Unos 150 católicos viven en Abbottabad, ubicado en las afueras de la capital Islamabad, puerta de entrada a la región montañosa en el norte de Pakistán. La mayoría pertenece a la parroquia de San Pedro Canisio, a cargo del sacerdote Akram Javed Gill.
Tras el anuncio del Presidente Barack Obama el domingo 1 de mayo sobre la muerte de Bin Laden, el párroco declaró a UCA News que ya no puede "llevar a cabo visitas pastorales a los hogares por el incremento de las medidas de seguridad" y ha debido suspender servicios religiosos.
El sacerdote indicó que se han cancelado un servicio de oración de sanación programado para esta semana y las próximas fiestas católicos. Además, "los cuatro policías que hacen guardia en la iglesia se han puesto en alerta máxima".
El Padre Akram está a cargo de esta parroquia desde 2007. La cinco iglesias cristianas presentes en la zona, incluyendo la católica, van a reunirse para formular una estrategia ante la nuevas realidad de la región ahora mundialmente conocida como el lugar donde murió Bin Laden.
"Es crucial mantener la paz para las comunidades minoritarias dispersas en la zona. Podemos cambiar el lugar de la reunión a último momento para evitar la filtración de la información sobre nuestra cita en un ambiente de tanta tensión ", explicó el sacerdote.
El Padre Akram compartió lo que vio el día del asalto al escondite de Bin Laden.
"Nunca vi helicópteros volar tan bajo. Nadie sabía lo que estaba pasando y pensamos que era un ejercicio militar en un primer momento ", dijo el sacerdote que también supervisa la única escuela católica de la ciudad donde estudian unos 200 menores, la mayoría musulmanes.
En Abbottabad existe un centro militar de gran tamaño y el sacerdote debió construir muros muy altos para el complejo parroquial en 2009, después que los musulmanes de la zona se opusieron a la exposición de una estatua de la Virgen María en una gruta de su terreno.
El año pasado las autoridades le pidieron quemar varias copias de un folleto que promovía la devoción mariana entre los católicos.
Mientras tanto, los Hazara el grupo étnico local paquistaní que venera a Bin Laden, no cree que esté muerto. Los miembros del grupo arguyen que la noticia es parte de una conspiración de los Estados Unidos.
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