas, le hiceron venir a su Sanedrín
      67 y le dijeron: «Si tú eres el Cristo, dínoslo.» El respondió: «Si os lo digo, no me creeréis.
      68 Si os pregunto, no me responderéis.
      69 De ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.»
      70 Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» El les dijo: «Vosotros lo decís: Yo soy.»
      71 Dijeron ellos: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos, pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca?»
      1 Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato.
      2 Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.»
      3 Pilato le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»
      4 Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Ningún delito encuentro en este hombre.»
      5 Pero ellos insistían diciendo: «Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.»
      6 Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.
      7 Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén.
      8 Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera.
      9 Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada.
      10 Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia.
      11 Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.
      12 Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados.
      13 Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo
      14 y les dijo: «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis.
      15 Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte.
      16 Así que le castigaré y le soltaré.»
      18 Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»
      19 Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato.
      20 Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús,
      21 pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!»
      22 Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.»
      23 Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes.
      24 Pilato sentenció que se cumpliera su demanda.
      25 Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad.
      26 Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús.
      27 Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.
      28 Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.
      29 Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron!
      30 Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos!
      31 Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?»
      32 Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él.
      33 Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
      34 Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando a suertes.
      35 Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.»
      36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre
      37 y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!»
      38 Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.»
      39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!»
      40 Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?
      41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.»
      42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»
      43 Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
      44 Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
      45 El velo del Santuario se rasgó por medio
      46 y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró.
      47 Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo.»
      48 Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho.
      49 Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.
      50 Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo,
      51 que no había asentido al consejo y proceder de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.
      52 Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús
      53 y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.
      54 Era el día de la Preparación, y apuntaba el sábado.
      55 Las mujeres que habían venido con él desde Galilea, fueron detrás y vieron el sepulcro y cómo era colocado su cuerpo,
      56 Y regresando, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron según el precepto.

      O también:
      Lucas 23:1-49
      1 Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato.
      2 Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.»
      3 Pilato le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»
      4 Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Ningún delito encuentro en este hombre.»
      5 Pero ellos insistían diciendo: «Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.»
      6 Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.
      7 Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén.
      8 Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera.
      9 Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada.
      10 Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia.
      11 Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.
      12 Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados.
      13 Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo
      14 y les dijo: «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis.
      15 Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte.
      16 Así que le castigaré y le soltaré.»
      18 Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»
      19 Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato.
      20 Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús,
      21 pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!»
      22 Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.»
      23 Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes.
      24 Pilato sentenció que se cumpliera su demanda.
      25 Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad.
      26 Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús.
      27 Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.
      28 Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.
      29 Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron!
      30 Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos!
      31 Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?»
      32 Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él.
      33 Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
      34 Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando a suertes.
      35 Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.»
      36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre
      37 y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!»
      38 Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.»
      39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!»
      40 Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?
      41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.»
      42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»
      43 Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
      44 Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
      45 El velo del Santuario se rasgó por medio
      46 y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró.
      47 Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo.»
      48 Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho.
      49 Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.