El Gobierno inglés rechazó la solicitud de la empresa British Pregnancy Advisory Service -en español Servicio Británico de Asesoría para el Embarazo- que practica el 25 por ciento de los 200 mil abortos que cada año se realizan en Gran Bretaña, para permitir a las mujeres someterse en su casa sin asistencia médica alguna a un aborto inducido en las primeras nueve semanas de embarazo a través del fármaco abortivo RU-486.
El Juez de la Alta Corte de Londres, Michael Supperstone, decretó que permitir estos abortos representa un intento inadmisible de reinterpretar la legislación británica que permite el aborto desde 1967.
Katherine Hampton, portavoz de la Sociedad para la Protección de los Niños no Nacidos, consideró que la decisión del juez Supperstone es "una victoria para las mujeres".
Según Hampton, si los abortistas ganaban el caso se habría enviado el mensaje falso de que no existe ningún riesgo en abortar.
Margaret Cuthill, Coordinadora Nacional de la organización pro vida de ayuda y cuidados para la recuperación tras el aborto, Abortion Recovery Care and Helpline, declaró estar satisfecha con la sentencia pues "el aborto nunca es una medicina para las mujeres. Y este procedimiento tendría el trauma añadido de estar solo en el proceso del aborto".
La RU-486 o Mifepristona es un fármaco que actúa impidiendo que la hormona progesterona desarrolle sus normales acciones fisiológicas en el cuerpo de la mujer. Se utiliza para producir abortos de embriones hasta las nueve semanas de embarazo.
Se llama RU-486, porque es el producto de investigación número 486 de la firma farmacéutica francesa Roussel-Uclaf, filial de la firma alemana Hoechst. Su uso altera el endometrio (pared interior del útero) para impedir la implantación del embrión en la pared del útero materno.
Entre los efectos secundarios de la RU-486 destacan las hemorragias vaginales y accidentes cardiovasculares.
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