Lecturas del día:
Primera lectura
Génesis 2:4-9, 154 Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron creados. El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos,5 no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo.6 Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del suelo.7 Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.8 Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado.9 Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.15 Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase.Salmo responsorial
Salmo 90:2-5, 12-14, 162 Antes que los montes fuesen engendrados, antes que naciesen tierra y orbe, desde siempre hasta siempre tú eres Dios.3 Tú al polvo reduces a los hombres, diciendo: «¡Tornad, hijos de Adán!»4 Porque mil años a tus ojos son como el ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche.5 Tú los sumerges en un sueño, a la mañana serán como hierba que brota;12 ¡Enseñanos a contar nuestros días, para que entre la sabiduría en nuestro corazón!13 ¡Vuelve, Yahveh! ¿Hasta cuándo? Ten piedad de tus siervos.14 Sácianos de tu amor a la mañana, que exultemos y cantemos toda nuestra vida.16 ¡Que se vea tu obra con tus siervos, y tu esplendor sobre sus hijos!Evangelio
Mateo 6:31-3431 No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?32 Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.33 Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.34 Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.Primera lectura
Colosenses 1:24--2:324 Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia,25 de la cual he llegado a ser ministro, conforme a la misión que Dios me concedió en orden a vosotros para dar cumplimiento a la Palabra de Dios,26 al Misterio escondido desde siglos y generaciones, y manifestado ahora a sus santos,27 a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria,28 al cual nosotros anunciamos, amonestando e instruyendo a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de presentarlos a todos perfectos en Cristo.29 Por esto precisamente me afano, luchando con la fuerza de Cristo que actúa poderosamente en mí.1 Quiero que sepáis qué dura lucha estoy sosteniendo por vosotros y por los de Laodicea, y por todos los que no me han visto personalmente,2 para que sus corazones reciban ánimo y, unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios,3 en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.Salmo responsorial
Salmo 62:6-7, 96 En Dios sólo descansa, oh alma mía, de él viene mi esperanza;7 sólo él mi roca, mi salvación, mi ciudadela, no he de vacilar;9 confiad en él, oh pueblo, en todo tiempo; derramad ante él vuestro corazón, ¡Dios es nuestro refugio!Evangelio
Lucas 6:6-116 Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca.7 Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle.8 Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio.» El, levantándose, se puso allí.9 Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla.»10 Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano.» El lo hizo, y quedó restablecida su mano.11 Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
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