Una vez que ya ha sido presentado un milagro obtenido por su intercesión, la beatificación del arzobispo Fulton John Sheen (1895-1979) solo espera el final del conflicto judicial por sus restos que enfrenta a las diócesis de Peoria y Nueva York. Mientras tanto, sus enseñanzas siguen demostrando tanto poder iluminador sobre la realidad actual como a lo largo de su vida, cuando millones de personas seguían su voz a través de la radio y su voz y su mirada (al decir de los expertos, clave en su éxito como orador) a través de la televisión.
Un ejemplo muy claro es el corte de uno de sus discursos sobre el diablo, rescatado recientemente por monseñor Charles Pope, párroco en la archidiócesis de Washington y uno de los más influyentes creadores de opinión en el catolicismo norteamericano.
Pope, en un artículo titulado Tres características de lo diabólico que hoy son ampliamente evidentes, se centra en cinco minutos de ese discurso. En ellos, el arzobispo Sheen se basa en las teorías del psicólogo Rollo May (1909-1994), del Rockefeller Institute, sobre las manifestaciones de lo demoniaco en la personalidad humana para, basándose en el pasaje evangélico del endemoniado geraseno o gadareno, señalar tres signos que caracterizan lo diabólico en el mundo: la desnudez, la violencia, la división.
Sheen comienza recordando que la palabra diabólico viene del griego diaballein, que significa "desunir, separar, encizañar". Y apunta como un "aumento de lo diabólico" las "discordias en la Iglesia", que estaban en su punto álgido en la debacle postconciliar de los años 60-70, época de esta grabación: "La discordia en las comunidades religiosas, la discordia entre los laicos, discordias en el clero... todo ello son manifestaciones del espíritu de lo diabólico entre nosotros".
El entonces obispo de Rochester recuerda que, según Rollo May (quien había publicado en 1969 su célebre Amor y voluntad, donde abordaba la cuestión), hay tres formas en las que, desde el punto de vista de la psique humana, actúa lo diabólico: "Primera, el gusto por la desnudez; segunda, la violencia, la agresividad; tercera, disocia la personalidad, anula la paz interior, desarticula la mente".
(Respecto a la desnudez, monseñor Sheen cuenta una anécdota. Años atrás le preguntó al capellán de una institución si percibía alguna señal de lo diabólico en ella, y éste le contestó: "Sí, a veces, cuando llevo el Santísimo Sacramento, hay gente que se desnuda a mi paso".)
El obispo acude a la historia del endemoniado geraseno, y destaca que los Evangelios hablan de "tres características de este joven: primero, que estaba desnudo; segundo, que era violento y agresivo, no podían ni siquiera encadenarlo; y tercero, su mente estaba dividida", y de hecho "cuando Jesucristo le pregunta su nombre, responde que su nombre es Legión" (unidad formada por seis mil hombres).
"Soy yo, y no este psiquiatra", aclara Sheen, "quien relaciona esas tres manifestaciones de lo diabólico con el joven del Evangelio, pero es que no podía dejar de percibir estas semejanzas... Así que os dejo estas características de lo diabólico desde un punto de vista psiquiátrico: la ruptura de la unidad, la ruptura de las familias, la ruptura de las instituciones, la ruptura de las comunidades religiosas... la ruptura de la unidad de Cristo".
Medio siglo después...
"Tres características de lo diabólico", reitera en su artículo Charles Pope: "Gusto por la desnudez, violencia y división. ¿Qué pensáis? ¿Está el príncipe de este mundo llevando a cabo su agenda? Lo que es más importante: ¿estamos colaborando con él? El primer paso para derrotar la agenda del enemigo es reconocer sus tácticas, definirlas y luego rechazarlas en el nombre de Jesús. ¡Gracias, arzobispo Sheen! ¡Tu sabiduría, la sabiduría de Dios, nunca envejece!", exclama.
Monseñor Pope consagra su artículo a mostrar cómo las señales de lo diabólico que apuntaba el arzobispo Fulton J. Sheen a finales de los 60 y principios de los 70 (consagró más de un discurso al tema) han ido a más desde entonces.
Explosión de desnudez
Monseñor Pope recuerda que modestia proviene del latín modestus, que significa "moderado", y ambos de la palabra modus, que significa "medida": "Por tanto, al tiempo que quiero evitar ideas opresivamente puritanas sobre el vestido, que imponen pesadas cargas (especialmente sobre las mujeres) y miran el cuerpo como algo malo, también debemos criticar muchas formas modernas de vestirse que están en el otro extremo".
"Hay una tendencia al vestido inmodesto", modas que "dirigen la atención hacia aspectos del cuerpo que son privados y reservados para la unión sexual dentro del matrimonio", vestidos "que parecen dirigidos más a llamar la atención sobre esas partes privadas del cuerpo que a esconderlas": "Ese afán por desvelar y a excitar es seguramente un aspecto del gusto del Maligno por la desnudez".
Pope añade en este punto, obviamente, la pornografía, de "proporciones epidémicas gracias a internet": "Lo que antes obligaba a acudir a una apartada librería para adultos, hoy está a distancia de un clic", y "el hecho de que los hábitos de navegación puedan descubrirse fácilmente importa poco a los adictos de esta nueva forma de esclavitud".
También está vinculado "al gusto de Satanas por la desnudez" la "absoluta sexualización de nuestra cultura", incluso de la cultura infantil: "Las series de televisión muestran inacabables conversaciones sobre el sexo. Nos comportamos colectivamente como adolescentes hipersexualizados y obsesionados por algo que no comprendemos".
Y está también "la absoluta confusión que celebra la actividad homosexual": "Lo que las Escrituras consideran gravemente pecaminoso, desordenado y 'contrario a la naturaleza' (Rom 1, 26), lo celebran muchos en nuestra cultura. Quienes experimentan esos deseos se identifican abierta y orgullosamente con aquello que les tienta... En vez de ofrecerles amor, apoyo y la verdad de que deben vivir célibes (como están llamados a hacer todas las personas no casadas), nuestra cultura saturada de sexo, cegada y oscurecida por su propia lujuria, les reafirma e incluso anima a satisfacer lo que solo puede producir más daño a ellos y a otros".
"No es sorprendente", concluye, "que como resultado de esa celebración de la confusión y de la oscuridad, haya echado raíces la aún más profundamente confusa idea de 'transgenerismo'".
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