jueves, 20 de enero de 2011

Meditación para el cuarto día de la Semana por la Unidad de los Cristianos

El compartimiento, expresión de nuestra unidad

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 20 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario a los textos bíblicos y de oración escogidos para el cuarto día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el 21 de enero.

El texto forma parte de los materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos. La base del texto ha sido redactada por un equipo de representantes ecuménicos de Jerusalén.

* * *

Día cuarto – El compartimiento, expresión de nuestra unidad

Lecturas

Isaías 58, 6-10

¿No es compartir tu alimento con el hambriento?

Salmo 37, 1-11

Confía en el Señor y haz el bien

Hechos 4, 32-37

Todo lo disfrutaban en común

Mateo 6, 25-34

Antes que nada, buscad el reino de Dios

Comentario

La continuidad con la Iglesia apostólica de Jerusalén se manifiesta en “la asiduidad en la enseñanza de los apóstoles y la comunión fraterna, en la fracción del pan y la oración.” La Iglesia actual de Jerusalén nos recuerda, no obstante, las consecuencias prácticas de tal asiduidad: el compartir. Los Hechos de los Apóstoles afirman simplemente que “todos los creyentes vivían de mutuo acuerdo y todo lo compartían. Hasta vendían las propiedades y bienes, y repartían el dinero entre todos según la necesidad de cada cual” (Hechos 2, 44-45). La lectura que hacemos hoy del libro de los Hechos vincula este compartir radical al “testimonio dado por los apóstoles a la resurrección de Jesús, el Señor, con toda firmeza, y se los miraba con gran simpatía” Más tarde, los perseguidores de la Iglesia, en el Imperio romano, observarán con una clara perspicacia: “Mirad cómo se aman”.

La vida de los cristianos de la Jerusalén actual se caracteriza por un compartir similar de los recursos. Es una señal de su continuidad con los primeros cristianos; es también una señal y un reto para todas las Iglesias. Conecta la proclamación del Evangelio, la celebración de la Eucaristía y la comunión fraterna de la comunidad cristiana con una igualdad y una justicia radicales respecto de todos. Hasta el punto que este compartir pasa a ser un testimonio de la resurrección del Señor Jesús y una señal de continuidad con la Iglesia apostólica de Jerusalén; es también un señal de nuestra unidad unos con los otros.

El compartir puede tomar muchas formas. Existe el compartir radical de la Iglesia apostólica donde nadie queda en la indigencia. Existe el compartir la carga, luchas, dolores y sufrimientos de unos a otros. Existe el compartir alegrías y éxitos, bendiciones y curaciones. Existe también el compartir dones y compresiones mutuas a pesar de nuestra situación de separación, y en consecuencia un determinado “intercambio ecuménico de los dones”. Este generoso compartir es una consecuencia práctica de nuestra asiduidad a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión fraterna; es fruto de nuestra oración por la unidad de los cristianos.

Oración

Dios de justicia, tus dones son ilimitados. Te damos gracias por habernos dado lo necesario para que todos puedan alimentarse, vestirse y alojarse. Presérvanos del pecado de egoísmo que lleva a acumular, e incítanos a ser los instrumentos de tu amor, compartiendo lo que nos has dado con el fin de ser así los testigos de tu generosidad y de tu justicia. Puesto que somos discípulos de Cristo, haznos actuar juntos allí donde existen necesidades: donde las familias son expulsadas, donde los necesitados sufren de manos de los poderosos, donde la pobreza y el desempleo destruyen vidas. Te lo pedimos en nombre de Jesús, en la unidad del Espíritu Santo. Amén.

