lunes, 4 de mayo de 2009

Evangelio 5 de Mayo de 2009

  • Primera Lectura: Tobías 11,5-17
    "Si antes Dios me castigó, ahora veo a mi hijo"

    En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino por donde tenía que llegar su hijo. Tuvo el presentimiento de que llegaba, y dijo al padre: "Mira, viene tu hijo con su compañero."

    Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a casa: "Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz." Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo, diciéndole: "Te veo, hijo, ya puedo morirme." Y se echó a llorar. Tobit se puso en pie y, tropezando, salió por la puerta del patio. Tobías fue hacia él con la hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo: "Ánimo, padre." Le echó el remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le quitó como una piel de los lagrimales. Tobit se le arrojó al cuello, llorando, mientras decía: "Te veo, hijo, luz de mis ojos." Luego añadió: "Bendito sea Dios, bendito su gran nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre glorioso nos proteja, porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías."

    Tobías entró en casa contento y bendiciendo a Dios a voz en cuello. Luego le contó a su padre lo bien que les había salido el viaje; traía el dinero y se había casado con Sara, la hija de Ragüel: "Está ya cerca, a las puertas de Nínive." Tobit salió al encuentro de su nuera, hacia las puertas de Nínive. Iba contento y bendiciendo a Dios, y los ninivitas, al verlo caminar con paso firme y sin ningún lazarillo, se sorprendían. Tobit les confesaba abiertamente que Dios había tenido misericordia y le había devuelto la vista. Cuando llegó cerca de Sara, munjer de su hijo Tobías, le echó esta bendición: "¡Bien venida, hija! Bendito sea tu Dios, que te ha traído aquí. Bendito sea tu padre, bendito mi hijo Tobías, y bendita tú, hija. ¡Bien venida a ésta tu casa! Que goces de alegría y bienestar. Entra, hija." Todos los judíos de Nínive celebraron aquel día una gran fiesta.

  • Salmo Responsorial: 145
    "Alaba, alma mía, al Señor."

    Alaba, alma mía, al Señor:

    alabaré al Señor mientras viva,
    tañeré para mi Dios mientras exista. R.

    Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
    que hace justicia a los oprimidos,
    que da pan a los hambrientos.
    El Señor liberta a los cautivos. R.

    El Señor abre los ojos al ciego,
    el Señor endereza a los que ya se doblan,
    el Señor ama a los justos.
    El Señor guarda a los peregrinos. R.

    Sustenta al huérfano y a la viuda
    y transtorna el camino de los malvados.
    El Señor reina eternamente,
    tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

  • Evangelio: Juan 10,22-30
    ""Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí""

    Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno.
    Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón.
    Le rodearon los judíos, y le decían: "¿Hasta cuándo vas tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente."
    Jesús les respondió: "Ya os lo he dicho, pero no me creéis.Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen.Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno."

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