sábado, 4 de abril de 2020

Lecturas 4 de Abril de 2020

  • Primera lectura

    Ezequiel 37:21-28
    21 y diles: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo recojo a los hijos de Israel de entre las naciones a las que marcharon. Los congregaré de todas partes para conducirlos a su suelo.
    22 Haré de ellos una sola nación en esta tierra, en los montes de Israel, y un solo rey será el rey de todos ellos; no volverán a formar dos naciones, ni volverán a estar divididos en dos reinos.
    23 No se contaminarán más con sus basuras, con sus monstruos y con todos sus crímenes. Los salvaré de las infidelidades por las que pecaron, los purificaré, y serán mi pueblo y yo seré su Dios.
    24 Mi siervo David reinará sobre ellos, y será para todos ellos el único pastor; obedecerán mis normas, observarán mis preceptos y los pondrán en práctica.
    25 Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, donde habitaron vuestros padres. Allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos, para siempre, y mi siervo David será su príncipe eternamente.
    26 Concluiré con ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré mi santuario en medio de ellos para siempre.
    27 Mi morada estará junto a ellos, seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
    28 Y sabrán las naciones que yo soy Yahveh, que santifico a Israel, cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre.
  • Salmo responsorial

    Jeremías 31:10-13
    10 Oíd la palabra de Yahveh, naciones, y anunciad por las islas a lo lejos, y decid: «El que dispersó a Israel le reunirá y le guardará cual un pastor su hato.»
    11 Porque ha rescatado Yahveh a Jacob, y le ha redimido de la mano de otro más fuerte.
    12 Vendrán y darán hurras en la cima de Sión y acudirán al regalo de Yahveh: al grano, al mosto, y al aceite virgen, a las crías de ovejas y de vacas, y será su alma como huerto empapado, no volverán a estar ya macilentos.
    13 Entonces se alegrará la doncella en el baile, los mozos y los viejos juntos, y cambiaré su duelo en recocijo, y les consolaré y alegraré de su tristeza;
  • Evangelio

    Juan 11:45-56
    45 Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
    46 Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
    47 Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales.
    48 Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.»
    49 Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada,
    50 ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.»
    51 Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación
    52 - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
    53 Desde este día, decidieron darle muerte.
    54 Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudada llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos.
    55 Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse.
    56 Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?»

viernes, 3 de abril de 2020

Lecturas 3 de Abril de 2020

Lecturas del día:

  • Primera lectura

    Jeremías 20:10-13
    10 Escuchaba las calumnias de la turba: «¡Terror por doquier!, ¡denunciadle!, ¡denunciémosle!» Todos aquellos con quienes me saludaba estaban acechando un traspiés mío: «¡A ver si se distrae, y le podremos, y tomaremos venganza de él!»
    11 Pero Yahveh está conmigo, cual campeón poderoso. Y así mis perseguidores tropezarán impotentes; se avergonzarán mucho de su imprudencia: confusión eterna, inolvidable.
    12 ¡Oh Yahveh Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el corazón!, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
    13 Cantad a Yahveh, alabad a Yahveh, porque ha salvado la vida de un pobrecillo de manos de malhechores.
  • Salmo responsorial

    Salmo 18:2-7
    2 Dijo: Yo te amo, Yahveh, mi fortaleza, (mi salvador, que de la violencia me has salvado).
    3 Yahveh, mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios; la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahveh, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían, me espantaban las trombas de Belial,
    6 los lazos del seol me rodeaban, me aguardaban los cepos de la Muerte.
    7 Clamé a Yahveh en mi angustia, a mi Dios invoqué; y escuchó mi voz desde su Templo, resonó mi llamada en sus oídos.
  • Evangelio

    Juan 10:31-42
    31 Los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle.
    32 Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?»
    33 Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios.»
    34 Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois?
    35 Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios - y no puede fallar la Escritura -
    36 a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"?
    37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis;
    38 pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre.»
    39 Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos.
    40 Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí.
    41 Muchos fueron donde él y decían: «Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad.»
    42 Y muchos allí creyeron en él.

jueves, 2 de abril de 2020

Lecturas 2 de Abril de 2020

Lecturas del día:

  • Primera lectura

    Génesis 17:3-9
    3 Cayó Abram rostro en tierra, y Dios le habló así:
    4 «Por mi parte he aquí mi alianza contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos.
    5 No te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido.
    6 Te haré fecundo sobremanera, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti.
    7 Y estableceré mi alianza entre nosotros dos, y con tu descendencia después de ti, de generación en generación: una alianza eterna, de ser yo el Dios tuyo y el de tu posteridad.
    8 Yo te daré a ti y a tu posteridad la tierra en que andas como peregrino, todo el país de Canaán, en posesión perpetua, y yo seré el Dios de los tuyos.»
    9 Dijo Dios a Abraham: «Guarda, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación.
  • Salmo responsorial