Evangelio 20 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 8, 6-13
    "Es mediador de una alianza mejor"

    Hermanos: Jesús ha recibido un ministerio tanto más elevado cuanto que es mediador de una alianza superior y fundada en mejores promesas.
    En efecto, si la primera alianza hubiera sido perfecta, no habría sido necesario buscar una segunda. Pero es un reproche el que les Dios hace cuando dice:
    «Vienen días, dice el Señor, en que yo haré con el pueblo de Israel y de Judá una alianza nueva; no como la alianza que hice con sus antepasados cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ellos no fueron fieles a mi alianza y por eso los rechacé, dice el Señor.
    Pero ésta es la única alianza que yo haré con el pueblo de Israel después de aquellos días, dice el Señor. Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Nadie tendrá ya que instruir a su hermano diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor. Pues yo perdonaré su maldad y no me acordaré de sus pecados».
    Al decir alianza nueva, Dios ha declarado vieja a la primera; ahora bien, lo que se vuelve viejo y anticuado, está a punto de desaparecer.

  • Salmo Responsorial: 84
    "El amor y la fidelidad se encuentran."

    Muéstranos, Señor, tu amor y danos tu salvación. Sí, la salvación está cerca de los que le honran, Dios habitará en nuestra tierra.
    R. El amor y la fidelidad se encuentran.

    El amor y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se abrazan; la fidelidad surge de la tierra y la justicia se asoma desde el cielo.
    R. El amor y la fidelidad se encuentran.

    El Señor también nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su cosecha; la justicia irá delante de él y seguirá su camino.
    R. El amor y la fidelidad se encuentran.

  • Evangelio: Marcos 3, 13-19
    "Llamó a los que quiso y los hizo sus compañeros"

    En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que él quiso y se acercaron a él. Designó entonces a doce, a los que llamó apóstoles, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar a los demonios. Designó a estos doce: A Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro; a Santiago, el Hijo de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananeo y Judas Iscariote, el que lo entregó.

miércoles, 19 de enero de 2011

Benedicto XVI alienta a los padres que han perdido a un hijo

Al saludar a los miembros de la Asociación “Hijos en el paraíso”

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 19 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa dirigió palabras de ánimo y esperanza a los padres que han perdido uno o varios hijos, a menudo de una manera trágica.

Lo hizo este miércoles al saludar a los miembros de la Asociación Hijos en el paraíso: alas entre cielo y tierra, de Galatone, difundida en algunas regiones de Italia, durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano.

“Vosotros, padres, afectados profundamente por la muerte, a menudo trágica, de vuestros hijos, no os dejéis vencer por la desesperación o el abatimiento, sino transformad vuestro sufrimiento en esperanza, como María al pie de la cruz”, dijo.

También aconsejó a los jóvenes que “en la exhuberancia de vuestros años juveniles, no dejéis de calcular los riesgos y actuad en todo momento con prudencia y sentido de responsabilidad, especialmente cuando estáis al volante de un vehículo, para proteger vuestra vida y la de los demás”.

Alentó “a los sacerdotes que acompañan espiritualmente a las familias afectadas por el luto por la pérdida de uno o más hijos, para que prosigan generosamente en este importante servicio”.

Y finalmente, aseguró “una oración especial de sufragio por vuestros hijos y por todos los jóvenes que han perdido la vida”.

“Sentid junto a vosotros su presencia espiritual -concluyó-: ellos, como decís, son 'alas entre cielo y tierra'”.

Evangelio 20 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 7, 25-28; 8, 1-6
    "Ofreció sacrificios de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo"

    Hermanos: Jesús puede perpetuamente salvar a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder por ellos.
    Tal es, en efecto, el sumo sacerdote que nos hacía falta: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos. El no tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer cada día sacrificios por sus propios pecados antes de ofrecerlos por los del pueblo, porque esto lo hizo de una vez para siempre ofreciéndose a sí mismo. Y es que la ley constituye sumos sacerdotes a hombres frágiles, pero la palabra del juramento, que es posterior a la ley, constituye sumo sacerdote al Hijo, a quien Dios hizo perfecto para siempre.
    Esto es lo más importante de lo que estamos diciendo: que tenemos un sumo sacerdote que se sentó en los cielos a la derecha del trono de Dios, como ministro del santuario y de la verdadera tienda de la presencia levantada por el Señor, y no por un hombre.
    Porque todo sumo sacerdote es constituido para ofrecer dones y sacrificios; por eso era necesario que también Jesús tuviera algo que ofrecer. Pero si Jesús continuara sobre la tierra, no sería ni siquiera sacerdote, porque ya existen sacerdotes para ofrecer los dones según la ley. Estos sacerdotes celebran un culto que es sólo una imagen, una sombra de las realidades celestes, según la advertencia divina hecha a Moisés cuando se disponía a construir la tienda de la presencia: Mira –le dijo– hazlo todo conforme al modelo que se te mostró en la montaña.
    Pero ahora, Jesús ha recibido un ministerio tanto más elevado cuanto que es mediador de una alianza superior y fundada en promesas mejores.

