martes, 10 de mayo de 2011

Evangelio 11 de Mayo de 2011

  • Primera Lectura: Hechos 8, 1-8
    "Al pasar de un lugar a otro, iban difundiendo el Evangelio"

    Aquel día, se desencadenó una gran persecución contra la iglesia de Jerusalén; y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.
    A Esteban lo enterraron unos hombres piadosos e hicieron duelo por él. Saulo, por su parte, perseguía con furor a la Iglesia, entraba en las casas, se llevaba por la fuerza a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.
    Los que se habían dispersado fueron por todas partes anunciando el mensaje. Felipe bajó a la ciudad de Samaria y estuvo allí predicando a Cristo. La gente escuchaba con aprobación las palabras de Felipe y contemplaba los signos que realizaba. Pues de muchos endemoniados salían los espíritus inmundos, gritando con fuerza, y muchos paralíticos y cojos sanaron. Y hubo gran alegría en aquella ciudad.

  • Salmo Responsorial: 65
    "Las obras del Señor son admirables."

    Aclama a Dios, tierra entera, canten en honor de su nombre, alaben su gloria, digan a Dios: «¡Qué admirables son tus obras!»
    R. Las obras del Señor son admirables.

    Que se postre ante ti la tierra entera, que canten para ti, que canten en honor de tu nombre. Vengan a ver lo que ha hecho Dios, sus hazañas en favor de los hombres.
    R. Las obras del Señor son admirables.

    Convirtió el mar en tierra seca, por el río cruzaron a pie; así pues, celebrémoslo con alegría.El gobierna con su poder eternamente.
    R. Las obras del Señor son admirables.

  • Evangelio: Juan 6, 35-40
    "La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna"

    En aquel tiempo dijo Jesús a la gente:
    «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero ustedes, como ya les he dicho, no creen, a pesar de haber visto.
    Todos los que me da el Padre vendrán a mí, y yo no rechazaré nunca al que venga a mí. Porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y su voluntad es que yo no pierda a ninguno de los que él me ha dado, sino que los resucite en el último día. La voluntad de mi Padre es que todos los que vean al Hijo y crean en él tengan vida eterna, y yo los resucitaré en el último día».

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