jueves, 5 de mayo de 2011

Evangelio 6 de Abril de 2011

  • Primera Lectura: Hechos 5, 34-42
    "Los apóstoles se retiraron del Consejo, felices de haber padecido ultrajes por el nombre de Jesús"

    En aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley y respetado por todo el pueblo, tomó la palabra en medio del Consejo, mandó que sacaran fuera unos momentos a los apóstoles, y dijo:
    «Israelitas, piensen bien lo que van a hacer con estos hombres. Porque hace algún tiempo apareció un tal Teudas con la pretensión de ser alguien importante, y lo siguieron unos cuatrocientos hombres; pero fue ejecutado, y todos los que lo seguían se dispersaron.
    Después de éste, surgió Judas el Galileo en los días del censo, y arrastró detrás de sí al pueblo; pero también él pereció, y todos sus seguidores se dispersaron. En este caso mi consejo es que se olviden de estos hombres y los dejen en paz; porque, si lo que ellos se proponen hacer es cosa de hombres, desaparecerá; pero si procede de Dios, ustedes no podrán destruirlo. No corran el riesgo de luchar contra Dios».
    Todos aceptaron su consejo. Hicieron llamar a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Ellos salieron de la presencia del Consejo alegres de haber merecido tales injurias por causa del nombre de Jesús.
    Y día tras día, tanto en el templo como por las casas, no cesaban de enseñar y anunciar que Jesús es el Mesías.

  • Salmo Responsorial: 26
    "El Señor es mi luz y mi salvación."

    El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es mi fortaleza, ¿quién me hará temblar?
    R. El Señor es mi luz y mi salvación.

    Una cosa pido al Señor; esto es lo único que busco: vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, disfrutar de la dulzura del Señor frecuentando su templo.
    R. El Señor es mi luz y mi salvación.

    Espero gozar los bienes del Señor en la tierra de los vivos. Espera en el Señor, sé fuerte; ten ánimo, espera en el Señor.
    R. El Señor es mi luz y mi salvación.

  • Evangelio: Juan 6, 1-15
    "Jesús distribuyó el pan a los que estaban sentados, hasta que se saciaron"

    En aquel tiempo, Jesús pasó a la otra orilla del lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque veían los signos que hacía con los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba próxima la fiesta judía de la pascua. Al ver Jesús que mucha gente acudía a él, dijo a Felipe:
    «¿Dónde podríamos comprar pan para dar de comer a todos éstos?»
    Dijo esto para ver su reacción, pues él ya sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió:
    «Con doscientos denarios no compraríamos bastante pan para que cada uno tomara un poco».
    Entonces intervino otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, diciendo:
    «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es ésto para tanta gente?»
    Jesús mandó que se sentaran todos, pues había mucha hierba en aquel lugar. Eran unos cinco mil hombres. Luego tomó los panes, y después de haber dado gracias a Dios, los distribuyó entre todos. Hizo lo mismo con los peces y les dio todo lo que quisieron. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
    «Recojan lo que ha sobrado, para que no se pierda nada».
    Lo hicieron así, y con lo que sobró de los cinco panes llenaron doce canastos.
    Cuando la gente vio aquel signo, exclamó:
    «Este hombre es verdaderamente el profeta que debía venir al mundo».
    Jesús se dio cuenta de que pretendían proclamarlo rey.
    Entonces se retiró de nuevo a la montaña, él solo.

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