  • Salmo Responsorial: 39
    "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad."

    Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero hiciste que te escuchara; no pides holocaustos ni víctimas, entonces yo digo: «Aquí estoy».
    R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

    Para hacer lo que está escrito en el libro acerca de mí. Amo tu voluntad, Dios mío, llevo tu ley en mi interior.
    R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

    He proclamado tu fidelidad en la gran asamblea; tú sabes, Señor, que no me he callado.
    R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

    Pero que se alegren y se regocijen contigo todos los que te buscan; que los que anhelan tu salvación repitan: «¡Qué grande es el Señor!»
    R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

  • Evangelio: Marcos 3, 7-12
    "Los espíritus impuros gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios», pero Jesús les prohibía que lo diesen a conocer"

    En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a orillas del lago y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de Transjordania y de la región de Tiro y Sidón acudió a él una gran multitud, al enterarse de lo que hacía.
    Como había mucha gente, encargó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que no lo estrujaran.
    Pues había sanado a muchos y, quienes padecían dolencias se le echaban encima para tocarlo. Los espíritus impuros, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:
    «Tú eres el Hijo de Dios».
    Pero él les prohibía enérgicamente que lo descubrieran.

Evangelio 19 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 7, 1-3.15-17
    "Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec"

    Hermanos: Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, salió al encuentro de Abrahán cuando éste regresaba de vencer a los reyes y lo bendijo. Abrahán, por su parte, le dio el diezmo de todo.
    Melquisedec, cuyo nombre significa en primer lugar rey de justicia y luego rey de Salem, es decir, rey de paz, se presenta sin padre, ni madre, ni antepasados; no se conoce el comienzo ni el fin de su vida, y así, a semejanza del Hijo de Dios, es sacerdote para siempre.
    Esto es aún más evidente si surge otro sacerdote que, a semejanza de Melquisedec, no lo es en virtud de un sistema de leyes terrenas, sino por la fuerza de una vida indestructible, pues así está testificado:
    Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

  • Salmo Responsorial: 109
    "Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec."

    Oráculo del Señor a mi señor: «Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos como estrado de tus pies».
    R. Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

    Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu reinado. ¡Domina en medio de tus enemigos!
    R. Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

    «Tuyo es el señorío desde el día de tu nacimiento en el templo; antes de la aurora, como rocío, te engendré».
    R. Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

    El Señor lo ha jurado y no se retractará: «Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec».
    R. Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

  • Evangelio: Marcos 3, 1-6
    "¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?"

    En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga y había allí un hombre que tenía la mano atrofiada. Lo estaban acechando para ver si lo sanaba en sábado, y tener así un motivo para acusarlo. Jesús dijo entonces al hombre de la mano atrofiada:
    «Levántate y ponte ahí en medio».
    Y a ellos les preguntó:
    «¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal; salvar una vida o destruirla?»
    Ellos permanecieron callados.
    Mirándolos con indignación y entristecido por la dureza de su corazón, dijo al hombre:
    «Extiende la mano».
    El la extendió y su mano quedó restablecida.
    En cuanto salieron, los fariseos se pusieron de acuerdo con los herodianos para planear el modo de acabar con él.

lunes, 17 de enero de 2011

¿Qué es una beatificación? El proceso para ser santo

Autor: . | Fuente: http://www.romereports.com
El proceso de beatificación y la canonización es un largo camino en el que se debe pasar la dura prueba de certificar que el futuro santo o beato ha vivido una vida santa y puede ser ejemplo para todos los católicos
¿Qué es una beatificación? El proceso para ser santo
¿Qué es una beatificación? El proceso para ser santo


Cardenal José Saraiva Martins
Prefecto Emérito, Congregation para las Causas de los Santos

“Los protagonistas en un proceso de beatificación y canonización no son el obispo o la Iglesia. El primer paso son los fieles que dicen al obispo: “él fue un verdadero santo”.

