sábado, 29 de enero de 2011

Evangelio 29 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 11, 1-2.8-19
    "Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios"

    Hermanos: La fe es el fundamento de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve. Por ella obtuvieron nuestros antepasados la aprobación de Dios. Por la fe, Abrahán, obediente a la llamada divina, salió hacia una tierra que iba a recibir en posesión, y salió sin saber a dónde iba.
    Por la fe vivió como extranjero en la tierra que se le había prometido, habitando en tiendas; y lo mismo hicieron Isaac y Jacob, herederos como él de la misma promesa. Vivió así porque esperaba una ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
    Por la fe, a pesar de que Sara era estéril y de que él mismo ya no tenía la edad apropiada, recibió fuerza para fundar una descendencia, porque confió en quien se lo había prometido. Por eso, de un solo hombre, sin vigor ya para engendrar, salió una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena de la orilla del mar.
    Todos estos murieron sin haber conseguido la realización de las promesas, pero a la luz de la fe las vieron y saludaron de lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Los que así hablan ponen de manifiesto que buscan una patria.
    Indudablemente, si la patria que añoraban era aquella de donde habían salido, oportunidad tenían de regresar a ella. Pero a lo que aspiraban era a una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no se avergüenza de que le llamen su Dios, porque les preparó una ciudad.
    Por la fe, Abrahán, sometido a prueba, estuvo dispuesto a sacrificar a Isaac; y era su hijo único a quien inmolaba el que había recibido las promesas, aquel a quien se había dicho: De Isaac te nacerá una descendencia.
    Pensaba Abrahán que Dios era capaz de resucitar a los muertos. Por eso el recobrar a su hijo fue para él como un símbolo.

  • Interleccional: Lucas 1
    Bendito sea el Señor, que ha visitado a su pueblo.

    Nos ha suscitado una fuerza salvadora en la familia de David, su siervo: como lo había prometido desde antiguo por medio de sus santos profetas.
    R. Bendito sea el Señor, que ha visitado a su pueblo.

    Para salvarnos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos odian. De este modo mostró el Señor su misericordia a nuestros antepasados y se acordó de su santa alianza.
    R. Bendito sea el Señor, que ha visitado a su pueblo.

    Del juramento que hizo a nuestro antepasado Abrahán, para concedernos que, libres de nuestros enemigos, podamos servirlo sin temor, con santidad y justicia en su presencia toda nuestra vida.
    R. Bendito sea el Señor, que ha visitado a su pueblo.
  • Evangelio: Marcos 4, 35-41
    "¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!"

    Aquel día, al caer la tarde, Jesús dijo a sus discípulos:
    «Pasemos a la otra orilla».
    Ellos dejaron a la gente y lo llevaron en la barca, tal como estaba. Otras barcas lo acompañaban. Se levantó entonces una fuerte tempestad y las olas entraban en la barca, de manera que la barca estaba ya hundiéndose.
    Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre un cojín; y lo despertaron, diciéndole:
    «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
    El se levantó, ordenó calmarse al viento y dijo al lago:
    «¡Cállate! ¡Enmudece!»
    El viento amainó y sobrevino una gran calma.
    Y a ellos les dijo:
    «¿Por qué son tan cobardes? ¿Todavía no tienen fe?»
    Ellos se llenaron de un gran temor y se decían unos a otros:
    «¿Quién es éste, que hasta el viento y el lago lo obedecen?»

Evangelio 28 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 10, 32-39
    "Han soportado grandes luchas. No pierdan, pues, la confianza"

    Hermanos: Recuerden aquellos primeros días en que, recién iluminados por el bautismo, soportaron duros y dolorosos combates. Unas veces fueron expuestos públicamente a insultos y tormentos; otras, compartiendo los sufrimientos de los hermanos que eran maltratados. Pues se compadecieron de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que están en posesión de otros bienes mejores y perdurables.
    Por lo tanto, no pierdan la confianza, pues la recompensa es grande. Lo que ahora necesitan es la perseverancia, para cumplir la voluntad de Dios alcanzar lo prometido.
    Atiendan a lo que dice la Escritura: “Pronto, muy pronto, el que ha de venir vendrá sin retraso; y mi justo vivirá por la fe, pero si desconfía, dejará de agradarme”. Pero nosotros no somos de los que retroceden para su perdición, sino hombres de fe destinados a salvarnos.

