jueves, 20 de noviembre de 2008

Evangelio viernes 21 de Noviembre

Tiempo Ordinario: (2ª Parte)

1ª Lectura
Ap 10,8-11
8 Después, la voz del cielo que había oído me habló de nuevo y me dijo: «Anda, toma el libro abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra». 9 Corrí hacia el ángel y le dije que me diera el librito. Él me contestó: «Tómalo y cómetelo; te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel». 10 Tomé el librito de la mano del ángel y me lo comí; era dulce como la miel en mi boca, pero en cuanto me lo comí se me llenaron de amargura las entrañas. 11 Entonces me dijeron: «Es necesario que profetices aún acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes».

Salmo Responsorial
Sal 119,14
14 yo encuentro la alegría en cumplir tus decretos más que en todas las riquezas;
Sal 119,24
24 tus decretos hacen mis delicias, ellos son mis consejeros.
Sal 119,72
72 la ley de tu boca es para mí mejor que millones de oro y plata.
Sal 119,103
103 qué dulce a mi paladar es tu promesa: mucho más que la miel para mi boca;
Sal 119,111
111 lo mío serán siempre tus órdenes, pues ellas son la alegría de mi corazón;
Sal 119,131
131 yo suspiro con la boca abierta, pues estoy ansioso de tus mandamientos.

Evangelio
Lc 19,45-48
45 Entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, 46 diciéndoles: «Está escrito: Mi casa es casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones». 47 Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los maestros de la ley y los principales del pueblo trataban de prenderlo; 48 pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de él escuchándole.

Evangelio jueves 20 de noviembre

Tiempo Ordinario: (2ª Parte)

1ª Lectura

Ap 5,1-10

1 Vi en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro escrito por las dos caras, sellado con siete sellos. 2 Vi un ángel poderoso que exclamaba con voz potente: ¿Quién es digno de abrir el libro y de romper los sellos? 3 Y nadie, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra podía abrir el libro y leerlo. 4 Yo lloré mucho, porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro y de leerlo. 5 Uno de los ancianos me dijo: Deja de llorar, que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David; él abrirá el libro y sus siete sellos. 6 Entonces, junto al trono, vi un cordero rodeado de los cuatro vivientes y de los ancianos. Estaba de pie y como degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos (éstos son los siete espíritus de Dios enviados por todo el mundo). 7 Se acercó y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. 8 Entonces los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se pusieron de rodillas delante del cordero, teniendo cada uno en la mano un arpa y copas de oro llenas de perfumes (las oraciones de los santos). 9 Ellos cantaban un cántico nuevo: Tú eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque has sido degollado y has rescatado para Dios con tu sangre a los hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación. 10 De ellos has hecho para nuestro Dios un reino de sacerdotes, que reinarán sobre la tierra.

Salmo Responsorial

Sal 149,1-2

1 ¡Aleluya!

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad su alabanza en la asamblea de los fieles. 2 Que Israel se regocije en su hacedor, y los hijos de Sión festejen a su rey.

Sal 149,3-4

3 Alaben su nombre con la danza, toquen para él el tambor y la cítara, 4 porque el Señor ama a su pueblo y corona de victoria a los humildes.

Sal 149,5-6

5 Que los fieles se alegren de su gloria, y en sus lechos griten de alegría; 6 que ensalcen a Dios a voz en grito, teniendo empuñada la espada de dos filos

Sal 149,9

9 para ejecutar contra ellos la sentencia escrita. Esto es un honor para todos sus amigos. ¡Aleluya!

Evangelio

Lc 19,41-44

41 Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, 42 y dijo: «¡Ojalá en este día conocieras también tú el mensaje de paz! Pero está oculto y no puedes verlo. 43 Porque llegará un día en que tus enemigos te rodearán con trincheras, te cercarán y te estrecharán por todas partes 44 y te echarán al suelo. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán de ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo en el que Dios te ha visitado».