Cuando los fieles piden al obispo la beatificación de una persona, éste nombra una comisión para probar que la fama de santidad de esa persona es cierta.

Es entonces cuando se recogen los testimonios que prueban, con hechos, la santidad de la persona. Es la llamada fase diocesana. Una vez superada, los docuementos se envían al Vaticano, a la Congregación para las Causas de los Santos.

La segunda fase tiene lugar en el Vaticano. Historiadores y teólogos trabajan juntos para recostruir una biografía exacta de la persona, incluyendo también su espiritualidad y signos de heroísmo.

Cardenal José Saraiva Martins
Prefecto Emérito, Congregation para las Causas de los Santos

"La única manera de demostrar el heroísmo de una persona es su vida. Si los demás fieles consideran que es heroico. Por ejemplo, se ve en muchos misioneros que han dado sus vidas, sacrificándose por completo. Esa es una vida claramente heroica. La gente normal, también los buenos cristianos, no manifiestan su heroicidad de esa manera”.

Tras haber estudiado toda la documentación, un proceso que puede durar años, se debe presentar un milagro. En el proceso de canonización el milagro debe haber ocurrido tras la beatificación.

Es entonces cuando, una vez presentado el milagro, es examinado por un comité médico formado por 60 expertos especialistas en diversos campos de la medicina. Ellos intentarán dar una explicación científica al supuesto milagro.

Cardenal José Saraiva Martins
Prefecto Emérito, Congregation para las Causas de los Santos

“Deben verificar si la curación es inexplicable. Se trata de un milagro si tiene tres características: es inmediato, completo y durarero”.

Una vez que el milagro es aprobado, teólogos deben confirmar que el milagro ha sido realizado por intercesión del candidato a los altares y no por otro santo.

Cardenal José Saraiva Martins
Prefecto Emérito, Congregation para las Causas de los Santos

“La santidad es la unión entre Dios y la persona y de la persona con Dios. Se necesita un milagro no para confirmar que esa persona es santa, sino que es una pequeña muestra que confirma que esa persona está en comunión con Dios”.

La beatificación es el primer paso y permite al candidato a los altares a ser venerado en su diócesis. Para la canonización se necesita la aprobación de un segundo milagro. Una vez que el Papa declara un santo, éste puede ser venerado en todo el mundo.

El caso de los que son considerados mártires es especial, ya que lo más importante es probar que verdaderamente murieron en nombre de Dios. Si es así, no se necesita un milagro para la beatificación, sino sólo uno para la canonización.

El número de los santos en la Iglesia continua aumentando. Actualmente hay más de 2.000 causas de canonización abiertas. Un digno de que la Iglesia continúa vica y que vivir una vida santa es un reto para todos los cristianos.

Evangelio 18 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 6,10-20
    "La esperanza que se nos ha ofrecido es para nosotros como ancla segura y firme"

    Hermanos: Dios no es injusto para olvidarse de vuestro trabajo y del amor que le habéis demostrado sirviendo a los santos ahora igual que antes. Deseamos que cada uno de vosotros demuestre el mismo empeño hasta el final, para que se cumpla vuestra esperanza, y no seáis indolentes, sino imitad a los que, con fe y perseverancia, consiguen lo prometido.

