BOGOTÁ, 15 May. 15 / 11:54 am (ACI).- El Obispo de Fontibón y exsecretario de la Conferencia Episcopal de Colombia, Mons. Juan Vicente Córdoba, pidió “sinceras disculpas” por las expresiones “desafortunadas” que hizo ayer sobre la homosexualidad en un foro público.
El Prelado publicó una nota aclaratoria difundida por el sitio web de la Conferencia Episcopal, luego que ayer diversos medios nacionales e internacionales difundieron un audio en un foro convocado por la Fundación Buen Gobierno, la Universidad de Los Andes y la Fundación Colombia Diversa.
En el evento, el Obispo dijo: “no sabemos si alguno de los discípulos era mariconcito (sic). No sabemos (…) No sabemos si la Magdalena era lesbiana”. Además hizo un comentario vulgar sobre la vida pecadora pública de Santa María Magdalena.
Durante el foro “Adopción y matrimonio igualitarios: un camino inconcluso”, el Obispo también recordó conceptos de la doctrina de la Iglesia sobre el homosexualismo y aseguró que “un heterosexual, infiel a la esposa y que utiliza otra persona o compra en un prostíbulo a una persona” también es pecador.
En su nota aclaratoria de hoy, Mons. Juan Vicente Córdoba explicó que no sabía que había medios de comunicación en el lugar y por ello se permitió “utilizar algunas expresiones coloquiales que, fuera del contexto del encuentro académico y del diálogo establecido con los asistentes, resultan claramente desafortunadas. Pido sinceras disculpas a quienes pudieron sentirse escandalizados o heridos por estas lamentables expresiones a las que no puede dárseles ningún valor teológico o moral”.
El Prelado resaltó después que comparte “con firme y plena convicción, la doctrina moral de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad que, aunque como mera inclinación sexual no constituye pecado, es justamente considerada como una tendencia ‘objetivamente desordenada’ (cfr.Catecismo, n. 2358)”.
“De igual modo, como he repetido en diversas ocasiones, considero ‘que los actos homosexuales son también intrínsecamente desordenados y contrarios a la ley natural. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso’ (cfr. Catecismo, n. 2357)”.
En efecto, prosigue, “las personas homosexuales están llamadas a vivir la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana (cfr. Catecismo, n. 2359)”.
“Reitero, por tanto, que las afirmaciones realizadas durante el mencionado foro académico no han tenido la intención de controvertir o modificar esta sólida e inamovible posición moral de nuestra Iglesia. La intención de mis afirmaciones no era otra que la de expresar al público asistente, en su mayoría formado por líderes y miembros de la comunidad LGBTI, el respeto que la Iglesia Católica tiene por toda persona humana”.
Para concluir, el Obispo indica que “con amor de madre, la Iglesia acoge a todos los hombres y mujeres sea cual sea su condición, consciente de que más allá de sus inclinaciones sexuales –e incluso de su comportamiento sexual– toda persona tiene la misma dignidad fundamental ante Dios y ante el Estado. Los hombres y mujeres con tendencias homosexuales ‘deben ser acogidos siempre con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta’ (cfr. Catecismo, n. 2358)”.
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