  • Salmo Responsorial: 36
    "La salvación del justo es el Señor."

    Pon tu esperanza en Dios, practica el bien y vivirás tranquilo en esta tierra. Busca en él tu alegría y te dará el Señor cuanto deseas.
    R. La salvación del justo es el Señor.

    Pon tu vida en las manos del Señor, en él confía, y hará que tu virtud y tus derechos brillen igual que el sol de mediodía.
    R. La salvación del justo es el Señor.

    Porque aprueba el camino de los justos, asegura el Señor todos sus pasos; no quedarán por tierra cuando caigan, porque el Señor los tiene de su mano.
    R. La salvación del justo es el Señor.

    La salvación del justo es el Señor; en la tribulación él es su amparo. A quien en él confía, Dios lo salva de los hombres malvados.
    R. La salvación del justo es el Señor.

  • Evangelio: Marcos 4, 26-34
    "El sembrador echa la simiente, duerme, y la semilla va creciendo sin que él sepa cómo"

    En aquel tiempo decía Jesús a las muchedumbres:
    «Sucede con el reino de Dios lo mismo que con el grano que un hombre echa en la tierra. No importa que él esté dormido o despierto, que sea de noche o de día. El grano germina y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da fruto por sí misma; primero un tallo, luego la espiga, después el trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto está a punto, en seguida se corta con la guadaña, porque ha llegado la cosecha».
    Proseguía diciendo:
    «¿Con qué comparemos el reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Sucede con él lo que con un grano de mostaza. Cuando se siembra en la tierra es la más pequeña de todas las semillas. Pero, una vez sembrada, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
    Con muchas parábolas como éstas Jesús les anunciaba el mensaje, adaptándose a su capacidad de entender. No les decía nada sin parábolas. A sus propios discípulos, sin embargo, les explicaba todo en privado.

jueves, 27 de enero de 2011

La belleza del rito litúrgico

Columna de teología litúrgica dirigida por Mauro Gagliardi

Por Mauro Gagliardi*

ROMA, jueves 27 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Hans Urs von Balthasar, en la “Introducción” al primer volumen de su monumental Herrlichkeit (Gloria), en la que desarrolló una teología sistemática centrada en la trascendencia de lo bello, escribe:

“La belleza es la última palabra que el intelecto pensante puede atreverse a pronunciar, porque ésta no hace otra cosa que coronar, como aureola de esplendor inaprensible, el doble astro de la verdad y del bien y su relación indisoluble. Esta es la belleza desinteresada sin la cual el viejo mundo era incapaz de comprenderse, pero la que se ha ido de puntillas del moderno mundo de los intereses, para abandonarlo a su codicia y a su tristeza. Esta es la belleza que ya no es amada ni custodiada ni siquiera por la religión, sino que, como máscara arrancada de su rostro, pone al descubierto rasgos que amenazan resultar incomprensibles a los hombres. Esta es la belleza en la que ya no nos atrevemos a creer y de la que hemos hecho una apariencia para podernos liberar de ella sin remordimientos. Esta es la belleza, en fin, que exige (como hoy está demostrado), por lo menos otro tanto valor y fuerza de decisión de la verdad y de la bondad, y que no se deja reducir al ostracismo y separar de estas dos hermanas suyas sin arrastrarlas consigo en una misteriosa venganza” (Gloria. Una estetica teologica, Jaca book, Milán 1994 [II rist.], pp. 10-11).

