Tiempo Ordinario: (2ª Parte)
1ª Lectura
1Cor 15,1-11
1 Hermanos, os recuerdo el evangelio que os anuncié, el que aceptasteis, en el que permanecéis firmes, 2 y por el que os salvaréis, si lo retenéis tal y como os lo anuncié, pues de lo contrario habríais creído en vano. 3 Os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4 que fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras, 5 y que se apareció a Pedro y luego a los doce. 6 Se apareció también a más de quinientos hermanos de una vez, de los que la mayoría viven todavía; otros murieron. 7 Luego se apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; 8 y después de todos, como a uno que nace antes de tiempo, también se me apareció a mí. 9 Porque yo soy el menor de los apóstoles, indigno de ser llamado apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí; pues he trabajado más que los demás; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. 11 Pues bien, tanto ellos como yo, esto es lo que predicamos y lo que habéis creído.
Salmo Responsorial
Sal 118,1-2
1 ¡Aleluya!
Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor. 2 Diga la casa de Israel: es eterno su amor.
Sal 118,16-17
16 la diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor hace proezas. 17 No, no moriré, seguiré viviendo para contar las obras del Señor;
Sal 118,28
28 Tú eres mi Dios, yo te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo.
Evangelio
Lc 7,36-50
36 Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a su casa y se puso a la mesa. 37 Había en la ciudad una mujer pecadora, la cual, al enterarse de que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, se presentó allí con un vaso de alabastro lleno de perfume, 38 se puso detrás de él a sus pies, y, llorando, comenzó a regarlos con sus lágrimas y a enjugarlos con los cabellos de su cabeza, los besaba y ungía con el perfume. 39 El fariseo que le había invitado, al verlo, se decía: «Si éste fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca. ¡Una pecadora!». 40 Jesús manifestó: «Simón, tengo que decirte una cosa». Y él: «Maestro, di». 41 «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía diez veces más que el otro. 42 Como no podían pagarle, se lo perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?». 43 Simón respondió: «Supongo que aquel a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien». 44 Y, volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa y no me diste agua para los pies; ella, en cambio, ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. 45 Tú no me diste el beso; pero ella, desde que entró, no ha cesado de besar mis pies. 46 Tú no me pusiste ungüento en la cabeza, y ésta ha ungido mis pies con perfume. 47 Por lo cual te digo que si ama mucho es porque se le han perdonado sus muchos pecados. Al que se le perdona poco ama poco». 48 Y dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». 49 Los invitados comenzaron a decirse: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?». 50 Él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; vete en paz».
1ª Lectura
1Cor 15,1-11
1 Hermanos, os recuerdo el evangelio que os anuncié, el que aceptasteis, en el que permanecéis firmes, 2 y por el que os salvaréis, si lo retenéis tal y como os lo anuncié, pues de lo contrario habríais creído en vano. 3 Os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4 que fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras, 5 y que se apareció a Pedro y luego a los doce. 6 Se apareció también a más de quinientos hermanos de una vez, de los que la mayoría viven todavía; otros murieron. 7 Luego se apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; 8 y después de todos, como a uno que nace antes de tiempo, también se me apareció a mí. 9 Porque yo soy el menor de los apóstoles, indigno de ser llamado apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí; pues he trabajado más que los demás; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. 11 Pues bien, tanto ellos como yo, esto es lo que predicamos y lo que habéis creído.
Salmo Responsorial
Sal 118,1-2
1 ¡Aleluya!
Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor. 2 Diga la casa de Israel: es eterno su amor.
Sal 118,16-17
16 la diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor hace proezas. 17 No, no moriré, seguiré viviendo para contar las obras del Señor;
Sal 118,28
28 Tú eres mi Dios, yo te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo.
Evangelio
Lc 7,36-50
36 Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a su casa y se puso a la mesa. 37 Había en la ciudad una mujer pecadora, la cual, al enterarse de que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, se presentó allí con un vaso de alabastro lleno de perfume, 38 se puso detrás de él a sus pies, y, llorando, comenzó a regarlos con sus lágrimas y a enjugarlos con los cabellos de su cabeza, los besaba y ungía con el perfume. 39 El fariseo que le había invitado, al verlo, se decía: «Si éste fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca. ¡Una pecadora!». 40 Jesús manifestó: «Simón, tengo que decirte una cosa». Y él: «Maestro, di». 41 «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía diez veces más que el otro. 42 Como no podían pagarle, se lo perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?». 43 Simón respondió: «Supongo que aquel a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien». 44 Y, volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa y no me diste agua para los pies; ella, en cambio, ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. 45 Tú no me diste el beso; pero ella, desde que entró, no ha cesado de besar mis pies. 46 Tú no me pusiste ungüento en la cabeza, y ésta ha ungido mis pies con perfume. 47 Por lo cual te digo que si ama mucho es porque se le han perdonado sus muchos pecados. Al que se le perdona poco ama poco». 48 Y dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». 49 Los invitados comenzaron a decirse: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?». 50 Él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; vete en paz».
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