viernes, 8 de febrero de 2019

Lecturas 8 de Febrero de 2019

  • Primera lectura

    Hebreos 13:1-8
    1 Permaneced en el amor fraterno.
    2 No os olvidéis de la hospitalidad; gracias a ella hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles.
    3 Acordaos de los presos, como si estuvierais con ellos encarcelados, y de los maltratados, pensando que también vosotros tenéis un cuerpo.
    4 Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios.
    5 Sea vuestra conducta sin avaricia; contentos con lo que tenéis, pues él ha dicho: No te dejaré ni te abandonaré;
    6 de modo que podamos decir confiados: El Señor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
    7 Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la Palabra de Dios y, considerando el final de su vida, imitad su fe.
    8 Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre.
  • Salmo responsorial

    Salmo 27:1, 3, 5, 8-9
    1 Yahveh es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Yahveh, el refugio de mi vida, ¿por quién he de temblar?
    3 Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no teme; aunque estalle una guerra contra mí, estoy seguro en ella.
    5 Que él me dará cobijo en su cabaña en día de desdicha; me esconderá en lo oculto de su tienda, sobre una roca me levantará.
    8 Dice de ti mi corazón: «Busca su rostro.» Sí, Yahveh, tu rostro busco:
    9 No me ocultes tu rostro. No rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio. No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación.
  • Evangelio

    Marcos 6:14-29
    14 Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
    15 Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas.»
    16 Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado.»
    17 Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
    18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»
    19 Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
    20 pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
    21 Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.
    22 Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»
    23 Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»
    24 Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»
    25 Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
    26 El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.
    27 Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel
    28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
    29 Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

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