Son palabras de clara condena, por parte de un teólogo bien “moderno”, de ese espíritu funcionalista típico de la modernidad, que ya no es capaz de apreciar el valor de las cosas bellas que no tengan un reflejo inmediato en el campo de lo útil. ¿Cómo comprender hoy el valor de los detalles minuciosos que los pintores trazaron sobre las bóvedas de innumerables iglesias y que son inútiles, porque no son perceptibles para quien mira la bóveda desde la nave? ¿Cómo justificar la fatiga de los maestros del mosaico que pasaban días componiendo teselas en lugares no visibles de las catedrales medievales? Si la puntura o el mosaico no van a ser vistos, no serán disfrutados por ojo humano alguno, ¿de qué ha servido tanto trabajo? Lo bello en este caso ¿no implica una pérdida de tiempo y de energías? Y también: ¿para qué sirve la belleza de las vestimentas y de los vasos sagrados, si el pobre muere de hambre o no tiene con qué cubrir su desnudez? ¿Esa belleza no quita recursos al cuidado de los necesitados?

¡Y sin embargo, la belleza sirve! Y sirve precisamente cuando es gratuita, cuando no busca una utilidad inmediata, cuando es irradiación de Dios. Recuerda Benedicto XVI:

“La relación entre el misterio creído y celebrado se manifiesta de modo peculiar en el valor teológico y litúrgico de la belleza. En efecto, la liturgia, como también la Revelación cristiana, está vinculada intrínsecamente con la belleza: es veritatis splendor. En la liturgia resplandece el Misterio pascual mediante el cual Cristo mismo nos atrae hacia sí y nos llama a la comunión. [...] La belleza de la liturgia es parte de este misterio; es expresión eminente de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un asomarse del Cielo sobre la tierra. [...] La belleza, por tanto, no es un elemento decorativo de la acción litúrgica; es más bien un elemento constitutivo, ya que es un atributo de Dios mismo y de su revelación. Conscientes de todo esto, hemos de poner gran atención para que la acción litúrgica resplandezca según su propia naturaleza” (Sacramentum Caritatis, n. 35).

Quien no sabe apreciar el valor gratuito (es decir, de la gracia) de la belleza y, en particular, de la belleza litúrgica, difícilmente podrá realizar un acto adecuado de culto divino. Continua Von Balthasar: “Quien, al oír hablar de ella, se sonríe, juzgándola como un residuo exótico de un pasado burgués, de este se puede estar seguro de que – secreta o abiertamente – ya no es capaz de rezar, y pronto, tampoco lo será de amar” (Gloria, p. 11).

La belleza del rito, cuando es tal, corresponde a la acción santificadora propia de la sagrada liturgia, la cual es obra de Dios y del hombre, celebración que da gloria al Creador y Redentor y santifica a la criatura redimida. De modo conforme a la naturaleza compuesta del hombre, la belleza del rito debe ser siempre corpórea y espiritual, mostrar lo visible y lo invisible. De lo contrario se cae o en el esteticismo, que quiere satisfacer el gusto, o en el pragmatismo que supera las formas en la búsqueda utópica de un contacto “intuitivo” con lo divino. En el fondo, en ambos casos se pasa de la espiritualidad a la emotividad.

El riesgo hoy es menos el del esteticismo y mucho más el del pragmatismo informal. Tenemos necesidad en el presente no tanto de simplificar y de quitar lo superfluo, sino de redescubrir el decoro y la majestad del culto divino. La sagrada liturgia de la Iglesia atraerá al hombre de nuestro tiempo no vistiendo cada vez más los vestidos de la cotidianidad anónima y gris, a lo que ya está muy acostumbrado, sino llevando el manto real de la verdadera belleza, vestidura siempre nueva y joven, que la hace ser percibida como una ventana abierta al Cielo, como punto de contacto con el Dios Uno y Trino, a cuya adoración está ordenada, a través de la mediación de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.

Traducido del italiano por Inma Álvarez

Evangelio 27 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 10, 19-25
    "Mantengamos firme, con la plenitud de la fe, la profesión de nuestra esperanza, estimulándonos mutuamente al ejercicio de la caridad"

    Hermanos: En virtud de la sangre de Jesucristo, tenemos la seguridad de poder entrar en el santuario; porque él nos abrió un camino nuevo y viviente a través del velo, que es su propio cuerpo. Asimismo, en Cristo, tenemos un sacerdote incomparable al frente de la casa de Dios.
    Acerquémonos pues, con sinceridad de corazón, con una fe total, limpia la conciencia de toda mancha y purificado el cuerpo por el agua saludable. Mantengámonos inconmovibles en la profesión de nuestra esperanza, porque el que nos hizo las promesas es fiel a su Palabra; estimulémonos mutuamente con el ejemplo al ejercicio de la caridad y las buenas obras.
    No abandonemos la costumbre de asistir a nuestras asambleas, como algunos acostumbran, sino animémonos los unos a los otros, tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca.

