LIMA, 04 Mar. 14 / 01:31 pm (ACI).- La periodista Rossana Echeandía del diario El Comercio señaló que “nada le agrega más daño a las víctimas y a la causa contra los pederastas” que las denuncias falsas como la hecha recientemente por el actor pro aborto Jason Day contra un sacerdote católico que supuestamente habrìa intentado abusar de èl y al que se ha negado a identificar.
Jason Day publicó el 22 de febrero un texto asegurando que a los nueve años sufrió un intento de abuso sexual por parte de un sacerdote del Sodalicio deVida Cristiana en la parroquia limeña Nuestra Señora de la Reconciliación. Sin embargo, su descripción de la sacristía donde habría sufrido el acoso no coincide en lo absoluto con el lugar real, y la fecha en las que habría sucedido este ha sido fuertemente cuestionada.
Day reconoció que esta denuncia era un intento de frenar las investigaciones, a las que tildó de “manipulaciones y engaños”, de ACI Prensa a su campaña pro aborto Un Billón de Pie.
El actor ha rechazado además la posibilidad de ser entrevistado por ACI Prensa y por cualquier otro medio de comunicación, para aclarar su denuncia.
En una columna publicada hoy en el diario peruano El Comercio, titulada “Jason Night”, Rossana Echeandía lamentó que “jugar irresponsablemente con ambigüedades o mentiras abiertas para involucrar a quien se quiere perjudicar con este aborrecible delito tiene consecuencias tan graves como injustas”.
“En ese lamentable juego cayó la semana pasada el actor Jason Day, líder de la campaña Un Billón de Pie, que supuestamente actúa en defensa de la mujer pero que también promueve el aborto. Este último aspecto no aparecía en la campaña peruana, pero sí en la de otros países”, escribió.
La periodista señaló que al verse “desenmascarada su estrategia, Day optó por difamar a sus adversarios contando una extraña historia de acoso sexual del que, supuestamente, había sido víctima cuando era un niño que se preparaba para hacer la primera comunión. El acosador, dijo, era un sacerdote”.
“Los datos que el propio Day hizo públicos, sin embargo, hacían imposible la historia: en la fecha que él señalaba, el lugar del supuesto acoso, que había descrito con lujo de detalles, ni siquiera había sido construido”, recordó.
“Day, por supuesto, no se había lanzado al vacío, o al menos eso creía él, pues las numerosas denuncias contra religiosos en todo el mundo suelen caer en un campo muy bien abonado para que cualquier historia, verdadera o falsa,se convierta rápidamente en un escándalo que de cualquier manera hará daño al denunciado”.
Sin embargo, advirtió Rossana Echeandía, el actor peruano no contó “con quelas falsedades de su historia serían puestas en evidencia con tanta facilidad y rapidez”.
“Para hacer más dudosa su versión, se negó a prestar las declaraciones que habrían ayudado a encontrar al culpable si realmente hubiera existido”.
Echeandía señaló que “después de varios golpes, la Iglesia ha aprendido la lección y ha ordenado que toda denuncia seria se investigue, con la finalidad de sancionar de inmediato a los pederastas y evitar que casos como los que sí han ocurrido sin una oportuna sanción se repitan”.
“Pero Day se ha apagado y ya no quiere decir nada. Ni siquiera ha sabido pedir disculpas por un cuento que se le escapó de las manos. Al parecer le llegó la noche”, dijo.
Echeandía lamentó en su columna que una de las consecuencias graves de las denuncias falsas de abusos como la hecha por Day, es que “por más que demuestre su inocencia, el acusado difícilmente podrá quitarse de encima el terrible mote de acosador o de pederasta”.
“Si, además, su nombre ha sido hecho público en los medios de comunicación y en las redes sociales que son tan ágiles en estos asuntos, puede dar por descontado que deberá soportar la sospecha generalizada, pues no faltará quienes guarden alguna duda sobre su comportamiento. La opción ‘prudente’ del resto será la de mantener lejos a esa persona, por si acaso”.
“¿Si fuera un maestro, por ejemplo, podrá seguir siéndolo? ¿No es altamente probable que, aunque se haya demostrado su inocencia, los padres prefieran que sea otra persona la que esté al frente de la clase de sus hijos? ¿Lo contratarán en otro colegio con esa mácula en su expediente?”, cuestionó.
Una segunda consecuencia, dijo, es que aún si fuera “demostrada la inocencia del acusado, la falsa denuncia quitará peso a las verdaderas que lleguen después. De esta manera, los casos que sí deberían sancionarse con toda severidad podrían tambalear y permitirse así que sigan en libertad delincuentes peligrosos”.
Ante este tipo de acusaciones falsas, la ley peruana protege al ciudadano, advirtió la periodista, señalando que “mucho más cuando se trata de tan espantoso delito. Para estos casos, el Código Penal peruano sanciona hasta con tres años de cárcel a quien difama a otro”.
Para leer el artículo completo de Rossana Echeandía en El Comercio, puede ingresar a: http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/jason-night-rossana-echeandia-noticia-1713499
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