miércoles, 22 de noviembre de 2017

Evangelio meditado

Desenterrar el tesoro recibido
Santo Evangelio según San Lucas 19,11-28. Miércoles XXXIII del tiempo ordinario.


Por: H. Jesús Salazar Brenes, L.C. | Fuente: missionkits.org 




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, enséñame a ser fiel y a multiplicar para el bien los dones con los que has enriquecido mi vida, para poder amar más y mejor a Ti y a todos los demás, especialmente aquellos que están más cercanos y necesitados.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 19,11-28
En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola:
"Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: "Inviertan este dinero mientras regreso".
Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: "No queremos que éste sea nuestro rey".
Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.


Se presentó el primero y le dijo: "Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas". Él le contestó: "Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades".
Se presentó el segundo y le dijo: "Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas". Y el señor le respondió: "Tú serás gobernador de cinco ciudades".
Se presentó el tercero y le dijo: "Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado". El señor le contestó: "Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?"
Después les dijo a los presentes: 'Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez'. Le respondieron: 'Señor, ya tiene diez monedas'. Él les dijo: 'Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia' ".
Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el evangelio de ayer, meditábamos en el encuentro de Jesús con Zaqueo y cómo ese encuentro le cambio la vida.Hoy continuamos con Jesús en la casa de Zaqueo, pero los invitados a oír al Señor somosnosotros. Esta parábola es una de las pocas ocasiones donde Jesús utiliza la imagen tan explícita de Él como rey.
El rey que nos muestra el Evangelio, parecería que es un rey que no sabe nada de matemáticas y economía. En primer lugar, llama a diez servidores y a lo diez les da la misma cantidad de dinero sin importar qué tan buenos son para los negocios. En segundo lugar, cuando regresa, sólo llama a tres para que le den cuentas de cómo han administrado el dinero. ¿Dónde están los otros siete?
Siete es el número bíblico de la perfección. Ahí está nuestra parte dentro del Evangelio. Dios nos dio diez onzas del oro más puro… Nuestra vida, nuestra familia, cualidades y talentos, también nuestras debilidades o nuestra enfermedad, nuestra llamada a estar más cerca de Dios, nuestra vocación a ser santo…
La pregunta del millón, ¿acaso por miedo estamos escondiendo todo ese oro bajo tierra? Hoy el Señor nos invita a empezar a desenterrarlo, porque el que es fiel en lo poco, tendrá una enorme recompensa en el Reino de los Cielos. No seamos como los ciudadanos que aborrecían al rey. Digámosle hoy con todo nuestro corazón ¡Cristo Rey nuestro, venga tu Reino!
"Un joven: san Francisco Javier, que muere en las playas de Shangchuan, mirando a China, a los cuarenta y seis años. Tan joven que, precisamente, se podría decir incluso "un desperdicio", hasta preguntarse por qué "el Señor no le dejó allí un poco más". Pero la actitud de san Francisco Javier fue la de decir: "hágase tu voluntad, Señor". Él sabe decirle solamente: "He confesado tu nombre hasta el final; jamás, Señor, he escondido la lámpara bajo la cama; me has dado cinco talentos, te daré otros cinco". Y de este modo, en paz, con alegría, se marcha".
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de diciembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy daré gracias a Dios por todos dones y talentos que me ha concedido a lo largo de mi vida y revisaré si no estoy dejando escondido alguno para ponerlo a trabajar.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

martes, 21 de noviembre de 2017

Evangelio 21 de Noviembre de 2017

Lecturas de hoy Martes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario


Hoy, martes, 21 de noviembre de 2017

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Macabeos (6,18-31):


En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración. 
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: «iEnviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso seria manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley.»
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.
Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: «Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él.»
Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.



Palabra de Dios

Salmo

Sal 3,2-3.4-5.6-7


R/. El Señor me sostiene



Señor, cuántos son mis enemigos, 
cuántos se levantan contra mí; 
cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» R/.



Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, 
tú mantienes alta mi cabeza. 
Si grito invocando al Señor, 
él me escucha desde su monte santo. R/.



Puedo acostarme y dormir y despertar: 
el Señor me sostiene. 
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):


En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

Evangelio meditado

Mirar a Cristo
Santo Evangelio según San Lucas 19,1-10. Martes XXXIII del tiempo ordinario.