  • Salmo Responsorial: 23
    "Busquemos a Dios, nuestro Señor."

    Del Señor es la tierra y lo que ella tiene; el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares; él fue quien lo asentó sobre los ríos.
    R. Busquemos a Dios, nuestro Señor

    ¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.
    R. Busquemos a Dios, nuestro Señor.

    Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob.
    R. Busquemos a Dios, nuestro Señor.

  • Evangelio: Marcos 4, 21-25
    "La misma medida que utilicen para tratar a los demás, se usará para tratarlos a ustedes"

    En aquel tiempo dijo Jesús a la multitud:
    «¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga».
    Siguió hablándoles y les dijo:
    «Pongan atención a lo que están oyendo: La misma medida que utilicen para tratar a los demás, ésa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces. Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará».

martes, 25 de enero de 2011

Evangelio 26 Enero de 2011

  • Primera Lectura: II Timoteo 1,1-8
    "Refrescando la memoria de tu fe sincera"

    Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría, refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.

  • Salmo Responsorial: 95
    "Contad las maravillas del Señor a todas las naciones."

    Cantad al Señor un cántico nuevo,
    cantad al Señor, toda la tierra;
    cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

    Proclamad día tras día su victoria.
    Contad a los pueblos su gloria,
    sus maravillas a todas las naciones. R.

    Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
    aclamad la gloria y el poder del Señor,
    aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

    Decid a los pueblos: "El Señor es rey,
    él afianzó el orbe, y no se moverá;
    él gobierna a los pueblos rectamente." R.

  • Evangelio: Lucas 10,1-9
    "La mies es abundante y los obreros pocos"

    En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Miras que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, por que el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed los que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios.""

Evangelio 25 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hechos 22, 3-16
    "Levántate, recibe el bautismo que por la invocación del nombre de Jesús lavará tus pecados"

    En aquellos días, Pablo dijo al pueblo:
    «Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me eduqué en esta ciudad. Mi maestro fue Gamaliel; él me instruyó en la fiel observancia de la ley de nuestros antepasados; siempre he defendido con pasión las cosas de Dios, como ustedes hoy.
    Yo perseguí a muerte el camino cristiano, encadenando y encarcelando a hombres y mujeres.
    Y de ello pueden dar testimonio el sumo sacerdote y todos los miembros del Consejo. Después de recibir de ellos mismos cartas de presentación para los hermanos, me dirigía a Damasco, con ánimo de traer encadenados a Jerusalén a los creyentes que allí hubiera, para que fueran castigados.
    Iba, pues, camino de Damasco, y cuando ya estaba cerca de la ciudad, hacia el mediodía, de repente brilló a mi alrededor una luz cegadora venida del cielo; caí al suelo, y oí una voz que me decía:
    «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?»
    Yo respondí:
    «¿Quién eres, Señor?»
    Me contestó:
    «Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues».
    Los que venían conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
    Yo pregunté:
    «¿Qué debo hacer, Señor?»
    El Señor me respondió:
    «Levántate y vete a Damasco; allí te dirán lo que debes hacer».
    Como no veía nada, debido al resplandor de aquella luz, entré en Damasco de la mano de mis compañeros. Un cierto Ananías, varón piadoso según la ley y muy respetado por todos los judíos que allí vivían, vino a verme y me dijo:
    «Hermano, Saulo, recobra la vista».
    Y en aquel mismo instante recobré la vista y vi a Ananías. El añadió:
    «El Dios de nuestros antepasados te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que veas al Justo y oigas su voz. Porque serás testigo suyo ante todos los hombres de lo que has visto y oído. No pierdas tiempo, ahora; levántate, recibe el bautismo, y purifícate de tus pecados invocando su nombre».

  • Salmo Responsorial: 116
    "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio."

