lunes, 11 de enero de 2010

Evangelio 10 de Diciembre de 2009

•Primera Lectura: Isaías 40, 1-5. 9-11
"Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres"

"Consolad, consolad a mi pueblo, -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados."

Una voz grita: "En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen,

que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale.

Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos ha hablado la boca del Señor-."

Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión;

alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas,

di a las ciudades de Judá: "Aquí está vuestro Dios.

Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda.

Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne,

toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres."


•Salmo Responsorial: 103
"Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!"

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R.

Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del viento; los vientos te sirven de mensajeros, el fuego llameante, de ministro. R.

Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría;

la tierra está llena de tus criaturas. Ahí está el mar: ancho y dilatado, en él bullen, sin número, animales pequeños y grandes. R.

Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo: se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes. R.

Escondes tu rostro, y se espantan; les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R.


•Segunda Lectura: Tito 2, 11-14; 3, 4-7
"Nos ha salvado con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo"

Querido hermano:

Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo.

Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.

Mas, cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador.

Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.


•Evangelio: Lucas 3, 15-16. 21-22
"Jesús se bautizó. Mientras oraba, se abrió el cielo"

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego."

En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espiritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto."

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