Por: H. José Romero, L.C. | Fuente: missionkits.org 




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de poder verte hoy.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 19,1-10
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y ricos, trataba de conocer a Jesús; pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: "Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa".
Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador".
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: "Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más". Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido".
Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Recuerdo algunos momentos cuando era pequeño, estando en algunos eventos, por mi estatura no podía ver lo que quería. Algunas veces mis padres me cargaban y la alegría llegaba, por fin podía ver lo que tanto deseaba. Ésa era la situación de Zaqueo, no podía ver lo que deseaba, no podía ver a Dios.
¿Cuántas veces no estoy como Zaqueo? ¿Cuántas veces no puedo ver a Dios en medio de los problemas? Soy muy pequeño y, en algunas ocasiones, los problemas me taparán la cara de Dios. Hay que buscar, como Zaqueo, el árbol de mi vida, ése que está cerca de mí.
Este árbol tiene nombre, el nombre de esposo o esposa, el de hijos, al árbol de mi amigo o amiga de tantos años, el árbol de una oración o una iglesia, el árbol del confesor o director espiritual. Hay tantos árboles que Dios ha plantado en mi vida, yo sólo debo buscarlos.
Pero el árbol no es Dios, sino lo que me ayuda a ver a Dios. El árbol no es mi deseo, mi deseo es ver el rostro de Dios. No hay nada más hermoso que ver el rostro de Dios diciéndome por mi nombre que hoy se quedará en mi casa, que estará en mi vida.
Dios mío, dame la fuerza, el entendimiento y, sobre todo, el amor para buscar ese árbol que me permite contemplarte, para oírte decir que te quedarás en mi casa, que estarás en mi vida descansando en mi corazón.
"Dejémonos también nosotros llamar por el nombre por Jesús. En lo profundo del corazón, escuchemos su voz que nos dice: "Es necesario que hoy me quede en tu casa", es decir, en tu corazón, en tu vida. Y acojámosle con alegría: Él puede cambiarnos, puede convertir nuestro corazón de piedra en corazón de carne, puede liberarnos del egoísmo y hacer de nuestra vida un don de amor. Jesús puede hacerlo; ¡déjate mirar por Jesús!".
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de noviembre de 2013).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré el rostro de Cristo en mi día y rezaré al menos un misterio del rosario para pedir a María su intercesión.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Evangelio 20 de Noviembre de 2017

Color: Verde

Santos:

Lecturas del día:

  • Primera lectura

    I Macabeos 1:10-15, 41-43, 54-57, 62-63
    10 De ellos surgió un renuevo pecador, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma. Subió al trono el año 137 del imperio de los griegos.
    11 En aquellos días surgieron de Israel unos hijos rebeldes que sedujeron a muchos diciendo: «Vamos, concertemos alianza con los pueblos que nos rodean, porque desde que nos separamos de ellos, nos han sobrevenido muchos males.»
    12 Estas palabras parecieron bien a sus ojos,
    13 y algunos del pueblo se apresuraron a acudir donde el rey y obtuvieron de él autorización para seguir las costumbres de los gentiles.
    14 En consecuencia, levantaron en Jerusalén un gimnasio al uso de los paganos,
    15 rehicieron sus prepucios, renegaron de la alianza santa para atarse al yugo de los gentiles, y se vendieron para obrar el mal.
    41 El rey publicó un edicto en todo su reino ordenando que todos formaran un único pueblo
    42 y abandonara cada uno sus peculiares costumbres. Los gentiles acataron todos el edicto real
    43 y muchos israelitas aceptaron su culto, sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado.
    54 El día quince del mes de Kisléu del año 145 levantó el rey sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la desolación. También construyeron altares en las ciudades de alrededor de Judá.
    55 A las puertas de las casas y en las plazas quemaban incienso.
    56 Rompían y echaban al fuego los libros de la Ley que podían hallar.
    57 Al que encontraban con un ejemplar de la Alianza en su poder, o bien descubrían que observaba los preceptos de la Ley, la decisión del rey le condenaba a muerte.
    62 Muchos en Israel se mantuvieron firmes y se resistieron a comer cosa impura.
    63 Prefirieron morir antes que contaminarse con aquella comida y profanar la alianza santa; y murieron.
  • Salmo responsorial

    Salmo 119:53, 61, 134, 150, 155, 158
    53 Me arrebata el furor por los impíos que abandonan tu ley.
    61 Las redes de los impíos me aprisionan, yo no olvido tu ley.
    134 Rescátame de la opresión del hombre, y tus ordenanzas guardaré.
    150 Se acercan a la infamia los que me persiguen, se alejan de tu ley.
    155 Lejos de los impíos la salvación, pues no van buscando tus preceptos.
    158 He visto a los traidores, me disgusta que no guarden tu promesa.
  • Evangelio

    Lucas 18:35-43
    35 Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna;
    36 al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello.
    37 Le informaron que pasaba Jesús el Nazoreo
    38 y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»
    39 Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
    40 Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó:
    41 «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!»
    42 Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado.»
    43 Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.

