WASHINGTON D.C., 13 Nov. 13 / 03:49 am (ACI/EWTN Noticias).- La recién nacida Bea Joy Sagales, hija de la joven Emily Ortega, es el rostro de la esperanza en medio de la tragedia del tifón Haiyan que golpeó Filipinas la noche del 7 de noviembre. Para su madre, Emily Ortega, de 21 años, ella es su “milagro”.
Ortega junto a su esposo, Jobert, tuvieron que nadar durante lo que les pareció horas, luego de que su casa, cerca de la ciudad de Tacloban, fuera arrasada por las aguas.
Las diversas fuentes informativas locales apuntan a que el número de muertos ocasionado por el tifón Haiyan bordea las 10 mil.
La madre de Emily y abuela de Bea Joy, Beatriz, fue una de las víctimas que fue arrastrada por las aguas, según relató la joven.
Luego de nadar hasta que el nivel del agua disminuyó, los esposos se refugiaron en una escuela, sobreviviendo junto a sus vecinos con las botellas de agua que encontraron entre los escombros, hasta el lunes 11 de noviembre.
Jobert señaló que Emily entró en labor de parto a las 5 de la mañana del lunes, “así que tuvimos que caminar varios kilómetros, antes de que un conductor de camión se ofreciera a llevarnos”.
Bea Joy Sagales nació al interior de un aeropuerto destruido y lleno de escombros, que ha sido convertido en un centro médico de emergencia.
El médico militar que atendió el parto de Emily, Capitán Victoriano Sambale, señaló que la joven ya había roto fuente para cuando la pareja entró al improvisado hospital. Cuando comenzó a dar a luz empezó un preocupante sangrado.
“Esta es la primera vez que tenemos un parto aquí. La bebé está bien y hemos conseguido detener la hemorragia de la madre”, dijo el oficial.
Sin embargo, los médicos están preocupados por las potenciales infecciones de las que puede ser víctima Emily, debido a las difíciles condiciones en el lugar.
“Definitivamente, la madre aún está en peligro de infección y sepsis. Así que necesitamos dale antibióticos intravenosos. Desafortunadamente, nos quedamos incluso sin los antibióticos orales ayer”, dijo.
Para la joven de 21 años, sin embargo, la pequeña Bea Joy “es mi milagro. Había pensado que moriría con ella aún dentro de mí, cuando las grandes olas llegaron y nos llevaron”.
“Ella es tan bella. La llamaré Bea Joy en honor de mi madre, Beatriz”, dijo.
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