Salmo responsorial
Salmo 51:3-4, 12-15
3 Tenme piedad, oh Dios, según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito,
4 lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame.
12 Crea en mí, oh Dios, un puro corazón, un espíritu firme dentro de mí renueva;
13 no me rechaces lejos de tu rostro, no retires de mí tu santo espíritu.
14 Vuélveme la alegría de tu salvación, y en espíritu generoso afiánzame;
15 enseñaré a los rebeldes tus caminos, y los pecadores volverán a ti.
Evangelio
Juan 12:20-33
20 Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta.
21 Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús.»
22 Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
23 Jesús les respondió: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre.
24 En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto.
25 El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.
26 Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.
27 Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!
28 Padre, glorifica tu Nombre.» Vino entonces una voz del cielo: «Le he glorificado y de nuevo le glorificaré.»
29 La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
30 Jesús respondió: «No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros.
31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera.
32 Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí.»
33 Decía esto para significar de qué muerte iba a morir.
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