Evangelio meditado

¡Jesús, ten compasión de mí!
Santo Evangelio según San Lucas 18, 35-43. Lunes XXXIII del tiempo ordinario.


Por: H. David Sánchez, L.C. | Fuente: Catholic.net 




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, me acerco a tu palabra con la confianza de un niño. Sé que me quieres hablar a través de ella, pero muchas veces no descubro lo que me quieres decir. Abre mis oídos, Señor, para escucharla y mis ojos para poder descubrir tu presencia atenta y amorosa.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el Nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!". Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".
Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" Él le contestó: "Señor, que vea". Jesús le dijo: "Recobra la vista; tu fe te ha curado".
Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Estas palabras brotan de un corazón como el mío, Señor. Yo también necesito de tu compasión. Tantas veces descubro que estoy lleno de debilidades, lleno de miserias y no sé a quién acudir. Como el ciego, me siento al borde del camino, no tanto a llorar mis faltas como a lamentarme de mi estado. Hoy pasas una vez más a mi lado; quiero levantarme y pedirte que me sanes, que me acerques más a Ti.
Sé que habrá voces que traten de desalentarme. Tal vez mis problemas, mis amigos o incluso mi familia intenten hacerme dudar del gran amor que me tienes. Aun así, pido tu ayuda, Señor, porque sin Ti no puedo hacer nada.
"¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!"
La presencia cercana de Jesús permite sentir que, lejos de él, nos falta algo importante. Nos hace sentir necesitados de salvación, y esto es el inicio de la curación del corazón. Luego, cuando el deseo de ser curados se hace audaz, lleva a la oración, a gritar ayuda con fuerza e insistencia, como ha hecho Bartimeo: "Hijo de David, ten compasión de mí". Desafortunadamente, como aquellos "muchos" del Evangelio, siempre hay alguien que no quiere detenerse, que no quiere ser molestado por el que grita su propio dolor, prefiriendo hacer callar y regañar al pobre que molesta. Es la tentación de seguir adelante como si nada, pero así se queda lejos del Señor y se mantienen distantes de Jesús y de los demás. Reconozcamos todos ser mendigos del amor de Dios, y no dejemos que el Señor pase de largo. "Tengo miedo del Señor que pasa", decía san Agustín. Miedo a que pase y a que yo lo deje pasar. Demos voz a nuestro deseo más profundo: "[Jesús], que pueda ver".
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de marzo de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En los momentos difíciles de este día, voy a repetir: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!"
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Evangelio 20 de Noviembre de 2017

Color: Verde

Santos:

Lecturas del día:

  • Primera lectura

    Proverbios 31:10-13, 19-20, 30-31
    10 Una mujer completa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas.
    11 En ella confía el corazón de su marido, y no será sin provecho.
    12 Le produce el bien, no el mal, todos los días de su vida.
    13 Se busca lana y lino y lo trabaja con manos diligentes.
    19 Echa mano a la rueca, sus palmas toman el huso.
    20 Alarga su palma al desvalido, y tiende sus manos al pobre.
    30 Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer que teme a Yahveh, ésa será alabada.
    31 Dadle del fruto de sus manos y que en las puertas la alaben sus obras.
  • Salmo responsorial

    Salmo 128:1-5
    1 Canción de las subidas. Dichosos todos los que temen a Yahveh, los que van por sus caminos.
    2 Del trabajo de tus manos comerás, ¡dichoso tú, que todo te irá bien!
    3 Tu esposa será como parra fecunda en el secreto de tu casa. Tus hijos, como brotes de olivo en torno a tu mesa.
    4 Así será bendito el hombre que teme a Yahveh.
    5 ¡Bendígate Yahveh desde Sión, que veas en ventura a Jerusalén todos los días de tu vida,
  • Segunda lectura

    I Tesalonicenses 5:1-6
    1 En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos, no tenéis necesidad que os escriba.
    2 Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche.
    3 Cuando digan: «Paz y seguridad», entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta; y no escaparán.
    4 Pero vosotros, hermanos, no vivís en la oscuridad, para que ese Día os sorprenda como ladrón,
    5 pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas.
    6 Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.
  • Evangelio

    Mateo 25:14-30
    14 «Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda:
    15 a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.
    16 Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco.
    17 Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.
    18 En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
    19 Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.
    20 Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado."
    21 Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."
    22 Llegándose también el de los dos talentos dijo: "Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado."
    23 Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."
    24 Llegándose también el que había recibido un talento dijo: "Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.
    25 Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo."
    26 Mas su señor le respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí;
    27 debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.
    28 Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos.
    29 Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
    30 Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes."

    O también:
    Mateo 25:14-15, 19-21
    14 «Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda:
    15 a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.
    19 Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.
    20 Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado."
    21 Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."