domingo, 14 de septiembre de 2008

Evangelio y lecturas 15 de Septiembre 2008

Tiempo Ordinario: (2ª Parte)
1ª Lectura
1Cor 11,17-26
17 Al daros estos consejos, no puedo felicitaros, pues, al parecer, vuestras reuniones, en lugar de haceros bien, os hacen daño. 18 En primer lugar, he oído decir que, cuando os reunís, hay divisiones entre vosotros, y en parte lo creo; 19 y hasta es conveniente que haya divisiones entre vosotros para que se sepa quiénes son de virtud probada. 20 Cuando os reunís en común, ya no es eso comer la cena del Señor. 21 Porque cada cual se adelanta a comer su propia cena; y mientras uno pasa hambre, otro se emborracha. 22 ¿Es que no tenéis vuestra casa para comer y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios y queréis dejar en vergüenza a los que no tienen? ¿Qué os voy a decir? ¿He de felicitaros? En esto no os puedo felicitar.
INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA
23 Yo recibí del Señor lo que os he transmitido: Que Jesús, el Señor, en la noche que fue entregado, tomó pan, 24 dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». 25 Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; cada vez que la bebáis, hacedlo en memoria mía». 26 Pues siempre que coméis este pan y bebéis este cáliz anunciáis la muerte del Señor hasta que vuelva.
1Cor 11,33
33 Por tanto, hermanos míos, cuando os reunáis para la cena, esperaos unos a otros.

Salmo Responsorial
Sal 40,7-8
7 Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, no pides holocaustos ni sacrificios por el pecado; en cambio, me has abierto el oído, 8 por lo que entonces dije: «Aquí estoy, en el libro está escrito de mí:
Sal 40,8-9
8 por lo que entonces dije: «Aquí estoy, en el libro está escrito de mí: 9 Dios mío, yo quiero hacer tu voluntad, tu ley está en el fondo de mi alma».
Sal 40,10
10 Pregoné tu justicia a la gran asamblea, no he cerrado mis labios; tú lo sabes, Señor.
Sal 40,17
17 Que se alegren y se regocijen en ti todos los que te buscan; que no dejen de decir: «Dios es grande», los que anhelan tu salvación.

Evangelio
Lc 7,1-10
1 Cuando terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. 2 Un oficial, que tenía un criado que estaba muriéndose, 3 oyó hablar de Jesús, y mandó unos ancianos de los judíos a rogarle que fuese a curar a su criado. 4 Ellos se acercaron a Jesús y le suplicaron con insistencia, diciendo: «Merece que se lo concedas, 5 porque ama a nuestro pueblo y nos ha edificado una sinagoga». 6 Jesús se puso en camino con ellos. No estaban lejos de la casa, cuando el oficial mandó unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres en mi casa. 7 Por eso ni me he atrevido a ir yo personalmente. Di una palabra, y mi criado se curará. 8 Porque yo, que soy hombre sujeto al mando, tengo a mis órdenes soldados, y digo a éste: Vete, y va; y a otro: Ven, y viene; y a mi criado: Haz esto, y lo hace». 9 Al oírlo, quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Os aseguro que ni en Israel he encontrado una fe como ésta». 10 Cuando los enviados regresaron a casa, encontraron curado al criado.

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