    Cuando Dios hizo la promesa a Abrahán, no teniendo a nadie mayor por quien jurar, juró por sí mismo, diciendo: "Te llenaré de bendiciones y te multiplicaré abundantemente." Abrahán, perseverando, alcanzó lo prometido. Los hombres juran por alguien que sea mayor y, con la garantía del juramento, queda zanjada toda discusión. De la misma manera, queriendo Dios demostrar a los beneficiarios de la promesa la inmutabilidad de su designio, se comprometió con juramento, para que por dos cosas inmutables, en las que es imposible que Dios mienta, cobremos ánimos y fuerza los que buscamos refugio en él, asiéndonos a la esperanza que se nos ha ofrecido. La cual es para nosotros como ancla del alma, segura y firme, que penetra más allá de la cortina, donde entró por nosotros, como precursor, Jesús, sumo sacerdote para siempre, según el rito de Melquisedec.

  • Salmo Responsorial: 110
    "El Señor recuerda siempre su alianza."

    Doy gracias al Señor de todo corazón,
    en compañía de los rectos, en la asamblea.
    Grandes son las obras del Señor,
    dignas de estudio para los que las aman. R.

    Ha hecho maravillas memorables,
    el Señor es piadoso y clemente.
    Él da alimento a sus fieles,
    recordando siempre su alianza. R.

    Envió la redención a su pueblo,
    ratificó para siempre su alianza,
    su nombre es sagrado y temible.
    La alabanza del Señor dura por siempre. R.

  • Evangelio: Marcos 2,23-28
    "El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado"

    Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: "Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?" Él les respondió: "¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros." Y añadió: "El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado."

Gente importante

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Ante los ojos de Dios, ¿quién es importante? A la luz del amor y de la entrega se ve quién es realmente grande, quién es “gente importante”.
Gente importante

La prensa nos presenta cada día a hombres y mujeres famosos. Personajes del hoy, esos que escriben la historia con opciones dramáticas y decisivas. Personajes del ayer, a los que recordamos en un aniversario o cuando llega la noticia de su muerte: “Fulanito, director de cine, murió con 93 años”. “Menganito, presidente del gobierno en la crisis X, acaba de dejarnos...”

Gente importante: empresarios, militares, guerrilleros, pensadores, literatos, deportistas... Gente que ha sido conocida, de la que se ha hablado durante meses o años. Gente que ha dejado huella en la historia.

Otros muchos, la inmensa mayoría, viven una vida sencilla, oculta, sin ninguna importancia aparente. Son oficinistas encerrados horas y horas en un despacho. Son obreros que ajustan piezas de coches en una fábrica. Son campesinos que miran al cielo en espera de lluvia mientras arrojan la semilla entre los surcos. Son padres y madres de familia que besan a sus hijos, los visten, los cuidan y les dan comida, medicinas y consejos.

No aparecen en la prensa. No son protagonistas del cine. No ganan premios de fórmula uno o la copa mundial de fútbol. Sin embargo, tejen, con hilos finos, parte de la trama del mundo, pequeñas notas de esa vida hecha de mil colores, penas y alegrías. Sus corazones laten para lo ordinario, y con lo ordinario llenan de esperanza y de cariño la vida de millones de casas y chabolas en casi todos rincones de la tierra.

Ante los ojos de Dios, ¿quién es importante? Tal vez ese político famoso resulte ser un mezquino y un egoísta, mientras el anciano que ayuda a limpiar la casa de sus nietos brilla con una luz intensa, azul y blanca, entre los ángeles que cantan y las estrellas que suspiran alegrías.

A la luz del amor y de la entrega se ve quién es realmente grande, quién es “gente importante”. Es importante ese niño al que la policía aparta con violencia mientras pasa un futbolista famoso, porque todas las tardes dedica su tiempo a escuchar a su abuelita. Es importante ese enfermo que reza, con un rosario entre sus dedos hambrientos de justicia, para que el terrorismo y las guerras dejen de hacer llorar a miles de inocentes. Es importante ese señor o esa señora que cada noche, mientras la luna pasea por los cielos, se pone de rodillas, junto a los hijos, para rezar, en familia, una oración que conmueve el corazón de Dios: “Padre nuestro...”

