NUEVA YORK, 07 Ene. 14 / 10:35 pm (ACI/EWTN Noticias).- La jueza Rita Mella, del Tribunal Testamentario de Manhattan (Estados Unidos), permitió recientemente que dos amigos sin matrimonio ni relación de pareja, y que viven en hogares diferentes, adopten a un niño como si se tratara de unafamilia.
Según informa el sitio web NY Daily News, los amigos, identificados por las siglas LEL y KAL, se conocieron en 2000 y desde entonces son amigos. Hace algunos años, KAL decidió convertirse en madre y LEL le ofreció ser su donante de esperma.
Sin embargo, al no poder quedar embarazada KAL, decidieron “en vez de eso adoptar un niño juntos”, indican los documentos de la corte.
“Pasaron años planeando y esperando” un niño, y encontraron la ocasión en 2011, cuando KAL consiguió adoptar un niño en África, al que se ha identificado como G, de Etiopía.
Al volver a Estados Unidos, la pareja de amigos pidió al Tribunal Testamentario de Manhattan que nombre a LEL como segundo padre legal, a lo que la jueza Mella accedió.
Consultado sobre el caso por ACI Prensa, Jaime Urcelay, presidente de Profesionales por la Ética, organización europea defensora de la familia, advirtió que “la autorización por una Jueza de Manhattan de la adopción de un niño por parte de una pareja de simples amigos -que ni tan siquiera conviven-, da buena idea de hasta qué punto se está produciendo el eclipse de un principio universal básico, reconocido en los pactos internacionales sobre la protección de la infancia: en la adopción la consideración primordial debe ser siempre el interés superior del niño”.
“Parece estarse abriendo paso la idea de que la adopción es un derecho de los adoptantes, con independencia de que objetivamente puedan ofrecer o no a priori las condiciones idóneas para el crecimiento y el desarrollo del niño”, criticó.
Urcelay indicó que “las nuevas legislaciones en las que se admite la adopción por parejas del mismo sexo -equiparadas artificialmente al matrimonio- son un buen ejemplo de este experimento de reingeniería social, cuyas consecuencias para los menores no están siendo adecuadamente evaluadas”.
“La ideología de la soberanía omnímoda y sin límites de los deseos de los individuos -el hombre como dios para el hombre-, desafiando incluso la misma naturaleza, está detrás de estos nuevos fenómenos culturales, de los que la imposición del letal enfoque de género es quizá el paradigma más claro”.
Para el presidente de Profesionales por la Ética “la jueza Rita Mella ignora un criterio tan de sentido común -experimentado vitalmente por cualquiera- como es que la familia es el medio natural para el crecimiento, el desarrollo de la personalidad, la continuidad en la educación y el bienestar de los niños”.
“Sin ir muy lejos, así lo afirma expresamente la Convención de Naciones Unidas de 1989 sobre los Derechos de los Niños”, recordó.
Jaime Urcelay indicó que “diariamente nos lamentamos de cómo la generalización de las rupturas familiares está provocando daños irreparables a muchos menores, con una evidente secuela de patologías sociales. Por eso todo lo que se haga, a cualquier nivel, para proteger a la familia y favorecer la estabilidad del matrimonio es poco si de verdad nos preocupan el bien común y el futuro de nuestras sociedades”.
“No olvidemos que, como se viene proclamando en los foros mundiales sobre la infancia, de la protección y el desarrollo del niño dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana”.
El presidente de PPE advirtió que “esta realidad hace especialmente irresponsable que la sentencia de Manhattan provoque conscientemente para el menor –en este caso un niño etíope- una innecesaria situación de ‘ruptura familiar’ que de antemano va a dificultar la plenitud de su desarrollo personal”.
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