lunes, 18 de marzo de 2013

Primer Ángelus del Papa Francisco: El corazón de Dios está lleno de misericordia para todos


Papa Francisco
Papa Francisco
VATICANO, 17 Mar. 13 / 08:50 am (ACI/EWTN Noticias).- En el primer rezo del Ángelus que presidió en la Plaza de San Pedro desde el comienzo de su Pontificado, el Papa Francisco aseguró que Dios “es el Padre amoroso que perdona siempre y cuyo corazón está lleno de misericordia para todos nosotros”.

Frente a la multitud de decenas de miles de fieles reunida, el Santo Padre expresó su felicidad por saludar a todos “en domingo, en el día del Señor”.

“Esto es hermoso e importante para nosotros cristianos, reunirnos el domingo, saludarnos, hablarnos como ahora aquí, en la plaza. Una plaza que, gracias a los medios de comunicación, tiene la dimensión del mundo”, señaló.

El Papa indicó que “en este quinto domingo de Cuaresma, el Evangelio nos presenta el episodio de la mujer adúltera, a la que Jesús salvó de la condena a muerte. Nos conmueve la actitud de Jesús: no escuchamos palabras de desprecio, no escuchamos palabras de condena, sino sólo palabras de amor, de misericordia, que invitan a la conversión”.

“’Tampoco yo te condeno ¡Vete y ya no vuelvas a pecar!’ ¡Oh, hermanos y hermanas, el rostro de Dios es el de un padre misericordioso, que siempre tiene paciencia!”, señaló.

“¿Habéis pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con cada uno de nosotros? ¡Eh, esa es su misericordia! Siempre tiene paciencia: tiene paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si sabemos volver a Él con el corazón contrito”.

El Santo Padre recordó un episodio particular que le ocurrió cuando aún era Obispo, en 1992, con ocasión de que “llegó a Buenos Aires la Virgen de Fátima y se hizo una gran misa para los enfermos. Fui a confesar, a aquella Misa”.

“Casi al final de la Misa me levanté porque tenía que administrar una confirmación. Vino hacia mí una mujer anciana, humilde, muy humilde, de más de ochenta años. La miré y le dije: ‘Abuela –porque allí llamamos así a los ancianos– abuela, ¿se quiere confesar?’ ‘Sí’, me dijo. ‘Pero si usted no ha pecado...’ Y ella me dijo: ‘Todos tenemos pecados’... ‘Pero el Señor ¿no la perdona?’. ‘El Señor perdona todo’, me dijo, segura. ‘Pero, ¿cómo lo sabe usted, señora?’. ‘Si el Señor no perdonase todo, el mundo no existiría’”.

En ese momento, recordó el Papa, “me entraron ganas de preguntarle: ‘Dígame, señora, usted ha estudiado en la Universidad Gregoriana?’, porque esa es la sabiduría que da el Espíritu Santo: sabiduría interior de la misericordia de Dios”.

“No olvidemos esta palabra: ¡Dios nunca se cansa de perdonarnos, nunca!”.

El Santo Padre indicó que “el problema es que nosotros nos cansamos de pedir perdón! Pero Él nunca se cansa de perdonar. Somos nosotros los que, a veces, nos cansamos de pedir perdón. Y no tenemos que cansarnos nunca, nunca”.

“Tenemos que aprender a ser más misericordiosos con todos. Invoquemos la intercesión de la Virgen María, que ha tenido en sus brazos a la Misericordia de Dios hecho hombre”, concluyó, antes de rezar el Ángelus.
Al concluir la oración mariana, el Papa saludó a los fieles que colmaron la Plaza de San Pedro y agradeció “vuestra acogida y vuestra oración”.

“Os pido que recéis por mí. Renuevo mi abrazo a los fieles de Roma y lo extiendo a todos vosotros, que habéis venido de varias partes de Italia y del mundo, así como a aquellos que se unen a nosotros a través de los medios de comunicación”, dijo.

El Papa recordó que eligió el nombre “del santo patrono de Italia, San Francisco de Asís y esto refuerza mis lazos espirituales con esta tierra, de la que, como sabéis, es originaria mi familia”.

“Pero Jesús nos ha llamado a ser parte de una nueva familia: su Iglesia; esta familia de Dios, para caminar juntos por los caminos del Evangelio. ¡Que el Señor os bendiga y la Virgen os proteja! Y no os olvidéis de esto: El Señor nunca se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”, remarcó.

“Buen domingo y que os aproveche el almuerzo”, concluyó el Papa, recibiendo una intensa ovación de los fieles y peregrinos.

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