Salmo responsorial
Salmo 63:2-6, 8-9
2 Dios, tú mi Dios, yo te busco, sed de ti tiene mi alma, en pos de ti languidece mi carne, cual tierra seca, agotada, sin agua.
3 Como cuando en el santuario te veía, al contemplar tu poder y tu gloria,
4 - pues tu amor es mejor que la vida, mis labios te glorificaban -,
5 así quiero en mi vida bendecirte, levantar mis manos en tu nombre;
6 como de grasa y médula se empapará mi alma, y alabará mi boca con labios jubilosos.
8 porque tú eres mi socorro, y yo exulto a la sombra de tus alas;
9 mi alma se aprieta contra ti, tu diestra me sostiene.
Evangelio
Mateo 16:21-27
21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.
22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!»
23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!
24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
25 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.
26 Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
27 «Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
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