    Que alaben al Señor todos los pueblos, que todas las naciones lo festejen.
    R. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.

    Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.
    R. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.

  • Evangelio: Marcos 16, 15-18
    "Vayan al mundo y proclamen el Evangelio"

    En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, y les dijo:
    «Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará, pero el que no crea, se condenará. A los que crean, les acompañarán estas señales: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán en lenguas nuevas, cogerán serpientes con sus manos, y, aunque beban un veneno, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos sanarán».

domingo, 23 de enero de 2011

Benedicto XVI: “Cristo no está dividido”

Hoy durante el rezo del Ángelus

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 23 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy, durante el rezo del Ángelus, desde la ventana de su estudio, a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro.

* * * * *


¡Queridos hermanos y hermanas!

En estos días, desde el 18 al 25 de enero, se está llevando a cabo la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Este año lleva por tema un pasaje del libro de los Hechos de los Apóstoles, que resume en pocas palabras la vida de la primera comunidad cristiana de Jerusalén: “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hch 2,42). Es muy significativo que este tema haya sido propuesto por las Iglesias y comunidades cristianas de Jerusalén, reunidas en espíritu ecuménico. Sabemos cuántas pruebas deben afrontar los hermanos y hermanas de Tierra Santa y de Oriente Medio. Su servicio es por tanto aún más precioso, valorado por un testimonio que, en ciertos casos, ha llegado hasta el sacrificio de la vida. Por ello, mientras acogemos con alegría las inspiraciones para la reflexión ofrecidas por las comunidades que viven en Jerusalén, nos estrechamos en torno a ellas, y esto se convierte para todos en un factor ulterior de comunión.

También hoy, para ser en el mundo signo e instrumento de unión íntima con Dios y de unidad entre los hombres, nosotros los cristianos debemos fundar nuestra vida en estos cuatro “ejes”: la vida fundada en la fe de los Apóstoles transmitida en la viva Tradición de la Iglesia, la comunión fraterna, la Eucaristía y la oración. Sólo de esta forma, permaneciendo firmemente unida a Cristo, la Iglesia puede llevar a cabo eficazmente su misión, a pesar de todos los límites y las faltas de sus miembros, a pesar de las divisiones, que ya el apóstol Pablo tuvo que afrontar en la comunidad de Corinto, como recuerda la segunda lectura bíblica de este domingo, donde dice: “Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, os exhorto a que os pongáis de acuerdo: que no haya divisiones entre vosotros y vivid en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir” (1,10). El Apóstol, de hecho, había sabido que en la comunidad cristiana de Corinto habían nacido discordias y divisiones; por ello, con gran firmeza, añade: “¿Acaso Cristo está dividido?” (1,13). Diciendo esto, afirma que toda división en la Iglesia es una ofensa a Cristo; y, al mismo tiempo, que es siempre en Él, única Cabeza y Señor, donde podemos volver a encontrarnos unidos, por la fuerza inagotable de su gracia.

De ahí entonces la llamada siempre actual del Evangelio de hoy: “Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca” (Mt 4,17). El serio deber de conversión a Cristo es el camino que conduce a la Iglesia, con los tiempos que Dios dispone, a la plena unidad visible. De ello son un signo los encuentros ecuménicos que se multiplican en estos días en todo el mundo. Aquí en Roma, además de hallarse presentes varias delegaciones ecuménicas, comenzará mañana una sesión de encuentro de la Comisión del diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Antiguas Iglesias Orientales. Y pasado mañana concluiremos la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos con la solemne celebración de las Vísperas en la fiesta de la Conversión de San Pablo. Que nos acompañe siempre, en este camino, la Virgen María, Madre de la Iglesia.

[Después del Ángelus, en español]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana, en particular a los alumnos y profesores del Instituto Maestro Domingo, de Badajoz. En el transcurso de esta Semana de oración por la unidad de los cristianos, la liturgia nos urge, con el apóstol Pablo, a poner siempre el corazón en la salvación que Cristo ofrece, identificándonos cada día más con Él y apartándonos de todo lo que causa división. Que la amorosa intercesión de la Santísima Virgen María, aliente a todos los discípulos de su divino Hijo a edificar sin discordias el Reino de Dios, siendo en todas partes sal de la tierra y luz del mundo. Feliz domingo.

Evangelio 24 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 9, 15. 24-28
    "Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos; se manifestará por segunda vez para dar la salvación a los que lo esperan"

    Hermanos: Cristo es el mediador de la alianza nueva, pues él ha borrado con su muerte las transgresiones de la antigua alianza, para que los elegidos reciban la herencia eterna que se les había prometido.
    Por eso Cristo no entró en un santuario construido por hombres –que no pasa de ser simple imagen del verdadero–, sino en el mismo cielo, a fin de presentarse ahora ante Dios para interceder por nosotros. Tampoco tuvo que ofrecerse a sí mismo muchas veces, como el sumo sacerdote, que entra en el santuario una vez al año con sangre ajena. De lo contrario, debería haber padecido muchas veces desde la creación del mundo, siendo así que le bastó con manifestarse una sola vez, en este tiempo final, para destruir el pecado con su sacrificio.
    Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, después de lo cual vendrá un juicio, así también Cristo se ofreció una sola vez para tomar sobre sí los pecados de la multitud, y por segunda vez aparecerá, ya sin relación con el pecado, para dar la salvación a los que lo esperan.

  • Salmo Responsorial: 97
    "Canten al Señor un canto nuevo."

    Canten al Señor un canto nuevo, porque ha hecho maravillas; su mano le ha dado la victoria, su santo brazo.
    R. Canten al Señor un canto nuevo.

    El Señor hace pública su victoria, a la vista de las naciones muestra su salvación: ha recordado su amor y su fidelidad en favor de Israel.
    R. Canten al Señor un canto nuevo.

    Toda la tierra ha visto la victoria de nuestro Dios. ¡Aclamen al Señor, habitantes de toda la tierra, estallen de gozo, griten de alegría, canten!
    R. Canten al Señor un canto nuevo.

    Canten al Señor con la cítara, con la cítara y los demás instrumentos; al son de trompetas y clarines, aclamen al Señor, que es rey.
    R. Canten al Señor un canto nuevo.

  • Evangelio: Marcos 3, 22-30
    "Satanás ha sido derrotado"

    En aquel tiempo, unos escribas de Jerusalén decían acerca de Jesús:
    «Tiene dentro a Belzebú».
    Y añadían:
    «Con el poder del príncipe de los demonios expulsa a los demonios».
    Jesús los llamó y les propuso estas comparaciones:
    «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede permanecer. Si una familia está divida contra sí misma, esa familia no puede permanecer. Si Satanás se ha rebelado contra sí mismo y está divido, no puede permanecer sino que está llegando a su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no ata al fuerte; sólo entonces podrá saquear su casa.
    Les aseguro que todo se les podrá perdonar a los hombres, los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás; será considerado culpable para siempre».
    Decía eso porque lo acusaban de estar poseído de un espíritu inmundo.

Presentados al Papa dos corderos por santa Inés

Su lana servirá para confeccionar los palios de los nuevos arzobispos

ROMA, viernes 21 de enero de 2011 (ZENIT.org) - Como cada año, dos corderos bendecidos hoy por la mañana en la basílica de Santa Inés fueron presentados al Papa Benedicto XVI, con ocasión de la fiesta de esta santa mártir cristiana de los primeros siglos.

Como es tradición, la lana de estos corderos será utilizada para confeccionar los palios de los nuevos arzobispos nombrados este año.

El palio es un ornamento litúrgico que indica honor y jurisdicción, que llevan el Papa y los arzobispos metropolitanos. está constituido por una banda de lana blanca con seis cruces de seda negra.

Cada 29 de junio, solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, el Papa impone el palio a los arzobispos metropolitanos. Las hermanas del monasterio benedictino de Santa Cecilia en el Trastévere se encargan tradicionalmente de la confección de los palios.

Evangelio 23 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Isaías 8,23b-9,3
    "En Galilea de los paganos, el pueblo vio una luz grande"

    Como el tiempo primero ultrajó a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, así el postrero honró el camino del mar, allende el Jordán, el distrito de los gentiles.
    El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos.
    Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo botín.
    Porque el yugo que les pesaba y la barra que oprimía sus hombros, la vara de su tirano, has roto, como el día de Madián.

