En una entrevista concedida a ACI Prensa en el marco de los 30 años del descubrimiento de la enfermedad, Pérez-Soba indicó que "es absurdo rechazar desde el inicio el que dentro de una enfermedad de transmisión sexual la causa mayor de su extensión y contagio es la promiscuidad y no se tomen medidas eficaces para reducirla".
"Es todavía más grave en la medida en que se oculta información y se transmite la idea de que el preservativo es absolutamente eficaz para evitar el contagio lo cual es falso", ya que de ser así "cualquier empresa farmacéutica se vería obligada a retirar un fármaco que tuviese la efectividad del preservativo respecto del contagio del SIDA", consideró.
El sacerdote usó el ejemplo de la diferencia en la lucha farmacológica entre el SIDA y el tabaquismo, "sería un error profundo querer afrontar el problema de salud que el tabaquismo supone repartiendo boquillas con filtro a los fumadores empedernidos porque se piense que es imposible que dejen de fumar y se abandone esto como objetivo a perseguir".
El experto indicó que la Iglesia Católica no contempla el preservativo como la verdadera solución contra el SIDA ya que ésta "es una enfermedad de transmisión sexual", y "por eso, la auténtica visión ante la pandemia es la de la reducción de las conductas de riesgo de expansión y no la disminución del riesgo dentro de estas conductas".
Además, "da una idea falsa de seguridad que hace aumentar las conductas de riesgo por lo que es de hecho perjudicial para el tratamiento del fenómeno del SIDA como una cuestión de salud pública", agregó.
La enfermedad del SIDA, dijo Pérez-Soba a ACI Prensa, "se vive en la actualidad dentro de una revolución sexual que insiste en la idea de que es imposible no tener relaciones sexuales, que estas son éticamente neutras y que simplemente se ha de ofrecer información para que sea un ‘sexo seguro’", "es evidente que se quiere dar una solución técnica a un problema moral que es el del significado verdadero de la sexualidad humana", subrayó.
En un mundo donde la sexualidad se reduce "a un mero material manipulable, una sociedad de mercado que favorece por múltiples medios un ‘consumo de sexo’ y unos recursos técnicos que prometen una eficacia máxima respecto a las consecuencias de los actos sexuales", es fácil deplorar la postura de la Iglesia que "insiste en la responsabilidad de las personas y en el significado moral de los actos humanos, puede presentarse con facilidad como retrógrada, fuera del mundo, e incapaz de responder a los desafíos de la ciencia", denunció.
El SIDA es uno de los temas "en que se aprecia con mayor facilidad la terrible ideologización de nuestra sociedad", concluyó.
El pasado 24 de mayo, el experto publicó un artículo en el diario vaticano L’Osservatore Romano en el que explicó que lo mejor que pueden hacer los esposos cuando uno de los dos tiene SIDA es vivir la abstinencia ya que el uso del preservativo no solo no constituye una solución al problema sino que también conlleva un problema ético.
En el artículo precisó que "es bueno recordar que si bien el uso del preservativo en un solo acto sexual podría tener cierta eficacia en la prevención del contagio de SIDA, esto no garantiza una seguridad absoluta ni siquiera en el acto en cuestión y, menos aún, en el ámbito de la entera vida sexual de la pareja".
Asimismo explicó que su uso no es recomendable porque conlleva además un problema ético: "un acto sexual realizado con el preservativo no puede ser considerado un acto plenamente conyugal en la medida en la que ha sido voluntariamente privado de sus significados intrínsecos".
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