Primera lectura
II Timoteo 2:8-15
8 Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, descendiente de David, según mi Evangelio;
9 por él estoy sufriendo hasta llevar cadenas como un malhechor; pero la Palabra de Dios no está encadenada.
10 Por esto todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en Cristo Jesús con la gloria eterna.
11 Es cierta esta afirmación: Si hemos muerto con él, también viveremos con él;
12 si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará;
13 si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo.
14 Esto has de enseñar; y conjura en presencia de Dios que se eviten las discusiones de palabras, que no sirven para nada, si no es para perdición de los que las oyen.
15 Procura cuidadosamente presentarte ante Dios como hombre probado, como obrero que no tiene por qué avergonzarse, como fiel distribuidor de la Palabra de la verdad.
Evangelio
Marcos 12:28-34
28 Acercóse uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?»
29 Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor,
30 y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
31 El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.»
32 Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que El es único y que no hay otro fuera de El,
33 y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
34 Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.
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