Lecturas del día:
Primera lectura
Jeremías 1:1, 4-101 Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, de los sacerdotes de Anatot, en la tierra de Benjamín,4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:5 Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.6 Yo dije: «¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho.»7 Y me dijo Yahveh: No digas: «Soy un muchacho», pues adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás.8 No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte - oráculo de Yahveh -.9 Entonces alargó Yahveh su mano y tocó mi boca. Y me dijo Yahveh: Mira que he puesto mis palabras en tu boca.10 Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para peder y derrocar, para reconstruir y plantar.Salmo responsorial
Salmo 71:1-6, 15, 171 A ti, Yahveh, me acojo, ¡no sea confundido jamás!2 ¡Por tu justicia sálvame, libérame! tiende hacia mí tu oído y sálvame!3 ¡Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve, pues mi roca eres tú y mi fortaleza.4 ¡Dios mío, líbrame de la mano del impío, de las garras del perverso y del violento!5 Pues tú eres mi esperanza, Señor, Yahveh, mi confianza desde mi juventud.6 En ti tengo mi apoyo desde el seno, tú mi porción desde las entrañas de mi madre; ¡en ti sin cesar mi alabanza!15 publicará mi boca tu justicia, todo el día tu salvación.17 ¡Oh Dios, desde mi juventud me has instruido, y yo he anunciado hasta hoy tus maravillas!Evangelio
Juan 20:1-2, 11-181 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro.2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»11 Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.13 Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.»14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.15 Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»16 Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -.17 Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.Primera lectura
El Cantar de los Cantares 3:1-41 En mi lecho, por las noches, he buscado al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé.2 Me levantaré, pues, y recorreré la ciudad. Por las calles y las plazas buscaré al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé.3 Los centinelas me encontraron, los que hacen la ronda en la ciudad: «¿Habéis visto al amor de mi alma?»4 Apenas habíalos pasado, cuando encontré al amor de mi alma. Le aprehendí y no le soltaré hasta que le haya introducido en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió.O también:
II Corintios 5:14-1714 Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron.15 Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.16 Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así.17 Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo.Salmo responsorial
Salmo 63:2-6, 8-92 Dios, tú mi Dios, yo te busco, sed de ti tiene mi alma, en pos de ti languidece mi carne, cual tierra seca, agotada, sin agua.3 Como cuando en el santuario te veía, al contemplar tu poder y tu gloria,4 - pues tu amor es mejor que la vida, mis labios te glorificaban -,5 así quiero en mi vida bendecirte, levantar mis manos en tu nombre;6 como de grasa y médula se empapará mi alma, y alabará mi boca con labios jubilosos.8 porque tú eres mi socorro, y yo exulto a la sombra de tus alas;9 mi alma se aprieta contra ti, tu diestra me sostiene.Evangelio
Juan 20:1-2, 11-181 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro.2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»11 Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.13 Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.»14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.15 Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»16 Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -.17 Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.
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