Tiempo Ordinario
Marcos 7, 1-13. Tiempo Ordinario. Que nuestros días sean un continuo ofrecimiento a Dios de nuestras acciones.
Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-13
En aquel tiempo se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, - es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas -. Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. Pero vosotros decís: Si uno dice a su padre o a su madre: "Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro Korbán - es decir: ofrenda -", ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.
Oración introductoria
Señor, bien sabes que tengo la fe y la esperanza de tener un encuentro contigo en esta oración, pero no son suficientes, porque soy hábil para aferrarme a mi propio parecer. Ayuda mi incredulidad e ilumíname para que sepa abrir no sólo mi mente sino mi corazón para escuchar lo que hoy me quieres decir.
Petición
¡Ven Espíritu Santo! «Enciéndeme con tu luz» y llena mi vida con tu amor.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, - es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas -. Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. Pero vosotros decís: Si uno dice a su padre o a su madre: "Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro Korbán - es decir: ofrenda -", ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.
Oración introductoria
Señor, bien sabes que tengo la fe y la esperanza de tener un encuentro contigo en esta oración, pero no son suficientes, porque soy hábil para aferrarme a mi propio parecer. Ayuda mi incredulidad e ilumíname para que sepa abrir no sólo mi mente sino mi corazón para escuchar lo que hoy me quieres decir.
Petición
¡Ven Espíritu Santo! «Enciéndeme con tu luz» y llena mi vida con tu amor.
Meditación del Papa Francisco
Así parece que sí. En la historia esta cercanía de Dios a su pueblo ha sido traicionada por esta actitud nuestra, egoísta, de querer controlar la gracia, comercializarla.
Recordemos los grupos que en el tiempo de Jesús quería controlar la gracia: los fariseos, esclavos de las muchas leyes que cargaban sobre las espaldas del pueblo; los saduceos, con sus compromisos políticos; los esenios, buenos, buenísimos, pero tenían mucho miedo y no arriesgaban, terminaban por aislarse en sus monasterios; los zelotes, para los cuales la gracia de Dios era la guerra de la liberación, otra manera de comerciar la gracia.
Pero, la gracia de Dios es otra cosa: es cercanía, es ternura. Esta regla sirve siempre. Si tú en tu relación con el Señor no sientes que Él te ama con ternura, aún te falta algo, aún no has entendido qué es la gracia, aún no has recibido la gracia que está cercana.
Recuerdo una confesión de hace muchos años, cuando una mujer se maceraba sobre la validez de una misa a la que asistió un sábado por la tarde para un boda, con lecturas distintas de las del domingo. Esta fue mi respuesta: “Pero, señora, el Señor la ama mucho. Usted ha ido allí, ha recibido la comunión, ha estado con Jesús... Esté tranquila, el Señor no es un comerciante, el Señor ama, está cerca. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 11 de diciembre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
La vida podría convertirse en un cumplimiento meticuloso de la ley, normas, compromisos, como hacían los fariseos y judíos. Pero valdría preguntarse en medio de tanta exigencia personal ¿por qué? ¿Por qué tanto empeño y dedicación para ser fieles?. ¿Realmente cumplían de esa manera para agradar a Dios? Por la actitud de Jesús su fidelidad era incienso que en lugar de agradar a Dios los alababa a ellos mismos.
Sólo a Dios hay que dar culto, y el verdadero culto consiste en la caridad y amor a Dios, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2095. Debe ser aquí por tanto, donde florezca la exigencia por ser fieles a los compromisos.
El santo Padre, Juan Pablo II escribió que ser cristiano no es en primer lugar cumplir una cantidad de compromisos y obligaciones sino dejarse amar por Dios.
De esta manera, hemos de buscar a Dios para que nuestra jornada no se convierta en una serie de actividades, compromisos, obligaciones sin sentido, porque se tienen que hacer, hechos en ocasiones sin saber por qué se hacen, sino que sean nuestros días un continuo ofrecimiento a Dios de nuestras acciones.
Propósito
Dominar mi soberbia y deseo de dominio para dar a Cristo el lugar que le corresponde en mi vida.
Diálogo con Cristo
Señor, te pido perdón por mis impaciencias, por mis juicios temerarios sobre los otros, por las veces que no he sido compasivo con los demás, por el sufrimiento que haya podido provocar en los que me rodean. Dame un corazón solicito, misericordioso, caritativo como el tuyo. Gracias por ayudarme a confirmar que esto sólo lo puedo lograr si practico la justicia y caridad, principalmente en mi propia familia.
La vida podría convertirse en un cumplimiento meticuloso de la ley, normas, compromisos, como hacían los fariseos y judíos. Pero valdría preguntarse en medio de tanta exigencia personal ¿por qué? ¿Por qué tanto empeño y dedicación para ser fieles?. ¿Realmente cumplían de esa manera para agradar a Dios? Por la actitud de Jesús su fidelidad era incienso que en lugar de agradar a Dios los alababa a ellos mismos.
Sólo a Dios hay que dar culto, y el verdadero culto consiste en la caridad y amor a Dios, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2095. Debe ser aquí por tanto, donde florezca la exigencia por ser fieles a los compromisos.
El santo Padre, Juan Pablo II escribió que ser cristiano no es en primer lugar cumplir una cantidad de compromisos y obligaciones sino dejarse amar por Dios.
De esta manera, hemos de buscar a Dios para que nuestra jornada no se convierta en una serie de actividades, compromisos, obligaciones sin sentido, porque se tienen que hacer, hechos en ocasiones sin saber por qué se hacen, sino que sean nuestros días un continuo ofrecimiento a Dios de nuestras acciones.
Propósito
Dominar mi soberbia y deseo de dominio para dar a Cristo el lugar que le corresponde en mi vida.
Diálogo con Cristo
Señor, te pido perdón por mis impaciencias, por mis juicios temerarios sobre los otros, por las veces que no he sido compasivo con los demás, por el sufrimiento que haya podido provocar en los que me rodean. Dame un corazón solicito, misericordioso, caritativo como el tuyo. Gracias por ayudarme a confirmar que esto sólo lo puedo lograr si practico la justicia y caridad, principalmente en mi propia familia.
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