No vale la pena ser fuego de hojarasca o fulgor de pirotecnia. No sirve para nada tener un lugar en los manuales de historia, en las páginas de la prensa, y no haber dado amor a quien vivía a nuestro lado. Sólo importa darse a otros, ser fiel a la esposa o al esposo, dar cariño a los padres ancianos y a los hijos, al vecino y a ese enemigo que, quizá, necesita sentir el amor de Dios a través del perdón que le ofrece un corazón bueno.

Evangelio 17 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 5, 1-10
    "A pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer"

    Hermanos: Todo sumo sacerdote, en efecto, es tomado de entre los hombres y puesto al servicio de Dios en favor de los hombres, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Está en grado de ser comprensivo con los ignorantes y los extraviados, ya que él también está lleno de flaquezas, y a causa de ellas debe ofrecer sacrificios por los pecados propios, a la vez que por los del pueblo. Nadie puede recibir esta dignidad, sino aquel a quien Dios llama, como ocurrió en el caso de Aarón. Así también Cristo no se apropió la gloria de ser sumo sacerdote, sino que se la confirió Dios, quien le dijo:
    Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy.
    O como dice también en otro lugar:
    Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.
    El mismo Cristo, que en los días de su vida mortal presentó oraciones y súplicas con grandes gritos y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente; y precisamente porque era Hijo, aprendió sufriendo a obedecer. Llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, y ha sido proclamado por Dios sumo sacerdote a la manera de Melquisedec.

  • Salmo Responsorial: 109
    "Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec."

    Oráculo del Señor a mi señor: «Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos como estrado de tus pies».
    R. Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

    Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu reinado. ¡Domina en medio de tus enemigos!
    R. Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

    «Tuyo es el señorío desde el día de tu nacimiento en el templo; antes de la aurora, como rocío, te engendré».
    R. Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

    El Señor lo ha jurado y no se retractará: «Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec».
    R. Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

  • Evangelio: Marcos 2, 18-22
    "El novio está con ellos"

    En aquel tiempo, un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decir a Jesús:
    «¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y en cambio los tuyos no?»
    Jesús les contestó:
    «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras el novio está con ellos, no tiene sentido que ayunen. Llegará un día en que el novio les será quitado; entonces ayunarán.
    Nadie cose un remiendo de tela nueva a un vestido viejo, porque lo añadido hará encoger el vestido, lo nuevo hará encoger lo viejo, y el desgarrón se hará mayor.
    Y nadie guarda vino nuevo en odres viejos, porque el vino hará reventar las odres y se perderán vino y odres. A vino nuevo, odres nuevos.

domingo, 16 de enero de 2011

Iglesia en Perú de fiesta por el anuncio de la beatificación de Juan Pablo II

El cardenal Cipriani ve un aliciente a recuperar el entusiasmo

LIMA, domingo, 16 de enero de 2011 (ZENIT.org).- En una edición especial por la aprobación del decreto que beatificará a Juan Pablo II el próximo 1 de mayo, el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, afirmó en el programa radiofónico "Diálogo de fe" que el futuro beato dejó, en el corazón de todos, una huella de alegría y entusiasmo, que es necesario retomar.

El arzobispo de Lima mencionó que la Iglesia y el mundo entero sienten un gran gozo por la beatificación de Juan Pablo II, un hombre que apostaba de manera fuerte por la verdad y por Dios, y fue calando en los corazones de todos los hombres.

Señaló también que esta noticia permitirá que Dios, a través de Juan Pablo II, renueve su presencia y ponga en los corazones de todos lo que él lograba: alegría, entusiasmo y firmeza.

"Su alegría, su firmeza, su liderazgo, transmitía una fuerza que convertía a la gente. Por eso decimos santo, porque no se puede explicar esa conversión de los corazones que lograba sólo con su presencia y su mirada", expresó.

En otro momento, recordó que ese gran hombre, en su plenitud, recorrió los corazones de todos los hombres que pudo en el mundo, y cuando estuvo en el dolor y al final de su vida, reconoció con tanto cariño los frutos de su amor.