    Salmo 105:4-9
    4 ¡Buscad a Yahveh y su fuerza, id tras su rostro sin descanso,
    5 recordad las maravillas que él ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca!
    6 Raza de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:
    7 él, Yahveh, es nuestro Dios, por toda la tierra sus juicios.
    8 El se acuerda por siempre de su alianza, palabra que impuso a mil generaciones,
    9 lo que pactó con Abraham, el juramento que hizo a Isaac,
  • Evangelio

    Juan 8:51-59
    51 En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás.»
    52 Le dijeron los judíos: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: "Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás."
    53 ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?»
    54 Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: "El es nuestro Dios",
    55 y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su Palabra.
    56 Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró.»
    57 Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?»
    58 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.»
    59 Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

miércoles, 1 de abril de 2020

Lecturas 1 de Abril de 2020

  • Primera lectura

    Daniel 3:14-20, 91-92, 95
    14 Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: «¿Es verdad, Sadrak, Mesak y Abed Negó, que no servís a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que yo he erigido?
    15 ¿Estáis dispuestos ahora, cuando oigáis sonar el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, a postraros y adorar la estatua que yo he hecho? Si no la adoráis, seréis inmediatamente arrojados en el horno de fuego ardiente; y ¿qué dios os podrá librar de mis manos?»
    16 Sadrak, Mesak y Abed Negó tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: «No necesitamos darte una respuesta sobre este particular.
    17 Si nuestro Dios, a quien servimos, es capaz de librarnos, nos librará del horno de fuego ardiente y de tu mano, oh rey;
    18 y si no lo hace, has de saber, oh rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido.»
    19 Entonces el rey Nabucodonosor, lleno de cólera y demudada la expresión de su rostro contra Sadrak, Mesak y Abed Negó, dio orden de que se encendiese el horno siete veces más de lo corriente,
    20 y mandó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrak, Mesak y Abed Negó y los arrojaran al horno de fuego ardiente.
    91 Entonces el rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó a toda prisa y preguntó a sus consejeros: «¿No hemos echado nosotros al fuego a estos tres hombres atados?» Respondieron ellos: «Indudablemente, oh rey.»
    92 Dijo el rey: «Pero yo estoy viendo cuatro hombres que se pasean libremente por el fuego sin sufrir daño alguno, y el cuarto tiene el aspecto de un hijo de los dioses.»
    95 Nabucodonosor exclamó: «Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, que ha enviado a su ángel a librar a sus siervos que, confiando en él, quebrantaron la orden del rey y entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios.
  • Salmo responsorial

    Daniel 3:52-56
    52 «Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, loado, exaltado eternamente. Bendito el santo nombre de tu gloria, loado, exaltado eternamente.
    53 Bendito seas en el templo de tu santa gloria, cantado, enaltecido eternamente.
    54 Bendito seas en el trono de tu reino, cantado, exaltado eternamente.
    55 Bendito tú, que sondas los abismos, que te sientas sobre querubines, loado, exaltado eternamente.
    56 Bendito seas en el firmamento del cielo, cantado, glorificado eternamente.
  • Evangelio

    Juan 8:31-42
    31 Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,
    32 y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»
    33 Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?»
    34 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo.
    35 Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre.
    36 Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.
    37 Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros.
    38 Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre.»
    39 Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham.» Jesús les dice: «Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham.
    40 Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham.
    41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.» Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios.»
    42 Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado.

martes, 31 de marzo de 2020

Lecturas 31 de Marzo de 2020

  • Primera lectura

    Números 21:4-9
    4 Partieron de Hor de la Montaña, camino del mar de Suf, rodeando la tierra de Edom. El pueblo se impacientó por el camino.
    5 Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos habéis subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan ni agua, y estamos cansados de ese manjar miserable.»
    6 Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel.
    7 El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes,» Moisés intercedió por el pueblo.
    8 Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.»
    9 Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida.
  • Salmo responsorial

    Salmo 102:2-3, 16-21
    2 Yahveh, escucha mi oración, llegue hasta ti mi grito;
    3 ne ocultes lejos de mí tu rostro el día de mi angustia; tiende hacia mí tu oído, ¡el día en que te invoco, presto, respóndeme!
    16 Y temerán las naciones el nombre de Yahveh, y todos los reyes de la tierra tu gloria;
    17 cuando Yahveh reconstruya a Sión, y aparezca en su gloria,
    18 volverá su rostro a la oración del despojado, su oración no despreciará.
    19 Se escribirá esto para la edad futura, y en pueblo renovado alabará a Yahveh:
    20 que se ha inclinado Yahveh desde su altura santa, desde los cielos ha mirado a la tierra,
    21 para oír el suspiro del cautivo, para librar a los hijos de la muerte.
  • Evangelio

