domingo, 17 de marzo de 2013

Evangelio 17 de Marzo de 2013


  • Primera Lectura: Isaías 43, 16-21
    "Mirad que realizo algo nuevo y apagaré la sed de mi pueblo"
    Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. "No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto,
    ríos en el yermo.
    Me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces,
    porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo,
    para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza."
  • Salmo Responsorial: 125
    "El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres."
    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R.
    Hasta los gentiles decían: "El Señor ha estado grande con ellos." El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R.
    Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R.
    Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R.
  • Segunda Lectura: Filipenses 3, 8-14
    "Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte"
    Hermanos: Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
    Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
    Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
    No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.
    Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
  • Evangelio: Juan 8, 1-11
    "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra"
    En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
    Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?"
    Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
    Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
    Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra."
    E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
    Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
    Y quedó sólo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor."
    Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."

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