FILADELFIA, 13 May. 13 / 05:34 pm (ACI/EWTN Noticias).- El médico abortista de Filadelfia (Estados Unidos) Kermit Gosnell fue declarado culpable de tres de las cuatro acusaciones de asesinar bebés que nacieron vivos tras abortos fallidos.
Gosnell, de 72 años, podría enfrentar la pena de muerte por las acusaciones de asesinato. El jurado escuchará los argumentos a favor y en contra el próximo martes.
Los bebés no nacidos eran conocidos solamente por letras, y Gosnell fue sentenciado por los asesinatos de Bebé A, Bebé C y Bebé D, en su clínica en Filadelfia, la “Women’s Medical Society” (“Sociedad Médica de Mujeres”).
El Bebé A fue asesinado luego de que Gosnell indujera el parto a su madre, que tenía cerca de 30 semanas de embarazo.
De acuerdo al informe presentado en el juicio, Gosnell rompió la columna vertebral del bebé y puso su cuerpo en una caja de zapatos para descartarlo, “bromeando” con que el bebé era tan grande que él podría “acompañarme a la parada de bus”.
En el caso del Bebé C, éste se movía y respiró 20 minutos luego del parto hasta que un asistente le cortó la columna vertebral.
El Bebé D nació dentro de un retrete. Un trabajador de la clínica dijo a las autoridades que el bebé se movía y parecía que nadaba. Otro trabajador lo sacó de allí y le cortó el cuello.
A Gosnell se le encontró “no culpable” de la muerte del Bebé E, quien de acuerdo a un testigo lloró antes de que Gosnell lo matara y lo pusiera en un tacho de basura.
Inicialmente el abortista estadounidense enfrentaba siete acusaciones de asesinato en primer grado, por la muerte de infantes que fueron presuntamente eliminados tras nacer vivos.
El juez Jeffrey Minehart descartó tres de las acusaciones por asesinato de infantes por razones no declaradas. El abogado de Gosnell ha argumentado que no había prueba de que los bebés hayan nacido vivos.
El médico abortista fue encontrado culpable de homicidio involuntario por la muerte de una paciente, que murió de una sobredosis en 2009. Los fiscales habían buscado una acusación por asesinato en tercer grado en su caso, diciendo que Gosnell dejó que su personal, sin entrenamiento ni licencia, diera a la mujer inmigrante butanesa una combinación letal de medicamentos.
El abortista también fue condenado por infanticidio en la muerte del Bebé A, y conspiración en las muertes de los bebés D y C.
Gosnell enfrentaba más de 250 acusaciones, incluyendo crimen organizado, conspiración y violaciones de las prohibiciones de abortos tardíos en Pensilvania. El médico estadounidense hizo frente además a más de 200 cargos de violar una ley estatal que requiere un período de espera de 24 horas para un aborto.
Los crudos testimonios en el juicio incluyeron informes de que Gosnell y su personal cortaron los cuellos de más de 100 bebés que sobrevivieron a abortos. Un médico en la clínica testificó que el procedimiento era "literalmente una decapitación”.
El informe presentado en el juicio señala que la mayoría de los actos no podían ser procesados porque Gosnell destruyó los archivos.
El nombre de Gosnell se convirtió en un grito de guerra para los defensores de la vida, que lamentaron la falta de cobertura de los principales medios de comunicación en su juicio. Sus esfuerzos en las redes sociales han ayudado a llamar la atención sobre el caso.
La presidenta del grupo pro-vida Live Action, Lila Rose, dijo que los “espantosos e inhumanos crímenes” de Gosnell “gritaban por justicia”.
“Incluso cuando celebramos este veredicto, honramos y lloramos también a aquellos inocentes que no recibieron ‘su día en la corte’, y debemos recordar que Gosnell no es un caso aislado dentro de la industria del aborto”, dijo Rose el 13 de mayo.
El abogado de Gosnell, Jac McMahon, dijo que su cliente estaba “decepcionado” y “molesto” por el veredicto. McMahon dijo que el jurado “obviamente tomó su trabajo seriamente”.
“El veredicto debería ser respetado en base a su esfuerzo”, dijo, de acuerdo a Fox News.
La clínica de Gosnell tuvo una mínima supervisión en 1993, y desde entonces ninguna más.
Los asesinatos de bebés sobrevivientes de abortos en su clínica no fueron descubiertos hasta que el Bureau Federal de Investigación (FBI) y la Agencia de Control de Drogas (DEA) realizaron una redada en febrero de 2010, buscando evidencia de distribución ilegal de analgésicos que requerían receta médica.
Los investigadores encontraron salas manchadas de sangre y equipos sucios. La clínica almacenaba fetos abortados en un congelador en el sótano, en contenedores plásticos de comida y bolsas, junto a los almuerzos de los trabajadores.
Gosnell conservó pies cortados de bebés no nacidos, preservados en frascos de muestras, presuntamente para futura identificación de muestras de ADN.
Los trabajadores de su clínica aparentemente mandaron a mujeres a dar a luz en retretes, un médico habría contagiado una infección de transmisión sexual a mujeres, debido a los pobres niveles de calidad, y un trabajador de 15 años administró anestesia a pacientes.
La clínica presuntamente daba mejor trato a pacientes blancas.
Muchos de los exempleados de Gosnell se han declarado culpables de asesinato y otras acusaciones.
La exposición de la clínica de Gosnell resultó en el despido de dos autoridades de alto nivel en el departamento de salud de Pensilvania, y reglas más duras para las clínicas abortistas de Filadelfia, ninguna de las cuales ha sido inspeccionada en los últimos 15 años.
Gosnell operaba además una clínica en Delaware.
El médico abortista realizó miles de abortos durante sus 30 años de carrera, amasando una fortuna de alrededor de 1.8 millones de dólares al año. Las autoridades encontraron 250 mil dólares escondidos en una habitación cuando registraron su casa.
Gosnell aún enfrenta acusaciones federales por drogas, de acuerdo a Fox News.
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