REDACCIÓN CENTRAL, 26 Feb. 13 / 06:45 pm (ACI/EWTN Noticias).- A mediados del 2008, Patricia y Rubén Reyes recibieron la mejor noticia de sus vidas. Después de cinco años de intentos y estando decididos a adoptar, ella resultó embarazada de sextillizos. A los dos meses uno de los bebés falleció en el vientre de manera espontánea y los médicos les propusieron abortar a tres de sus hijos para “asegurar” el nacimiento de al menos uno.
Los Reyes, un matrimonio de profundas convicciones católicas, rechazaron de plano estas presiones, salvaron a sus cinco hijos y hoy celebran gozosos su cuarto cumpleaños.
“Le pedimos un hijo a Dios y nos mandó seis”, recuerdan los Reyes. Antes de iniciar el proceso para adoptar y “jugándose las últimas cartas”, decidieron someterse a un tratamiento natural de estimulación ovárica, acorde a la doctrina de la Iglesia, lo que permitió que ella resultara embarazada… de seis bebés.
“Dios nos había concedido un embarazo, tener hijos, en ese momento no sabíamos cuántos eran, pensábamos que sólo uno. A la semana siguiente me saqué una ecografía y nos dijeron que tenía seis bebés, era una sorpresa pensar que Dios nos había regalado seis bebés”, recuerda Patricia.
Los esposos Reyes se conocieron en el Camino Neocatecumenal. Residen en la ciudad de Pisco al sur de Lima, localidad que en el año 2007 fue golpeada por uno de los terremotos más fuertes que ha afectado al Perú en los últimos años.
En una entrevista concedida a ACI Prensa en su hogar, explicaron cómo la fe y el abandono total en Dios los ayudó a vencer los miedos, preocupaciones y hasta los riesgos propios de un embarazo múltiple.
“El médico ya me había dicho que era improbable que pueda tener hijos, con Rubén habíamos hablado, que si era de Dios que no tuviéramos hijos, probablemente era decisión suya que adoptáramos y que los hijos nos iban a querer igual”, cuenta Patricia.
“Como último intento visitamos una clínica muy renombrada en Lima, y nos propusieron fertilización asistida, pero Rubén y yo manifestamos que somos católicos y queríamos que todo fuera natural. Nos trataron con poca importancia y me sentí como un producto, me hicieron una estimulación ovárica. En el tercer intento me saqué una prueba de embarazo y me salió positivo, fue una alegría, lloré porque había dejado todo a Dios”.
El médico tratante le dijo a los esposos que en el Perú era muy difícil que pudieran tener sextillizos y que podrían suceder dos cosas: que sólo naciera uno o que el embarazo terminara al cuarto mes por una pérdida espontánea. Por ello les propuso abortar a tres de los seis bebés.
“Me impresionó que me dijera que me trataba como una hija y que me ofreciera un aborto, me dijo que me iban a pinchar con un agujita, que era algo tan simple y que de los seis bebés, tenía que elegir porque era mejor que sólo tenga un hijo o dos, a no tener ninguno”, afirma Patricia.
El matrimonio decidió no regresar más a esa clínica y señaló que “nos casamos abiertos a la vida, Rubén y yo somos católicos. La oración siempre nos ha ayudado y tomamos la decisión de seguir adelante. Era Dios quien iba a decidir que tuviéramos uno, o dos, o tres, o cuatro o cinco bebes porque uno de ellos falleció a los dos meses”.
“Si Dios me los quitaba me iba a dar de nuevo la posibilidad de ser madre, y Él nos sostuvo durante todo el embarazo”, agrega Patricia.
“Al no crecer el sexto bebé, dio más espacio para que puedan nacer los demás, ese hermanito se sacrificó por sus otros hermanos”, dijo Rubén, quien además resaltó la importancia del apoyo familiar que ambos recibieron durante el embarazo y que aún siguen recibiendo en el cuidado de los niños.
“Nuestras familias son católicas y nadie jamás pensó en desalentarnos. Nos daban ánimo para aceptar la voluntad de Dios porque si él nos había concedido el don de ser padres no nos lo iba a quitar. Nos abandonamos a su voluntad y nunca nos dejó defraudados”.
Al terminar el quinto mes, Patricia fue hospitalizada porque corría el riesgo de un parto prematuro y permaneció en reposo hasta el momento del parto, recibiendo el sacramento de la Eucaristía a diario ante una imagen de la Virgen María y el Niño Jesús que luego llevaron a casa.
El 15 de enero de 2009 los quintillizos nacieron a los siete meses de gestación.
Gabriel es tierno, preguntón y cercano; Leandro es el “flojo” que no teme a nada; Berenice es inquieta y “aprendió a hablar más rápido que sus hermanos”; Melania es la líder extrovertida “especialista en alborotos” que “jala a la gente”; y Fernando es el “renegón” del hogar.
El día a día de los Reyes
Los esposos Reyes trabajan fuera de casa y a las 6:30 a.m. ya están listos para salir y tienen un momento de oración en pareja antes de despertar a sus hijos.
Dos primas de Patricia ayudan en la jornada diaria. “Los niños son muy inquietos, toman su leche, o jugo, comen un pan, descansan un rato, juegan y duermen después de almuerzo. Luego se levantan a las cuatro de la tarde, juegan a la ronda, y cuando yo llego del trabajo se les baña”, afirma la madre.
Cuando Rubén llega a las siete de la noche, juntos en familia “cenamos, luego la leche, cantan con su papá acompañados de la guitarra y duermen, si salimos debe ser un sábado cuando Rubén y yo no trabajamos y van con nosotros mis primas, mis sobrinas que nos ayudan”, contó Patricia.
Rubén resaltó que “el que manda a dormir soy yo, porque a Patricia no le hacen caso (risas), pero antes rezamos al ángel de la guarda antes de dormir. Cuidarlos es bien estresante, hay que tener bastante paciencia con ellos porque son bien inquietos”.
La pareja admite que la fe y su catolicismo los mantuvo unidos en los difíciles momentos previos a la paternidad y vivieron aferrados a “la cruz, viendo que Dios todo lo hace bien, aunque en un momento no se entienda”, explicó Patricia.
“Dios nos enseñó en la Iglesia a formarnos como esposos, como hijos, y ahora como padres que es difícil con tantos niños, pero siempre Él nos ha provisto, y hay ángeles que nos quieren ayudar (económicamente)”, afirmó Rubén. Los niños con ayuda de las Hermanas de las Hijas de la Caridad irán a la escuela este año.
“A veces las personas me preguntan cómo haces (económicamente) y yo respondo, no sé”, comentó Rubén que junto a Patricia están agradecidos porque tienen trabajo.
Patricia reflexionó que “en la actualidad hay muchos problemas para el embarazo porque la mujer ya no se casa tan joven, quiere universidad, trabajar, viajar, y cuando hace todo eso recién se quieren casar y eso hace que sea más difícil poder concebir y sufren”.
Por su parte, Rubén exhortó a los esposos que “le demuestren a sus esposas que las aman apoyándolas, cuando existe una situación que no se puede tener bebés, nunca reclamarle nada a la mujer, siempre demostrarle que uno se casó enamorado pensando en el amor”.
“En los problemas –concluyó– es cuando se nota que uno ama, y deben dejarse abandonar por Dios, dejar que el lleve la historia y que nos de lo que necesitamos en el momento preciso”.
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