En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
"Señor, creo, que estás presente aquí conmigo. Gracias por todos los dones y beneficios que me das día a día. Gracias por el don de mi bautismo que me ha permitido ser hijo de Dios. Te pido aumentes mi fe, mi esperanza y mi caridad. Concédeme la gracia de hacer bien esta oración y poder, así, hacer una experiencia viva de tu amor por mí".
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 11,11-26
Después de haber sido aclamado por la multitud, Jesús entró en Jerusalén, fue al templo y miró todo lo que en él sucedía; pero como ya era tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, sintió hambre. Viendo a lo lejos una higuera con hojas, Jesús se acercó a ver si encontraba higos; pero al llegar, sólo encontró hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces le dijo a la higuera: "Que nunca jamás coma nadie frutos de ti". Y sus discípulos lo estaban oyendo.
Cuando llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a arrojar de ahí a los que vendían y compraban; volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas; y no dejaba que nadie cruzara por el templo cargando cosas. Luego se puso a enseñar a la gente, diciéndoles: "¿Acaso no está escrito: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".
Los sumos sacerdotes y los escribas se enteraron de esto y buscaban la forma de matarlo; pero le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de sus enseñanzas. Cuando atardeció, Jesús y los suyos salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, cuando pasaban junto a la higuera, vieron que estaba seca hasta la raíz. Pedro cayó en la cuenta y le dijo a Jesús: "Maestro, mira: la higuera que maldijiste se secó".
Jesús les dijo entonces: "Tengan fe en Dios. Les aseguro que si uno le dice a ese monte: 'Quítate de ahí y arrójate al mar', sin dudar en su corazón y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso les digo: Cualquier cosa que pidan en la oración, crean ustedes que ya se la han concedido, y la obtendrán. Y cuando se pongan a orar, perdonen lo que tengan contra otros, para que también el Padre, que está en el cielo, les perdone a ustedes sus ofensas; porque si ustedes no perdonan, tampoco el Padre, que está en el cielo, les perdonará a ustedes sus ofensas"
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Más que dar una lección sobre los frutos en la vida, al final das a los apóstoles una lección de fe y una invitación a la oración.
A veces, Señor, vivo preocupado por producir frutos en mi vida. Sin embargo, al final de este pasaje me hablas de la fe. La fe que implica poner todo de mí al servicio de Ti y de tu Reino, pero que en definitiva seas Tú quien produzca los frutos.
La fe me impulsa a creer en totalidad que no es por mérito mío que se dan frutos de santidad, de apostolado en mi vida. El celo apostólico se basa en esta fe que sabe que los frutos no son para mí mismo sino para Ti y para tu Reino. El celo apostólico, sin la fe, se convierte en filantropía vacía, en acciones positivas.
Los frutos sólo pueden ser productos de la fe. De ver la acción tuya detrás de mis acciones, tu trabajo detrás del mío, tu sudor dentro del mío.
La otra lección que das a los apóstoles, después que han visto la higuera seca, es sobre la oración. Esto es importante pues con ello me recuerdas mi vocación, llamada, también, a la vida profunda de oración. Es fundamental al apóstol mantener una vida de oración consistente. Los frutos se inician a cosechar en la oración y no sólo en el campo de batalla.
Dame la gracia de tener una fe sólida y una vida de oración firme que me permita dar fruto abundante por Ti y por tu Reino.
El Evangelio de hoy propone tres modos de vivir en las imágenes de la higuera que no da frutos, en los comerciantes del templo y en el hombre de fe. […] Les invito a pedir al Señor que nos enseñe este estilo de vida de fe y que nos ayude a no caer nunca, a nosotros, a cada uno de nosotros, a la Iglesia, en la esterilidad y en el mundo de los negocios.
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de mayo de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy pondré un mayor esfuerzo en el rezo de mis oraciones: buscaré un buen lugar fuera de distracciones y pediré la gracia guardar el silencio, interior y exterior.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.