    Juan 8:21-30
    21 Jesús les dijo otra vez: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.»
    22 Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: "Adonde yo voy, vosotros no podéis ir?»
    23 El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
    24 Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.»
    25 Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo.
    26 Mucho podría hablar de vosotros y juzgar pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.»
    27 No comprendieron que les hablaba del Padre.
    28 Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo.
    29 Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.»
    30 Al hablar así, muchos creyeron en él.

lunes, 30 de marzo de 2020

Evangelio 30 de Marzo de 2020

  • Primera lectura

    Daniel 13:1-9, 15-17, 19-30, 33-62
    1 Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín.
    2 Se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy bella y temerosa de Dios;
    3 sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés.
    4 Joaquín era muy rico, tenía un jardín contiguo a su casa, y los judíos solían acudir donde él, porque era el más prestigioso de todos.
    5 Aquel año habían sido nombrados jueces dos ancianos, escogidos entre el pueblo, de aquellos de quienes dijo el Señor: «La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y jueces que se hacían guías del pueblo.»
    6 Venían éstos a menudo a casa de Joaquín, y todos los que tenían algún litigio se dirigían a ellos.
    7 Cuando todo el mundo se había retirado ya, a mediodía, Susana entraba a pasear por el jardín de su marido.
    8 Los dos ancianos, que la veían entrar a pasear todos los días, empezaron a desearla.
    9 Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios.
    15 Mientras estaban esperando la ocasión favorable, un día entró Susana en el jardín como los días precedentes, acompañada solamente de dos jóvenes doncellas, y como hacía calor quiso bañarse en el jardín.
    16 No había allí nadie, excepto los dos ancianos que, escondidos, estaban al acecho.
    17 Dijo ella a las doncellas: «Traedme aceite y perfume, y cerrad las puertas del jardín, para que pueda bañarme.»
    19 En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron, fueron corriendo donde ella,
    20 y le dijeron: «Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos; consiente, pues, y entrégate a nosotros.
    21 Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven y que por eso habías despachado a tus doncellas.»
    22 Susana gimió: «¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros.
    23 Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor.»
    24 Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Los dos ancianos gritaron también contra ella,
    25 y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín.
    26 Al oír estos gritos en el jardín, los domésticos se precipitaron por la puerta lateral para ver qué ocurría,
    27 y cuando los ancianos contaron su historia, los criados se sintieron muy confundidos, porque jamás se había dicho una cosa semejante de Susana.
    28 A la mañana siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron allá los dos ancianos, llenos de pensamientos inicuos contra Susana para hacerla morir.
    29 Y dijeron en presencia del pueblo: «Mandad a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín.» Mandaron a buscarla,
    30 y ella compareció acompañada de sus padres, de sus hijos y de todos sus parientes.
    33 Todos los suyos lloraban, y también todos los que la veían.
    34 Los dos ancianos, levantándose en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre su cabeza.
    35 Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón tenía puesta su confianza en Dios.
    36 Los ancianos dijeron: «Mientras nosotros nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con dos doncellas. Cerró las puertas y luego despachó a las doncellas.
    37 Entonces se acercó a ella un joven que estaba escondido y se acostó con ella.
    38 Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver esta iniquidad, fuimos corriendo donde ellos.
    39 Los sorprendimos juntos, pero a él no pudimos atraparle porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó.
    40 Pero a ésta la agarramos y le preguntamos quién era aquel joven.
    41 No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos.» La asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte.
    42 Entonces Susana gritó fuertemente: «Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda,
    43 tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí.»
    44 El Señor escuchó su voz
    45 y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel,
    46 que se puso a gritar: «¡Yo estoy limpio de la sangre de esta mujer!»
    47 Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: «¿Qué significa eso que has dicho?»
    48 El, de pie en medio de ellos, respondió: «¿Tan necios sois, hijos de Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel?
    49 ¡Volved al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han levantado contra ella!»
    50 Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad.»
    51 Daniel les dijo entonces: «Separadlos lejos el uno del otro, y yo les interrogaré.»
    52 Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: «Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada,
    53 dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: "No matarás al inocente y al justo."
    54 Conque, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos.» Respondió él: «Bajo una acacia.»
    55 «En verdad - dijo Daniel - contra tu propia cabeza has mentido, pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por el medio.»
    56 Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: «¡Raza de Canaán, que no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón!
    57 Así tratabais a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a vosotros. Pero una hija de Judá no ha podido soportar vuestra iniquidad.
    58 Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?» El respondió: «Bajo una encina.»
    59 En verdad, dijo Daniel, tú también has mentido contra tu propia cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con vosotros.»
    60 Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.
    61 Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido Daniel de falso testimonio
    62 y, para cumplir la ley de Moisés, les aplicaron la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente.

