En su reflexión sobre el Evangelio de los discípulos de Emáus, el Santo Padre explicó que este episodio "muestra las consecuencias que Jesús resucitado realiza en los discípulos: conversión de la desesperación a la esperanza; conversión de la tristeza a la alegría; y también conversión a la vida comunitaria".
"A veces, cuando se habla de conversión, se piensa únicamente a su aspecto fatigoso, de desapego y de renuncia. En cambio, la conversión cristiana es también y sobre todo fuente de gozo, de esperanza y de amor. Ella es siempre obra de Jesús resucitado, Señor de la vida, que nos ha obtenido esta gracia por medio de su pasión y que nos la comunica con la fuerza de su resurrección".
Según informa Radio Vaticana, el Papa recordó que como en el pasado, "también hoy es necesario promover y defender con valor la verdad y la unidad de la fe. Es necesario dar cuenta de la esperanza cristiana al hombre moderno, agobiado por vastas e inquietantes problemáticas que ponen en crisis las bases mismas de su ser y actuar".
Benedicto XVI alertó luego que el "ser de Cristo" corre actualmente el riesgo de "vaciarse de su verdad y de sus contenidos más profundos; arriesga con convertirse en un horizonte que sólo superficialmente –y en los aspectos más bien sociales y culturales–, abraza la vida; arriesga con reducirse a un cristianismo en el que la experiencia de fe en Jesús crucificado y resucitado no ilumina el camino de la existencia".
Ante el "problema del mal, del dolor y del sufrimiento, el problema de la injusticia y del atropello, el miedo a los otros, a los extraños y a los que desde lejos llegan hasta nuestras tierras y parecen atentar contra aquello que somos" debe hacer que cada uno se deje "instruir por Jesús: ante todo escuchando y amando la Palabra de Dios, leída en el Misterio Pascual, para que inflame nuestro corazón e ilumine nuestra mente, nos ayude a interpretar los acontecimientos de la vida y a darles un sentido".
"Luego es necesario sentarse a la mesa con el Señor, convertirse en sus comensales, para que su presencia humilde en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre nos restituya la mirada de la fe, para mirar todo y a todos con los ojos de Dios, y la luz de su amor. Permanecer con Jesús que permaneció con nosotros, asimilar su estilo de vida entregada, escoger con él la lógica de la comunión entre nosotros, de la solidaridad y del compartir".
Tras destacar que los discípulos de Emaús luego de reconocer al Señor sienten la necesidad de anunciarlo y luego de alentar los esfuerzos por la nueva evangelización y el testimonio de Cristo que deben hacer los católicos, el Papa advirtió de los desafíos que los pueblos tradicionalmente católicos enfrentan.
"Sé cuanto haya sido y cuanto continúe siendo grande vuestro compromiso en el defender los perennes valores de la fe cristiana. Os aliento a no ceder jamás a las recurrentes tentaciones de la cultura hedonística y a los llamados del consumismo materialista".
"Acoged la invitación del apóstol Pedro, contenida en la segunda lectura de hoy, a comportaros ‘con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación’: invitación que se concreta en una vida vivida intensamente en las calles de nuestro mundo, en la conciencia de la meta a alcanzar: la unidad con Dios, en Cristo crucificado y resucitado".
El Papa resaltó que "nuestra fe y nuestra esperanza están dirigidas hacia Dios: dirigidas a Dios porque radicadas en El, fundadas sobre su amor y sobre su fidelidad. En los siglos pasados, vuestras Iglesias han conocido una rica tradición de santidad y de generoso servicio a los hermanos gracias a la obra de vigorosos sacerdotes, religiosos y religiosas de vida activa y contemplativa".
"Si queremos ponernos en escucha de su enseñanza espiritual, no nos es difícil reconocer la llamada personal e inconfundible que ellos nos dirigen: ¡Sed santos! ¡Colocad al centro de vuestra vida a Cristo! Construid sobre él el edificio de vuestra existencia. En Jesús encontraréis la fuerza para abriros a los otros y para hacer de vosotros mismos, con su ejemplo, un don para la entera humanidad".
Tras alentar a proseguir los esfuerzos de solidaridad para con los inmigrantes, el Papa recordó los testimonios de diversos santos venecianos como San Pío X y el Beato Juan XXIII.
"Estos luminosos testimonios del Evangelio son la más grande riqueza de vuestro territorio: seguid sus ejemplos y sus enseñanzas, conjugándolas con las exigencias actuales. Tened confianza: el Señor resucitado camina con vosotros ayer hoy y siempre", concluyó.
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