Lecturas del día:
Primera lectura
Romanos 4:1-81 ¿Qué diremos, pues, de Abraham, nuestro padre según la carne?2 Si Abraham obtuvo la justicia por las obras, tiene de qué gloriarse, mas no delante de Dios.3 En efecto, ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia.4 Al que trabaja no se le cuenta el salario como favor sino como deuda;5 en cambio, al que, sin trabajar, cree en aquel que justifica al impío, su fe se le reputa como justicia.6 Como también David proclama bienaventurado al hombre a quien Dios imputa la justicia independientemente de las obras:7 Bienaventurados aquellos cuyas maldades fueron perdonadas, y cubiertos sus pecados.8 Dichoso el hombre a quien el Señor no imputa culpa alguna.Salmo responsorial
Salmo 32:1-2, 5, 111 De David. Poema. ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa, y le queda cubierto su pecado!2 Dichoso el hombre a quien Yahveh no le cuenta el delito, y en cuyo espíritu no hay fraude.5 Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: «Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías.» Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado.11 ¡Alegraos en Yahveh, oh justos, exultad, gritad de gozo, todos los de recto corazón!Evangelio
Lucas 12:1-71 En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.2 Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse.3 Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados.4 «Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.5 Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése.6 «¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios.7 Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos.Primera lectura
Romanos 8:22-2722 Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto.23 Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo.24 Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?25 Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia.26 Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables,27 y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios.Salmo responsorial
Salmo 19:8-118 La ley de Yahveh es perfecta, consolación del alma, el dictamen de Yahveh, veraz, sabiduría del sencillo.9 Los preceptos de Yahveh son rectos, gozo del corazón; claro el mandamiento de Yahveh, luz de los ojos.10 El temor de Yahveh es puro, por siempre estable; verdad, los juicios de Yahveh, justos todos ellos,11 apetecibles más que el oro, más que el oro más fino; sus palabras más dulces que la miel, más que el jugo de panales.Evangelio
Juan 15:1-81 «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.3 Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado.4 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis.8 La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.
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