WASHINGTON D.C., 04 Oct. 12 / 06:05 am (ACI).- En una reciente conferencia en Illinois (Estados Unidos), antiguos trabajadores de la industria del abortorecordaron cómo era su trabajo, con el que pensaban estar ayudando a las mujeres, y luego cómo se convirtieron a la causa pro-vida.
"Quisimos entender mejor la mente de las personas que trabajan en la industria del aborto", dijo la organizadora de la conferencia, Ann Scheidler, vicepresidenta de la Liga de Acción Pro-vida.
En diálogo con ACI Prensa, Scheidler dijo que el propósito de la conferencia "Convertido: De proveedor de abortos a activista pro-vida" fue escuchar lo que antiguos trabajadores abortistas tenían que decir sobre por qué entraron a la industria del aborto y qué los llevó a abandonarla.
Mientras que los médicos abortistas y trabajadores de las clínicas son a veces vistos por los pro-vida como gente sin corazón, en realidad algunos son "gente extremadamente compasiva", que es mal aconsejada y cree que "están ayudando a las mujeres", explicó.
"Es muy bueno para nosotros entender de dónde vienen estas personas", dijo Scheidler.
La conferencia, realizada el 22 de septiembre, tuvo lugar en el Hotel Crowne Plaza O’Hare, y presentó a ocho antiguos trabajadores abortistas, que contaron sus historias de conversión.
Scheidler dijo que cada uno de ellos tenía una historia diferente, pero compartían la experiencia común de darse cuenta de que el aborto "no es lo que pensaron".
La decisión de dejar la industria del aborto puede ser "difícil", indicó. A menudo ellos encuentran que "todos los que conocen son pro-aborto", así que dejar su trabajo significa encontrar una comunidad enteramente nueva.
"Eso es pedir mucho", dijo. "Es algo difícil de hacer".
Mientras que la carencia de recursos ha hecho esta transición especialmente difícil en el pasado, un nuevo ministerio comenzado por la exdirectora de Planned Parenthood, Abby Johnson, está ayudando a aquellos que desean abandonar la industria abortista.
Uno de los participantes, el Dr. John Bruchalski, actualmente líder pro-vida en el norte del estado de Virginia, realizaba abortos en sus primeros dos años de residencia.
Pese a que Bruchalski creció en un hogar católico, perdió la fe entre las décadas de 1970 y 1980. Al querer ser un "gran" doctor, pensó que necesitaba hacer abortos, lo que creyó que ayudaba a las mujeres a ser "más felices" y "más saludables".
Bruchalski dijo a ACI prensa que fue una combinación de factores lo que cambió su forma de pensar. Parte de eso fue la experiencia de realizar abortos.
"Cuando haces el procedimiento, comienzas a matar a otro ser humano de cerca", dijo, describiendo la experiencia de ver "la vida desangrarse de ellos", desde sólo unos centímetros de distancia.
"La realidad va a través de tu mano y dentro de tu corazón", dijo.
Realizar abortos, señaló, "endurece cada vez más tu corazón", porque tienes que continuamente justificarte a ti mismo tus actos, explicó.
Además, dijo que cada vez hay más infrmación que muestra que los abortos y la anticoncepción no son saludables para las mujeres, sino que tenía "muchos efectos laterales significativos", tanto física como psicológicamente.
Había también un aspecto relacional a su conversión, ya que un neonatólogo que trabajaba con él lo retó a repensar sus ideas.
Finalmente, dijo que experimentó una renovación espiritual que experimentó tras participar en dos peregrinaciones.
"Todas esas piezas se juntaron en 1989", dijo, explicando que tuvo que "ajustar mi corazón y toda mi perspectiva".
Ahora él trata de compartir su testimonio con otros, ayudándoles a ver la realidad del aborto. En 1994, encontró al Centro de Familia Tepeyac, un centro pro-vida en Virginia.
"Si es tan bueno, ¿por qué tan pocos médicos realizan abortos?", pregunta Bruchalski a sus estudiantes de medicina cuando da charlas.
Bruchalski dijo que él conoce a otros antiguos médicos abortistas que se han convertido y cada uno tiene una historia diferente. Él cree que Dios le habla a cada persona a su propia manera.
"Él me habló en mi lenguaje, que intrínsecamente entendí", dijo.
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