sábado, 4 de marzo de 2017

Evangelio meditado

El mejor negocio de Leví
San Lucas 5, 27-32. Sábado después de Ceniza


Por: H. Javier Castellanos LC | Fuente: www.missionkits.org 




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
María, al inicio de esta Cuaresma me pongo bajo tu manto. Guíame en este camino hacia la Pascua, y ruega por mí para que, después de estos cuarenta días, esté más cerca de tu Hijo Jesucristo. Así sea.
«Dios eterno y todopoderoso, mira compasivo nuestra debilidad, y extiende tu mano para protegernos» (Oración de la misa del día)


Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: "¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?". Jesús les respondió: "No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Leví era un hombre que sabía manejar riquezas. Con algo de ingenio y con mucha dedicación había conseguido un puesto que le prometía ingresos seguros y protección del gobierno romano. No importaba que recibiera críticas y malos ojos: él sólo se encargaba de sus negocios… Hasta que pasó frente a él un hombre llamado Jesús.
Esa mirada tan penetrante, esa palabra, sólo una palabra, pero tan llena de convicción, no le dejó pensarlo dos veces. Sabía que esta oferta era única, que no podía dejar pasar la oportunidad. Pues ganaba mucho más que dinero o perlas. Ganaba algo que podía ver en el brillo de esos ojos: algo que no sabría describir, pero que era lo que estaba buscando toda su vida.
¿El precio por ese tesoro? Nacer de nuevo, dejarlo todo en el pasado y comenzar una vida en pos del Maestro. No todos los negocios de antes habían sido honestos, y Leví tendría que cambiar de hábitos. Iba a ser difícil, seguramente, abandonar todo lo que hasta entonces había apreciado. Pero no se arrepentiría de haber elegido la Perla más preciosa de todas; Jesús antes lo había elegido a él.
Muchos años más tarde, Leví –también llamado Mateo- escribió su experiencia de Cristo. En su Evangelio leemos: «El Reino de los cielos se parece también a un negociante que se dedica a buscar perlas finas; si llega a sus manos una perla de gran valor, se va, vende cuanto tiene y la compra». (Mt 13, 45-46)
Imitemos el ejemplo de Leví. Escuchemos la invitación de Cristo y sigámosle con decisión y desprendimiento. Pues la cuaresma consiste en hacer buenos negocios según el Reino de los cielos.
El Evangelio, sin embargo, nos hace ver que la vocación inicia con una mirada de misericordia que se ha posado sobre mí...Así fue como Jesús miró a Mateo. Por fin, aquel publicano no percibió una mirada de desprecio o de juicio; se sintió mirado con amor. Jesús desafió los prejuicios y las etiquetas de la gente; creó un espacio abierto, en el que Mateo fue capaz de analizar su vida y emprender un nuevo camino.
(Mensaje de S.S. Francisco, 21 de octubre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré darle a Dios algo de mi tiempo, rezando al menos un misterio del rosario.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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