"El Papa, tan maravilloso, era un hombre igual que tú, pero que supo obedecer a lo que Dios le pedía. Creo que estamos en un momento estupendo para que veamos en esa oración, amistad del Papa con Dios, un punto de apoyo para la fortaleza, para no tener miedo cuando el Señor nos pide unirnos a la cruz y para mantenernos alegres", comentó.

Visita del Juan Pablo II al Perú

El pastor de Lima revivió los momentos en los cuales el Papa Juan Pablo II visitó nuestro país y nos dejaba un mensaje de esperanza que resaltaba la importancia de tener una creciente solidaridad y un nuevos descubrimiento de las raíces humanas y religiosas, que permita que darle a todos los peruanos una dignidad renovada, consciente de su destino ante Dios, ante sí mismo y ante la sociedad.

Recordó también la visita que hizo a Ayacucho en una época convulsionada y atacada por el terrorismo, y destacó la valentía del Papa de levantar la voz y decir ¡Basta ya! cuando vio a un grupo que mataba y llenaba de dolor a un pueblo pobre.

"No se trata de violencia ni de insultos ni de agravios, pero sí se trata de una rebeldía interior. Somos seres humanos que tenemos que educarnos, respetarnos y dialogar. Todo con una luz muy fuerte: la verdad, porque la peor violencia es la mentira. El papa nos dejó esa estela de optimismo", afirmó.

El Papa peregrino

El cardenal Cipriani comentó que cuando el papa Juan Pablo II llegó a Roma sintió que era necesario viajar para llevar el mensaje de Dios a todo el mundo. Es ahí cuando se da cuenta que la humanidad lo sigue de una manera impresionante con alegría y agradecimiento y se da cuenta que esa es la tarea que Cristo le pide a él como Papa.

"Le pido ahora a Juan Pablo II, que siga peregrinando con su mensaje y con su sonrisa, pues necesitamos que nos convenza de esa alegría y belleza de la voluntad de Dios", reflexionó.

Del mismo modo, mencionó su visita al papa unas semanas antes de su partida al encuentro con el Señor, en donde al verlo meditando ante el Santísimo sintió que era otro mundo, ese mundo del dolor, ese mundo de Cristo en la cruz.

"Juan Pablo II, en los últimos momentos de su vida, estuvo abrazado a la cruz, pero con un dolor muy grande porque ese hombre comunicativo, alegre, peregrinando por todas partes, se encontraba recluido por las limitaciones físicas pero con la fortaleza interior y con el mismo amor",

Finalmente, exhortó a todos los peruanos a estar agradecidos por el amor que Juan Pablo II entregó a Dios, a la Iglesia y a cada uno de los hombres.

"Pienso que el Papa Juan Pablo II nos dice hoy a todos: ‘No tengas miedo de ser católico, no tengas miedo de ser fiel a tu matrimonio, no tengas miedo de acercarte a la confesión'", concluyó.

Evangelio 16 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Isaías 49, 3.5-6
    "Te hago luz de las naciones para que seas mi salvación"

    El Señor me dijo:
    «Tú eres mi siervo Israel, de quien estoy orgulloso».
    Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo para que le trajese a Jacob, para que le reuniera a Israel –tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza–.
    El Señor dice:
    «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

  • Salmo Responsorial: 39
    "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad."

    Esperé en el Señor con gran confianza, él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
    R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

    Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exististe holocaustos por la culpa, así que dije: Aquí estoy
    R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

    En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón.
    R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

    He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor.
    R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

  • Segunda Lectura: I Corintios 1, 1-3
    "Gracia, y paz les dé Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, nuestro Señor"

    Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Jesucristo, al pueblo santo que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo,Señor nuestro y de ellos.
    La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con ustedes.

  • Evangelio: Juan 1, 29-34
    "Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo"

    En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
    «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo dije:
    “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
    Y Juan dio testimonio diciendo:
    «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él.
    Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo”.
    Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».