"Vivimos en una cultura en donde existen muchas presiones para que mantengamos nuestra fe en privado, para que mantengamos nuestras creencias para nosotros mismos, especialmente cuando se trata de vivir nuestra fe y valores católicos en la vida pública", señaló durante la Misa dominical.
El Prelado explicó que esta misma tentación sufrió el profeta Jeremías, que fue "maltratado por proclamar la Palabra de Dios. Él es tentado a simplemente dejar de hacerlo y permanecer en silencio. Él dice: ‘No mencionaré el nombre de Dios’".
"Pero el profeta Jeremías no pudo permanecer en silencio. Y como él, hermanos y hermanas, nosotros tampoco podemos hacerlo. Jeremías dijo que su corazón ardía por hablar acerca del amor de Dios. Así también nosotros deberíamos sentirnos", señaló.
Mons. Gómez invitó a los católicos a "comprometernos más y más a cargar lacruz de Cristo en nuestra vida cotidiana, descubriremos que Él nos va transformando en las personas que estamos llamadas a ser".
"Nos vamos a encontrar con dificultades y sufrimientos. Eso es así. Es parte de nuestra condición humana. Pero estamos llamados a aceptar estos retos con amor. Podemos ‘ofrecer’ nuestras dificultades y sufrimientos a Dios, por compasión a aquellos que también sufren", indicó.
Mons. Gómez reconoció que "seguir el llamado de Dios no es fácil, pero seremos recompensados. Jesús nos promete, al final del Evangelio de hoy, que si tomamos nuestra cruz y lo seguimos, encontraremos al final de nuestro peregrinar, la Resurrección y la vida eterna".
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