| Carta del Papa para el Encuentro Mundial de las Familias 2012 | CIUDAD DEL VATICANO, 24 SEP 2010 (VIS).-El cardenal Ennio Antonelli, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, presentó este mediodía en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la Carta de Benedicto XVI para el VII Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar del 30 de mayo al 3 de junio de 2012 en Milán (Italia), sobre el tema: "La familia: el trabajo y la fiesta".
También participaron en la rueda de prensa el obispo Jean Laffitte, monseñor Carlos Simón Vázquez y el padre Gianfranco Grieco, O.F.M. Conv., respectivamente secretario, subsecretario y jefe de oficina del dicasterio; el obispo Erminio De Scalzi, auxiliar de la archidiócesis de Milán, delegado del cardenal arzobispo Dionigi Tettamanzi para la organización del Encuentro y don Davide Milani, responsable de las comunicaciones sociales de la archidiócesis de Milán.
"El trabajo y la fiesta -escribe el Papa en la carta- están íntimamente relacionados con la vida de las familias: afectan las decisiones, tienen influencia en las relaciones entre los cónyuges y entre padres e hijos, inciden en la relación entre la familia y la sociedad y la Iglesia".
El Santo Padre resalta que "hoy en día, por desgracia, la organización del trabajo, diseñada y puesta en práctica en función de la competencia del mercado y de la ganancia máxima, y el concepto de la fiesta como oportunidad para la evasión y el consumo, contribuyen a la disgregación de la familia y la comunidad y a difundir un estilo de vida individualista. Por eso -continúa-, es necesario promover una reflexión y un compromiso para conciliar las exigencias y los tiempos del trabajo con los de la familia y a recuperar el verdadero sentido de la fiesta, especialmente del domingo, pascua semanal, día del Señor y día del hombre, día de la familia, de la comunidad y de la solidaridad".
"El próximo Encuentro Mundial de las Familias -escribe el Papa- es una ocasión privilegiada para volver a plantear el trabajo y la fiesta en la perspectiva de una familia unida y abierta a la vida, bien integrada en la sociedad y en la Iglesia, atenta a la calidad de las relaciones y a la economía del núcleo familiar".
El Papa manifiesta el deseo de que "ya en el año 2011, XXX aniversario de la exhortación apostólica "Familiaris consortio", "carta magna" de la pastoral familiar, comience un itinerario con iniciativas a nivel parroquial, diocesano y nacional, con el fin de destacar las experiencias de trabajo y de fiesta en sus aspectos más reales y positivos, con especial hincapié en la incidencia sobre la experiencia de vida concreta de las familias".
Al final de la carta, el Santo Padre señala que el VII Encuentro Mundial, "al igual que los anteriores, durará cinco días y culminará el sábado por la noche con la "Fiesta de los testimonios" y la mañana del domingo con la misa solemne. En estas dos celebraciones, que presidiré, nos reuniremos como "familia de familias".
Comentando el tema de la carta, el cardenal Antonelli se refirió a los problemas que afectan a la familia. "Se privatiza y se reduce a un lugar de afectos y de gratificación individual; no recibe el adecuado apoyo cultural, jurídico, económico y político; sufre el gravoso condicionamiento de dinámicas desintegradoras complejas, entre las que tienen una influencia significativa la organización del trabajo y el declive de la fiesta a "tiempo libre". En este sentido, subrayó que el tema del Encuentro de Milán "puede suponer una importante contribución a la defensa y promoción de los valores humanos auténticos en el mundo actual, empezando por nuevos estilos de vida familiar".
"En ámbito familiar, hay que promover la redistribución de las tareas domésticas y la posibilidad de trabajar fuera del hogar, de común acuerdo por parte de los cónyuges, la asunción de un estilo de vida inspirado en la sobriedad, el cuidado de las relaciones personales, la apertura a la comunidad eclesial y las necesidades de los demás. Finalmente, es necesario -concluyó- que la celebración del día festivo ilumine el sentido de la vida y del trabajo mismo, fortaleciendo la cohesión de la familia y su inclusión en la comunidad en general, reavivando la relación con la persona de Cristo, Señor y Salvador, que nos acompaña en nuestro camino diario".
Por su parte, el obispo auxiliar de Milán, monseñor De Scalzi, señaló que "sería significativo si consiguiéramos acoger en Milán, sobre todo a las familias pobres del sur del mundo. Pienso en los que viven en países donde es difícil hacer oír su voz. Es importante que los representantes de estas familias pueden traer su testimonio de vida y contarnos cómo entienden el trabajo y la fiesta en relación con el núcleo familiar". |
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