    O también:
    Daniel 13:41-62
    41 No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos.» La asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte.
    42 Entonces Susana gritó fuertemente: «Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda,
    43 tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí.»
    44 El Señor escuchó su voz
    45 y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel,
    46 que se puso a gritar: «¡Yo estoy limpio de la sangre de esta mujer!»
    47 Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: «¿Qué significa eso que has dicho?»
    48 El, de pie en medio de ellos, respondió: «¿Tan necios sois, hijos de Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel?
    49 ¡Volved al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han levantado contra ella!»
    50 Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad.»
    51 Daniel les dijo entonces: «Separadlos lejos el uno del otro, y yo les interrogaré.»
    52 Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: «Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada,
    53 dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: "No matarás al inocente y al justo."
    54 Conque, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos.» Respondió él: «Bajo una acacia.»
    55 «En verdad - dijo Daniel - contra tu propia cabeza has mentido, pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por el medio.»
    56 Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: «¡Raza de Canaán, que no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón!
    57 Así tratabais a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a vosotros. Pero una hija de Judá no ha podido soportar vuestra iniquidad.
    58 Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?» El respondió: «Bajo una encina.»
    59 En verdad, dijo Daniel, tú también has mentido contra tu propia cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con vosotros.»
    60 Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.
    61 Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido Daniel de falso testimonio
    62 y, para cumplir la ley de Moisés, les aplicaron la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente.
  • Salmo responsorial

    Salmo 23:1-6
    1 Salmo. De David. Yahveh es mi pastor, nada me falta.
    2 Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce,
    3 y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre.
    4 Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.
    5 Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa.
    6 Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh a lo largo de los días.
  • Evangelio

    Juan 8:1-11
    1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos.
    2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
    3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio
    4 y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
    5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
    6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acuasarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
    7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
    8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
    9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.
    10 Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»
    11 Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»

domingo, 29 de marzo de 2020

Lecturas 29 de Marzo de 2020

  • Primera lectura

    Ezequiel 37:12-14
    12 Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel.
    13 Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío.
    14 Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh.»
  • Salmo responsorial

    Salmo 130:1-8
    1 Canción de las subidas. Desde lo más profundos grito a ti, Yahveh:
    2 ¡Señor, escucha mi clamor! ¡Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas!
    3 Si en cuenta tomas las culpas, oh Yahveh, ¿quién, Señor, resistirá?
    4 Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas temido.
    5 Yo espero en Yahveh, mi alma espera en su palabra;
    6 mi alma aguarda al Señor más que los centinelas la aurora; mas que los centinelas la aurora,
    7 aguarde Israel a Yahveh. Porque con Yahveh está el amor, junto a él abundancia de rescate;
    8 él rescatará a Israel de todas sus culpas.
  • Segunda lectura

    Romanos 8:8-11
    8 así, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios.
    9 Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece;
    10 mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia.
    11 Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.
  • Evangelio

    Juan 11:1-45
    1 Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta.
    2 María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.
    3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.»
    4 Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
    5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
    6 Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.
    7 Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.»
    8 Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?»
    9 Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
    10 pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.»
    11 Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.»
    12 Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.»
    13 Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño.
    14 Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto,
    15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él.»
    16 Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.»
    17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.
    18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,
    19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.
    20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.
    21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
    22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
    23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»
    24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»
    25 Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
    26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»
    27 Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»
    28 Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.»
    29 Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rapidamente, y se fue donde él.
    30 Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado.
    31 Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
    32 Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.»
    33 Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó
    34 y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.»
    35 Jesús se echó a llorar.
    36 Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.»
    37 Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?»
    38 Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra.
    39 Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.»
    40 Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»
    41 Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.
    42 Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.»
    43 Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!»
    44 Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.»
    45 Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
    O también:
    Juan 11:3-7, 17, 20-27, 33-45
    3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.»
    4 Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
    5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
    6 Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.
    7 Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.»
    17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.
    20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.
    21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
    22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
    23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»
    24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»
    25 Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
    26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»
    27 Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»
    33 Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó
    34 y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.»
    35 Jesús se echó a llorar.
    36 Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.»
    37 Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?»
    38 Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra.
    39 Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.»
    40 Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»
    41 Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.
    42 Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.»
    43 Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!»
    44 Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.»
    45 Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.