martes, 5 de abril de 2011

Evangelio 6 de Abril de 2011

  • Primera Lectura: Isaías 49, 8-15
    "Te constituí como alianza para el pueblo, para restaurar la tierra"

    Así dice el Señor:
    «Te respondo cuando me necesitas, te auxilio el día en que te salvo, pues te formé y te constituí mediador del pueblo para restaurar el país, para repartir las tierras devastadas, para decir a los cautivos: “¡Salgan!” a los que están en tinieblas: “¡Déjense ver!” A lo largo de los caminos pastarán, en todos los montes resecos tendrán pastos. No pasarán hambre ni sed, el viento sofocante y el sol no les hará daño, pues el que se compadece de ellos los guiará, y los conducirá hacia manantiales de agua. Convertiré en caminos mis montañas y se nivelarán mis senderos.
    ¡Miren! Vienen todos de lejos, unos del norte y del poniente, otros de la región de Sinín. Griten, cielos, de gozo; salta, tierra, de alegría; montañas, rompan en aclamaciones, que el Señor consuela a su pueblo, se apiada de sus pobres. Sión decía: “Me ha abandonado Dios, el Señor me ha olvidado”. ¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho, y deja de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré».

  • Salmo Responsorial: 144
    "El Señor es clemente y misericordioso."

    El Señor es clemente y misericordioso, paciente y rico en amor. El Señor es bondadoso con todos, a todas sus obras se extiende su ternura.
    R. El Señor es clemente y misericordioso.

    El Señor es fiel a todas sus palabras, leal en todas sus acciones. El Señor sostiene a todos los que caen y levanta a los que desfallecen.
    R. El Señor es clemente y misericordioso.

    El Señor es fiel en todo lo que hace, leal en todas sus acciones. El Señor está cerca de los que lo invocan, de todos los que lo invocan sinceramente.
    R. El Señor es clemente y misericordioso.

  • Evangelio: Juan 5 , 17-30
    "Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así el Hijo da la vida a quien él quiere dársela"

    En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
    «Mi Padre no cesa nunca de trabajar; por eso yo trabajo también en todo tiempo».
    Esta afirmación provocó en los judíos un mayor deseo de matarlo, porque no sólo no respetaba el sábado, sino además decía que Dios era su propio Padre, y se hacía igual a Dios.
    Jesús continuó diciendo:
    «Yo les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta; él hace únicamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo. Pues el Padre ama al Hijo y le manifiesta todas sus obras; y le manifestará todavía cosas mayores, de modo que ustedes mismos quedarán maravillados. Porque, así como el Padre resucita a los muertos, dándoles la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere.
    El Padre no juzga a nadie, sino que le ha dado al Hijo todo el poder de juzgar. Y quiere que todos den al Hijo el mismo honor que dan al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió. Yo les aseguro que quien acepta lo que yo digo y cree en el que me envió, tiene la vida eterna; no sufrirá un juicio de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
    Les aseguro que está llegando la hora, mejor aún, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y todos los que la oigan, vivirán. Pues así como el Padre tiene el poder de dar la vida, ha dado al Hijo ese mismo poder. Y le ha dado también autoridad para juzgar, porque es el Hijo del hombre. No se admiren de lo que les estoy diciendo, porque llegará el momento en que todos los muertos oirán su voz, y saldrán de los sepulcros. Los que hicieron el bien, resucitarán para la vida eterna; pero los que hicieron el mal, resucitarán para su condenación.
    Yo no puedo hacer nada por mi cuenta. Juzgo según lo que Dios me dice, y mi juicio es justo, porque no pretendo actuar según mi voluntad, sino que cumplo la voluntad del que me envió».

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