  • Salmo Responsorial: 26
    "El Señor es mi luz y mi salvación."

    El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?
    R. El Señor es mi luz y mi salvación.

    Oye, Señor, mi voz y mis clamores y tenme compasión; el corazón me dice que te busque y buscándote estoy.
    R. El Señor es mi luz y mi salvación.

    No rechaces con cólera a tu siervo, tú eres mi único auxilio; no me abandones ni me dejes solo, Dios y salvador mío.
    R. El Señor es mi luz y mi salvación.

    La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Armate de valor y fortaleza y en el Señor confía.
    R. El Señor es mi luz y mi salvación.

  • Segunda Lectura: I Corintios 1, 10-13.17
    "Que no haya divisiones entre ustedes"

    Hermanos: Los exhorto en nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que vivan en concordia para que no haya divisiones entre ustedes. Estén perfectamente unidos en un mismo sentir y pensar.
    Hermanos, me he enterado por algunos servidores de Cloe de que hay discordias entre ustedes. Les digo esto, porque andan divididos diciendo:
    «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo».
    ¿Acaso Cristo está dividido? ¿Es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O han sido bautizados en nombre de Pablo? No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.

  • Evangelio: Mateo 4, 12-23
    "Fue a Cafarnaún para que se cumpliese la profecía de Isaías"

    Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se fue a Cafarnaún, junto al lago, en territorio de Sabulón y Neftalí; para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
    “Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; a los que vivían en tierra de sombras una luz les resplandeció.
    Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo”:
    «Conviértanse, porque está cerca el Reino de los cielos».
    Pasando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado después Pedro, y a Andrés, los cuales estaban echando las redes en el lago, porque eran pescadores. Jesús les dijo:
    «Síganme y los haré pescadores de hombres».
    Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron. Pasando más adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca remendando las redes. Jesús los llamó también. Dejaron enseguida la barca y a su padre y lo siguieron.
    Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios, curando de toda enfermedad y dolencia a la gente.

Evangelio 22 de Enero de 2011

  • Primera Lectura: Hebreos 9, 2-3.6-7.11-14
    "Con su propia sangre, Cristo entró para siempre en el santuario"

    Hermanos: La tienda tenía un primer recinto llamado «el lugar santo» en el que se encontraban el candelabro, la mesa y los panes de la ofrenda. Detrás del segundo velo estaba el recinto llamado «el lugar santísimo».
    Dispuestas así las cosas, en la primera parte de la tienda entran en todo tiempo los sacerdotes para celebrar el culto. Pero en la segunda parte no entra más que el sumo sacerdote, una vez al año, llevando siempre sangre que ofrece por sus pecados y por los pecados involuntarios del pueblo.
    Cristo, en cambio, ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Por medio de una tienda más grande y más perfecta, no hecha por hombres, –es decir, no es de este mundo–, mediante su propia sangre y no por medio de la sangre de chivos y de toros, Cristo entró de una vez para siempre en el santuario
    habiendo conseguido una redención eterna.
    Porque, si la sangre de chivos y toros y las cenizas de una ternera con las que se rocía a las personas en estado de impureza, tienen poder para restaurar la pureza exterior, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo a Dios como víctima perfecta, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte para que podamos dar culto al Dios vivo!

  • Salmo Responsorial: 46
    "Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono."

    Todos los pueblos, aplaudan: aclamen a Dios con gritos de alegría: porque el Señor es grande y temible, es el rey de toda la tierra.
    R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono.

    Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al sonido de las trompetas. Toquen para Dios, toquen; toquen para nuestro rey, toquen.
    R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono.

    Porque Dios es el rey de toda la tierra: toquen con destreza. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su santo trono.
    R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono.

  • Evangelio: Marcos 3, 20-21
    "Sus parientes decían que estaba trastornado"

    En aquel tiempo, Jesús regresó a casa con sus discípulos, y acudió tanta gente, que no podían ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron para llevárselo, pues decían que estaba trastornado.