lunes, 14 de noviembre de 2011

Evangelio 14 de Noviembre de 2011


  • Primera Lectura: I Macabeos 1, 10-15.41-43.54-57,62-64
    "Una cólera terrible se abatió sobre Israel"
    En aquellos días brotó un renuevo pecador, Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco, que estuvo como rehén en Roma. Subió al trono el año ciento treinta y siete del imperio de los griegos. Por entonces hubo unos israelitas tas sin conciencia que convencieron a muchos: -Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, pues desde que nos hemos aislado nos han venido muchas desgracias. Gustó la propuesta, y algunos del pueblo se decidieron a ir al rey. El rey los autorizó a adoptar la legislación gentil; y entonces, acomodándose a las costumbres de los gentiles, construyeron en Jerusalén un gimnasio, disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, se juntaron a los gentiles y se vendieron para hacer el mal.
    El rey decretó la unidad nacional para todos sus súbditos, obligando a todos a abandonar su legislación particular. Todas las naciones acataron la orden del rey e incluso muchos israelitas adoptaron la religión oficial: ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado. El día quince de diciembre del año ciento cuarenta y cinco, el rey Antíoco mandó poner sobre el altar un ara sacrílega; y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno. Quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas. Los libros de la Ley que encontraban los rasgaban y los echaban al fuego; al que le encontraban en casa un libro de la alianza y al que vivía de acuerdo con la Ley, lo ajusticiaban según el decreto real.
    Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros. Prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la alianza santa. Una cólera terrible se abatió sobre Israel.
  • Salmo Responsorial: 118
    "Dichoso el que cumple la voluntad del Señor."

    Dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón.
    R. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

    Tú, Señor, has dado tus preceptos para que se observen exactamente. Ojalá que mis pasos se encaminen al cumplimiento de tus mandamientos.
    R. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

    Favorece a tu siervo para que viva y observe tus palabras. Ábreme los ojos para ver las maravillas de tu voluntad.
    R. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

    Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes y yo lo seguiré con cuidado. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
    R. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

    Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes y yo lo seguiré con cuidado. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
    R. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.
  • Evangelio: Lucas 18, 35-43
    "¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea"
    En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le explicaron que era Jesús el Nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar:
    «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!» 
    Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: 
    «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
    Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. 
    Cuando estuvo cerca, le preguntó: 
    «¿Qué quieres que haga por ti?» 
    El le contestó: 
    «Señor, que vea». 
    Jesús le dijo: 
    «Recobra la vista; tu fe te ha curado».
    Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

No hay comentarios: