sábado, 16 de junio de 2012

Evangelio 16 de Junio de 2012


  • Primera Lectura: Isaías 61, 9-11
    "Desbordo de gozo con el Señor"
    La estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos. 
    Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor. 
    Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido con un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.
    Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.
  • Interleccional: Mi corazón se regocija por el Seño, mi salvador. 
    1Samuel 2, 1. 4-8

    Mi corazón se regocija por el señor, / mi poder se exalta por Dios; /mi boca se ríe de mis enemigos, / porque gozo con tu salvación. R. Se rompen los arcos de tus valientes, / mientras los cobardes se ciñen de valor; / los hartos se contratan por el pan, / mientras los hambrientos engordan;/ la mujer estéril da a luz siete hijos,/ mientras la madre de muchos queda baldía. R. El Señor da la muerte y la vida, / hunde en el abismo y levanta; / da la pobreza y la riqueza, / humilla y enaltece. R. Él levanta del polvo al desvalido, / alza de la basura al pobre, / para hacer que se siente entre príncipes / y que herede un trono de gloria. R.
  • Evangelio: Lucas 2,41-51
    "Conservaba todo esto en su corazón"
    Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. 
    Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. 
    Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. 
    A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. 
    Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: 
    “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.” 
    Él les contestó: 
    “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” 
    Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. 
    Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. 
    Su madre conservaba todo esto en su corazón.

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