sábado, 29 de diciembre de 2018

Lecturas 30 de diciembre de 2018

  • Primera lectura

    I Samuel 1:20-22, 24-28
    20 Concibió Ana y llegado el tiempo dio a luz un niño a quien llamó Samuel, «porque, dijo, se lo he pedido a Yahveh».
    21 Subió el marido Elcaná con toda su familia, para ofrecer a Yahveh el sacrificio anual y cumplir su voto,
    22 pero Ana no subió, porque dijo a su marido: «Cuando el niño haya sido destetado, entonces le llevaré, será presentado a Yahveh y se quedará allí para siempre.»
    24 Cuando lo hubo destetado, lo subió consigo, llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino, e hizo entrar en la casa de Yahveh, en Silo, al niño todavía muy pequeño.
    25 Inmolaron el novillo y llevaron el niño a Elí
    26 y ella dijo: «Oyeme, señor. Por tu vida, señor, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, orando a Yahveh.
    27 Este niño pedía yo y Yahveh me ha concedido la petición que le hice.
    28 Ahora yo se lo cedo a Yahveh por todos los días de su vida; está cedido a Yahveh.» Y le dejó allí, a Yahveh.
  • Salmo responsorial

    Salmo 84:2-3, 5-6, 9-10
    2 ¡Qué amables tus moradas, oh Yahveh Sebaot!
    3 Anhela mi alma y languidece tras de los atrios de Yahveh, mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo.
    5 Dichosos los que moran en tu casa, te alaban por siempre.
    6 Dichosos los hombres cuya fuerza está en ti, y las subidas en su corazón.
    9 ¡Yahveh Dios Sebaot, escucha mi plegaria, tiende tu oído, oh Dios de Jacob!
    10 Oh Dios, escudo nuestro, mira, pon tus ojos en el rostro de tu ungido.
  • Segunda lectura

    I Juan 3:1-2, 21-24
    1 Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
    2 Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es.
    21 Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios,
    22 y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
    23 Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó.
    24 Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
  • Evangelio

    Lucas 2:41-52
    41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua.
    42 Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta
    43 y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres.
    44 Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos;
    45 pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
    46 Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles;
    47 todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
    48 Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.»
    49 El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
    50 Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
    51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
    52 Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

No hay comentarios: